Hola,mi amor:
He decidido contarte nuestro día a día a bordo, para entretenerme y para entretenerte un rato. Aunque escribir con el móvil sea un tostón.
A partir de este correo, intentaré enviarte uno todas las noches, en mi guardia de 00h a 03h. No hace falta que me contestes, sólo con que los leas me conformo.
Bueno, ahí va un resumen desde el viernes día 17 hasta hoy, lunes 20:
- viernes 17/11/2017: Nos hemos levantado a las 07h con la intención de hacer gasoil a las y media (cuando abren) y salir cuanto antes, pues viene una borrasquilla formándose por el W y queremos estar muy al sur para cuando llegue a Las Canarias, pero el surtidor tiene un problema y no conseguimos salir hasta las 09:30h...no pasa nada, tampoco llevamos prisa.
Nada más salir, tenemos que dar la vuelta porque nos llaman por radio: Noel, que se vuelve a casa, se ha dejado el móvil a bordo! Por suerte, ha convencido al marinero de la marina Rubicón para que salga a nuestro encuentro con su semirrígida. Un diez para esta marina y sus currantes, ha sido un placer el trato en todo momento.
El día está espléndido y navegamos a motor bordeando Fuerteventura por su costa W, cuyo paisaje me encanta: volcanes extintos y costa agreste, sin apenas casas ni carreteras.
Antes de llegar a su extremo sur, pescamos y podemos usar trapo y apagar motor, ya atardeciendo. El vértigo por lo que queda por proa me invade por un instante, pero el mar está precioso y navegamos a la vela a buen ritmo.
-sabado 18/11/2017: la guardia ha sido tranquila, con poco tráfico y viento constante no muy fuerte que nos hace seguir a buen ritmo rumbo sur, directos a Cabo Verde. La noche está muy oscura, pues no hay luna y está un poco nublado. Apenas se ven estrellas. A nuestro babor, la costa africana, que no vemos pues estamos a más de 70 millas. El día transcurre igual, adaptandonos a la vida navegando...conseguimos pescar de nuevo y la cocina empieza a ser el centro neurálgico del barco. Jose y yo cocinamos, Vladimir es más de comérselo todo (cómo come!) y fregar después.
-domingo 19/11/2017: anoche, en mi guardia, a las 01:30, el viento nos abandono y recojo todo las velas para continuar a motor. La noche sigue oscura aunque hay menos nubes y las estrellas asoman entre ellas con fuerza. Se nota que nos acercamos al trópico de Cáncer, la temperatura cada vez es más llevadera, y hago por primera vez las guardias sin el chaquetón...esto empieza a estar muy bien!
El día pasa casi como si navegaramos por el Mediterráneo: nada de ola ni viento y el rugir de los motores de fondo.
Me descargo la Meteo a diario, y veo que seguramente tendremos que seguir a motor hasta el martes por la tarde...esto nos obligará a parar en Cabo Verde a repostar!
Hace un día caluroso y conseguimos pescar de nuevo, aunque tenemos que tirar tres listados porque están infestados de anisakis (maldito parásito!). Nunca había visto este gusano, pero me sorprende lo grandes que son...al menos se detectan bien a simple vista.
La noche vuelve a caer sobre nosotros, que seguimos rumbo al sur haciendo muy poco oeste, ya que seguimos "huyendo" de la borrasca. Esta noche pinta muy bien... está despejado y empiezan a surgir estrellas por todos lados.
Continuará....
Por mi parte, guapa, llevo bien lo de la boca, aunque las llagas no terminan de quitarse y estoy teniendo que darle dremel a la dentadura casi cada noche. He empezado a leer "Una columna de fuego" del Ken Follet y hago solitarios y sudokus, a parte de charlar con la tripulación y dormir un par de horas o tres, repartidas entre la mañana y la tarde.
En fin, espero que te entretengas leyéndome y que así podamos estar un poco más cerca el uno del otro. No paro de pensar en planes futuros que no me hagan separarme de ti. Ya te contaré...
Os hecho mucho de menos: al mariote y sus juegos y sus ojazos, a la Elsa y sus creaciones y sus abrazos y a ti y tu risa y tus besos.
Te quiero!
Papi, desde el GOA6 frente a las costa de Mauritania.
Hola, mi amor!
Estamos a unas 350 millas de Cabo Verde y 140 de la costa africana, al W del Cabo Blanco (costa de Mauritania), mientras te escribo.
Acabo de levantarme y ya me he hecho un caldo. Ahí va el relato del día pasado:
-lunes 20/11/2017: Si la noche anterior fue maravillosa, esta es aún más espectacular...las estrellas tapizan el cielo a millares y me entretengo aprendiendo nuevas: ya se distinguir Beetlejeuce en la constelación Orión, Sirio en el Can Mayor y Canopus, que están muy cerca del sur geográfico. También Regulus, que por ser parte de la constelación Leo me empeño en identificar. Pero las estrellas no serán las protagonistas de esta noche. Mientras las miro, me doy cuenta de que el agua está mucho más fluorescente que otras veces, y en ese momento aparecen delfines rodeados de un fulgor que parece sobrenatural y dejando una estela cuales torpedos mágicos, así que apago las luces de navegación para verlos mejor y cuando salgo me quedo boquiabierto: navegamos sobre una infinidad de diminutas estrellas aecuerdan al reflejo que se produce dentro de una nube de tormenta llena de rayos.
Esto dura un buen rato, hasta que la fluorescencia se hace mucho menor, asemejándose a la que he visto varias veces en el Mediterráneo. A pesar de eso decido no encender las luces: se ve mucho mejor todo y siempre puedo encenderlas si veo acercarse un barco.
Ya de dia (el amanecer no ha sido gran cosa, pues hacia el Este hay nubes lejanas en el horizonte, seguramente en el continente negro) la mañana pasa apaciblemente con un mar en calma y solo una brisa que no es suficiente para apagar motor.
No pescamos nada, pero a cambio vemos una familia de calderones, un ballena lejana que nos enseña su cola antes de sumergirse hacia las profundidades (a por calamares!), una tortuga curiosa que asoma su cabeza cual periscopio para vernos pasar y delfines. Decenas de ellos nos rodean y un par de ellos parecen estar de buen humor, porque dan unos altos enormes y dan volteretas en el aire como si de un espectáculo en acuario se tratase.
Decidimos asar patatas con cebolla, queso y nata y acompañarlas con alguna conserva, pero justo cuando están listas un Listado se engancha y además, ¡ no tiene anisakis! Las patatas pasan a ser acompañamiento de este pescado a la plancha.
Mientras comemos, un gran Dorado (llampúa) se engancha en una de las trainas de mano y logra escaparse, aunque al rato otra más pequeña acaba en vinagre y aceite...ya tenemos pescado también para mañana!
La tarde pasa entre charlas, café, lectura y siesta, mientras la poca brisa que había por la mañana desaparece del todo y el Atlántico parece un balsa de aceite. Apuntamos las capturas y los días que pasan a lápiz directamente sobre el panel de la mesa de cartas, cuales presidiarios contando los días, pero los nuestros son de gozo, además de encierro...
Anochece espectacularmente y tras la cena me voy al camarote....en un par de horas estaré de guardia.
Continuará...
Mil besos para ti y para Mario y Elsa, os quiero!
Papi, desde el GOA6 rumbo a Cabo Verde.
Hola, mi amor:
Mientras escribo esto estamos ya a 250 millas de Mindelo, el puerto de Cabo Verde al cual nos dirigimos.
Hoy he cambiado el caldo por la manzanilla con miel, ya que empieza a hacer calor incluso por las noches y, además, llevo un par de días con dolor de garganta al tragar. Pero al menos las llagas de la dentadura están cada vez mejor.
Ahí va lo ocurrido el día que acaba de pasar:
-martes 21/11/2017: Nuestro día comienza con unas guardias tranquilas, la noche está estrellada y, aunque hoy no se ven tantas fluorescencias en el agua como la noche anterior, el cielo me entretiene un buen rato. El viento sigue ausente y los motores siguen rugiendo...y lo que nos queda! Durante mi segunda guardia suelo descargarme la Meteo actualizada y hoy lo hago esperanzado en encontrar más viento, pero nuestros ánimos se vienen abajo cuando nos revela que será al contrario: parece que llegaremos al archipiélago africano a motor...y no solo eso, hasta un par de días después de zarpar de allí rumbo al Caribe (tenemos pensado salir el viernes) no se establecerán los ansiados Alisios. Nos resignamos pero la moral cae en nosotros.
Los amaneceres son cada vez más largos conforme bajamos de latitud, igual que los atardeceres. Desde que empieza a clarear el día hasta que sale el sol pasa un buen rato.
El mar está en calma, la brisa es muy floja y variable durante el día y sólo una larga pero pequeña mar de fondo nos recuerda que estamos en el océano. Viene desde el NW y supongo que procede de la borrasca que hemos logrado evitar, no sin pagar un alto precio en forma de gasto de combustible y neuronas quemadas por culpa del constante ruido de los motores.
El día transcurre sin más. Volvemos a pescar unos dorados y los cocinamos de inmediato. La labor de limpiarlos es un buen entretenimiento, así como cocinarlos. Ya nos habían dicho que este pez es muy abundante por estas aguas, pero lo que no sabíamos era que parece no haber otra cosa. Bromeamos con nuestra dieta a base de un solo tipo de pez, pues hay un momento en que tenemos a la vez dorado al vinagre, dorado salado, dorado con arroz y dorado con pisto....anteriormente ya lo hemos comido al horno, frito y a la plancha.
Nos visitan unos delfines de nuevo, aunque este vez se trata de un grupo muy grande, calculamos que hay unos 50 o más a nuestro alrededor.
Seguimos matando el tiempo a base de lecturas, sudokus y solitarios. Vladimir además está enganchado a ver series en su móvil-tablet.
El día acaba con la esperanza de que mañana salte algo de viento, con solo un poco ya podríamos izar el código 0, y aunque naveguemos más despacio, ya no tenemos tanta prisa por huir de la borrasca. Pero ya veremos. Eolo y Neptuno mandan, estamos en su reino.
Continuará....
Espero que estéis bien y que el TXO este de nuevo en el agua y vosotros en él....lo que daría por estar yo también con vosotros!
Mil besos y achuchones, os quiero mucho.
Papi, desde el GOA6 rumbo a Cabo Verde.
Hola, mi amor:
-miercoles 22/11/2017: Hoy es el sexto día de navegación desde que salimos de Lanzarote, y seguimos a motor desde que lo arrancamos la madrugada del sábado. La falta de viento total y la necesidad de ganar sur nos ha obligado a ello, pero hoy ya la borrasca ha pasado al norte, muy lejos de nosotros, y estamos deseando que salte algo de viento para poder izar vela.
Mientras tanto, las guardias se suceden apaciblemente, el barco apenas se mueve y el agua y el cielo nos ofrecen su espectáculo nocturno: en el agua sigue habiendo organismos fluorescentes, aunque no tantos como hace dos noches. Y en el cielo la falta de luna y nubes nos regala un cielo increíblemente estrellado que me permite seguir practicando un poco de astronomía.
Jose me acompaña un rato en una de las guardias y se le ocurre alumbrar con el foco de largo alcance al agua, y nos llevamos una sorpresa al ver que hay un montón de calamares y peces diminutos saltando sobre la superficie del agua. Siempre hay algo nuevo!
Ya de día el viento sigue igual de ausente durante la mañana, por lo que repostamos los depósitos de combustible con las garrafas que llevamos. Calculo que si no fuera por ellas sería imposible seguir avanzando y nos tendríamos que quedar prácticamente al pairo hasta que el viento hiciese aparición.
Volvemos a pescar, como no, dorados...¿Acaso no hay otra cosa por estas aguas? Para colmo, uno de ellos tiene el temido anisakis y tenemos que tirarlo al mar. El otro lo salaremos, pues aún tenemos dorado al vinagre y dorado con pisto para hoy...definitivamente nos va a salir dorado por las orejas!. Hablamos de soltar los siguientes, pero no volvemos a pescar ninguno en el resto del dia. Tampoco pescamos ningún túnido, para hacerlo encebollado según llevamos planeando varios días.
La tarde de nuevo es tiempo de lectura y siestas, Vladimir hasta toma el sol en el techo, cuando empieza a soplar una suave brisa...por fin! Izamos rápidamente el código 0 y conseguimos apagar el motor. Aunque navegamos más despacio, no nos importa, el silencio alegra nuestro ánimo tanto que nos ponemos a charlar y lo celebramos con una cerveza mientras hacemos una tortilla de patatas para cenar...ojalá aguante durante la noche.
Al final del día estamos a poco más de 100 millas del archipiélago de Cabo Verde, mañana al amanecer deberíamos ver tierra.
Continuará...
Personalmente me encuentro bien: sigo con dolor de garganta pero la boca mejora poco a poco. Como y duermo bien y me entretengo leyendo, haciendo sudokus y solitarios o mirando el mar, el cielo y las estrellas, cuando no estamos charlando, cocinando o limpiando el pescado. Lo que peor llevo es la nostalgia de vosotros, tengo unas ganas terribles de estar allí y besarte.
Mil besos, os quiero.
Papi, desde el GOA6, rumbo a Cabo Verde
Hola, mi amor:
Aunque estaba ya a punto de dormir, no he podido resistirme a escribirte de nuevo, me sienta bien hacerlo, no me preguntes por qué. Entre otras cosas supongo que porque me imagino que te gusta a tí.
Ya sabes que ya estamos en Mindelo, atracados en la gasolinera. A continuación te cuento cómo hemos llegado hasta aquí a lo largo de hoy:
-jueves 23/11/2017: De nuevo el día para mi comienza de noche, más exactamente a las 00:00 de cada día. Es decir, nada más empezar, ya que tengo guardia desde esa hora hasta las tres y la siguiente de seis a nueve, perfecta para ver amanecer cada día. El amanecer se está convirtiendo poco a poco en mí en un momento especial del día. Me encanta ver como la claridad va venciendo a la noche, las estrellas van desapareciendo y la superficie del mar va mostrándose poco a poco. Unas veces me decepciona porque pensaba que estaba peor y otras me sorprende lo agitada que está.
Esta noche ha sido prácticamente una repetición de la anterior: a la mitad de mi primera guardia tuve que enrollar la vela de proa y seguir a motor...el viento había vuelto a caer. Pero a cambio la falta de luna volvía a regalarme un inmenso cielo estrellado. Ahora ya sé dónde están Castor y Póllux, las dos estrellas más brillantes de la constelación Géminis.
Cuando amanece veo la superficie del océano de color gris plomizo, ya que está nublado pero con nubes altas que dejan de entrever el sol. Al poco ya distinguimos por la amura de babor una de las islas del archipiélago de Cabo Verde. La siguiente que vemos está mucho más lejos pero se ve imponente con el cielo gris de fondo: es Sao Antao y su pico más alto tiene casi dos mil metros de altura, gracias a lo cual se ve desde muchas millas. Nosotros la vemos a casi setenta. Es un paisaje volcánico sobrecogedor.
El resto del dia transcurre sin más, con la típica impaciencia que entra cuando ves tierra pero ésta se acerca muy lentamente.
Entramos en la bahía de Mindelo a las 20:30, ya de noche. Por radio nos dicen que atraquemos en la gasolinera, que mañana ya verán donde nos meten. Amarramos y nos vamos a celebrarlo cenando y tomando unas cervezas en un bar cercano a la plaza del pueblo, donde una veintena de adolescentes caboverdianos, todos de raza africana, bailan capoerira, charlan, ríen, montan en bici o monopatín y juegan al fútbol alegremente. Tanto el personal del puerto como los camareros son gente amable, alegre y bromista, se nota la sangre africana y el carácter tropical.
Después volvemos a bordo de, hay que descansar pues mañana será un día duro comparado con la inactividad de estos días de travesía. A las ocho de la mañana tendremos que repostar, amarrar en un atraque e irnos a hacer la compra y ver este sitio de día. La verdad es que estoy deseando ver el paisaje y tratar un poco con esta gente.
Quiero salir después de comer, para ver la islas de día y para que, cuando caiga la noche, estemos ya alejados de la costa, rumbo a América..
Continuará..
Mil besos y achuchones. Te quiero mami. Os quiero Mario y Elsa.
Papi, desde el GOA6, atracados en Mindelo (Cabo Verde)
Hola, mi amor:
De nuevo, te escribo mientras navegamos durante mi guardia. Aunque hoy hemos podido hablar por teléfono un poco, no me ha valido para aplacar mis ganas de verte. Al contrario, creo que ha hecho que te heche de menos aún más. Pero bueno, la única manera de estar más cerca tuya es, irónicamente, alejarme más y más y navegar hacia el oeste día a día.
Ahí va el relato de hoy:
-viernes 24/11/2017: He dormido como un tronco, atracados en la gasolinera de Mindelo como estamos, después de 6 días de guardias. Me despierto y veo que el día comienza a clarear. Doy un salto de la cama, pues estoy deseando ver la bahía de día. Son las 7 y la gasolinera abre a las 8, así que tengo un buen rato para desayunar tranquilamente mientras observo los alrededores. Esto promete: a simple vista ya se nota que esto es África: casas de colores de arquitectura colonial, barcas igualmente coloridas que empiezan a salir a remo desde la orilla y varios barcos de gran tamaño semihundidos o embarrancados en la arena. La bahía es grande y tiene una zona de fondeo magnífica y muy cercana a la ciudad, pienso en lo bien que se estaría aquí con el TXO.
Todo está rodeado de pequeñas montañas escarpadas de colores oscuros como sus habitantes, excepto hacia el noroeste (hacia donde se abre la bahía) donde la imponente isla vecina de Santo Antao domina el paisaje de manera casi sobrecogedora. Sus empinadas laderas, que se elevan casi hasta los dos mil metros están claramente formadas por antiguas coladas de lava, recordando el origen volcánico de todo el archipiélago de Cabo Verde. La vegetación es casi nula, y se limita a algunos matorrales y arbustos bajos.
Estoy embelesado admirando lo todo cuando llega el encargado de la gasolinera, sorprendentemente puntual. Repostamos y nos cambiamos al amarre en el que estaremos hasta después de comer, cuando tenemos planeado volver a hacernos al océano para acometer la última y más larga etapa de nuestra travesía hacia el otro lado del Atlántico. Pero antes nos vamos a ver un poco la ciudad de Mindelo, aprovechando que tenemos que comprar frutas y verduras.
Mindelo es... particular. Una ciudad africana isleña, con un toque occidental (fue colonia de Portugal hasta hace poco), poco tráfico y en general bastante limpia, aunque las edificaciones están un poco descuidadas. Sus habitantes son casi en su totalidad de raza negra, pero con mucho mestizaje. Son gente alegre y amable y acostumbrados al turista occidental de raza blanca, por lo que se puede andar por casi todos los sitios sin ser asaltado ni agobiados.
Antes de nada, tenemos que hacer los trámites de entrada y salida del país, tal y como nos indican en las oficinas del puerto cuando nos registramos allí. Estos trámites son sencillos, entrega de pasaportes, documentación del barco y pago de tasas (un total de 12€). Eso sí, hay que ir a dos organismos diferentes, Inmigración y Policía, que por suerte están bastante cerca uno del otro. En una hora estamos listos para adentrarnos en la ciudad, y lo primero que hacemos es entrar en la Lonja del pescado, única industria que existe aquí, si es que se le puede llamar industria, porque vemos que todos los barcos son de pequeño porte y pescan de manera artesanal, a pesar de lo cual la Lonja está repleta de grandes atunes, jureles, meros, calamares y multitud de peces que no conozco. El lugar hierve de actividad, lleno de caboverdianos comprando y vendiendo en una parte y limpiando el pescado con gran destreza en otra.
Después nos vamos al mercado municipal a comprar las verduras y frutas, donde una simpática vendedora nos vende lo que quiere y en las cantidades que le da la gana, entre bromas y risas. Por la calle hay multitud de gente vendiendo plátanos, perejil, especias y pescados, pero nadie te asalta para que compres y el ambiente es muy relajado en general. En las tiendas de souvenirs vemos que en muchos artículos está escrito el lema de Cabo de Verde: no estrés!.
Jose y yo volvemos a la marina a dejar la compra, comprar algunos metros de cabo para llevar de repuesto y tomarnos una cerveza. Vladimir quiere hacer el turista un poco más y comprar algo para su mujer, como buen caucásico busca alguna joya o algo que brille...
Decidimos comer pronto para zarpar con unas cuantas horas de sol por delante, y lo hacemos en el bar flotante de la propia marina, donde se come y se bebe bien. Ademas, los precios son asequibles.
Mientras comemos, observamos la frenética actividad de las tripulaciones de los barcos que se preparan para el cruce. Los hay que lo harán a todo lujo, en grandes veleros y vestidos de uniforme y los hay que lo harán en barcos más modestos pero bien preparados, algunos con niños a bordo. Incluso hay un italiano que se dispone a partir a bordo de un vela ligera de apenas 6 metros de eslora, eso sí, muy bien pertrechado, aunque no me puedo ni imaginar lo que tiene que ser navegar por el océano así...¡no podrá ni ponerse de pie prácticamente!
También mientras comemos un chaval caboverdiano nos entra tímidamente por si necesitamos de algún trabajo a bordo. Le decimos que no pero se sienta con nosotros, pues habla medianamente bien el español y nos cuenta un poco más sobre su tierra: son bastante pobres y solo pueden vivir del turismo y de la pesca, pero tienen grandes esperanzas para el futuro. Ahora mismo hay casi 2/3 de la población fuera del país, trabajando en Europa y Estados Unidos sobre todo.
Al fin, a las tres de la tarde, soltamos amarras y zarpamos, está vez sí, a por la última etapa del viaje.
El atardecer nos pilla ya lejos de las islas, y nos regala un paisaje como despedida espectacular: las montañas oscuras se tiñen de rojo por un momento mientras el océano está en calma y el viento es casi nulo. Según las previsiones, no tendremos los Alisios hasta el domingo por la tarde, pero nos hacemos una promesa: mañana apagaremos motor y avanzaremos como podamos, aunque sea despacito...¿Lo conseguiremos? Por lo pronto, lo único que sabemos seguro es que tenemos por proa casi 2300 millas de puro océano....
Continuará....
Mil besos y achuchones, os quiero y os hecho de menos.
Papi, desde el GOA6, navegando rumbo al Caribe.
Hola, mi amor:
Hace apenas un rato que he empezado mi primera guardia de hoy y, como no, te escribo de nuevo para contarte un poco cómo a transcurrido el día, desde un punto al W de las islas de Cabo Verde, a más de 170 millas de Mindelo...
-sabado 25/11/2017: seguimos a motor haciendo guardias tranquilas en una noche tranquila. Cuando amanece nos sorprende la quietud del océano...tendremos calma tal y como nos anunciaban las predicciones.
Como de costumbre, lo primero que hacemos nada más clarear el día es echar los curris por popa. Pescar es una tarea para entretenernos además de proporcionarnos pescado.
De repente, como salido de la nada, veo un catamarán a pocas millas por nuestra amura de babor. No lleva AIS y parece estar parado...al mirar con los prismáticos veo gente bañándose en la popa y en ese momento nos llaman por radio: se trata de una familia francesa con 3 niños de menos de 10 años y unos amigos alemanes. Han decidido parar motores y quedarse al pairo para ahorrar combustible y esperar al viento. La verdad es que hace un día espectacular. El calor ya se hace notar y la superficie del agua asemeja a una balsa de aceite.
Nos intercambiamos información metereológica, saludos y buenos deseos y los vamos dejando atrás...ahora me pregunto dónde estarán. Sabemos que cerca para lo que es la inmensidad del océano, pero no los hemos vuelto a ver en todo el día.
Al poco tenemos una picada general, traemos 5 dorados pequeños a la vez, pero sólo nos quedamos con dos para salar y soltamos a los otros tres, ya que son demasiado pequeños y seguimos un poco hartos de dorado, la verdad.
El resto de la mañana transcurre plácidamente, y nos dedicamos a hacer humus y a preparar la comida, que es otra rutina que aquí a bordo se ha convertido en motivo de entretenimiento. Hoy será sencilla: pasta con chorizo, cebolla y tomate.
Antes de sentarnos a comer, paro motores y decidimos quedarnos al pairo nosotros también, hasta que entre algo de viento, aunque tengamos que estar así hasta mañana. Por suerte la corriente al menos nos hace avanzar en la buena dirección.
La siesta es espectacular hoy, rodeados de un silencio absoluto, pues ni el ruido del agua contra el barco está presente. Nos despertamos al escuchar un sonido extraño...¡Es el resoplido de una ballena! Efectivamente, a menos de media milla por nuestra aleta de estribor, una solitaria ballena nada tranquilamente rumbo SE. Intentamos llamar su atención mediante golpecitos en el casco y cambia su rumbo hacia nosotros, pero se sumerge y no la volvemos a ver.
El resto de la tarde transcurre así, a la deriva en un inmenso mar en calma, arrastrados sólo por la corriente ecuatorial que lleva cualquier cosa que flote, poco a poco, hasta el otro lado del Atlántico.
Aprovecho para liarme con el sistema de placas solares, que no termina de funcionar bien (en Canarias tuvimos que cambiar el regulador) pero el atardecer cae sobre nosotros y lo dejo para mañana. Además, empieza a soplar una ligera brisa y nos apresuramos a izar la mayor y el código 0...es genial, por fin volvemos a movernos impulsados por eolo, aunque apenas hacemos 4-5 nudos de velocidad.
Tras la cena, que consiste en habas fritas con cebolla y jamón acompañadas por un huevo frito, empieza la rutina de las guardias. Al menos parece que la brisa aguanta y quizás, sólo quizás, no tengamos que arrancar más los motores hasta nuestra arribada al Caribe, excepto para cargar baterías, claro.
De nuevo, las estrellas se adueñan del cielo y, ahora que la temperatura ya nos permite hacer las guardias en manga corta, las horas pasan más entretenidas bajo ellas, observándolas y escuchando el agua correr bajo nosotros mientras el viento nos impulsa....
Continuará....
Un día más ha pasado, un día menos queda para estar con vosotros. Os quiero, te quiero!
Papi, desde el GOA6, navegando hacia el Caribe
Hola mi amor:
Y como ayer te decía, continúa el viaje...
Domingo 26/11/2017: empieza el domingo para mi, navegando a la vela bajo una luna media, en el Atlantico, a muchas millas ya de nuestro último puerto.
Mientras me desperezo, caliento un poco de agua para hacerme una infusión, cosa que llevo haciendo unos días, pues en esta primera guardia no me apetece café (en tres horas estaré de nuevo en la cama) ni tampoco caldo (estamos en el trópico!), y mientras el agua se calienta, miro la carta del Atlántico que tenemos desplegada y pienso con algo de vértigo en lo que tenemos por proa...por unos días estaremos alejándonos cada vez más de tierra.
La noche transcurre tranquilamente, preludio de lo que será el día, y lo bueno es que seguimos a la vela con una mar plana y bajo una brisa suave. Al amanecer, cambiamos el foque por el código 0 y el barco se pone a galopar algo más alegre, subiendo y bajando una gran mar de fondo que nos viene por el través de estribor, procedente de alguna lejana depresión al norte. Son olas de unos tres metros de alto y más de cincuenta de largo (entre cresta y cresta), por lo que se pasan muy bien pero no dejan de impresionar. A veces, desde la cresta de una miras hacia abajo y te das cuenta lo altas que son, lo mismo ocurre cuando estamos en el seno de una de ellas y perdemos de vista el horizonte, solo vemos largas pendientes de agua azul que te obligan a mirar hacia arriba para ver el cielo.
No avistamos nada durante toda la mañana ni pescamos nada, aunque nos pican dos pequeños a la vez y se escapan al recogerlos. No he logrado ver lo que eran, pero me ha parecido que no eran dorados, sino algún túnido. Hoy será el primer día sin pesca al final, y nos prometemos para mañana sacar toda la artillería en forma de trainas que llevamos...veremos a ver si al final no añoramos el aborrecido dorado de estos días.
A falta de pescado, nos curramos José y yo una ensaladilla rusa en honor a Vladimir. Y él encantado, mientras se coma y haya mucha cantidad.
Ya por la tarde la cosa sigue igual, y cuando anochece es la hora de hacer el cambio de velas, ya que quiero ser conservador por las noches, aunque vayamos más despacio. Quitamos el código 0, rizamos mayor y desenrollamos el foque. Vamos algo cortos de trapo, pero si sube el viento no habrá que preocuparse, que además es lo que nos dice la previsión: a partir de esta noche la brisa irá en aumento y mañana tendremos ya establecidos los ansiados Alisios. Eso espero.
Hoy no hemos visto ni siquiera delfines, solo peces voladores y algún ave. Ni un solo barco ha parecido por el horizonte ni en la pantalla del AIS.
La noche parece que será tranquila en principio, tenemos ya medialuna y su luz nos deja ver la superficie del océano y la cubierta del barco, aunque está un poco nublado y no sé si seguirá así o no.
Mi día acaba como siempre, descansando un poco antes de entrar en una nueva jornada y una nueva primera guardia.
Continuará....
Por mi parte, ya que me preguntabas en otro correo, todo bien. La boca la llevo muy bien: las encías están casi curadas y la dentadura ya prácticamente no me molesta al masticar, gracias también a un par de sesiones de dremel...el tema de la piel de la cara, como no, ha desaparecido desde que emprendimos la salida de Canarias. Definitivamente parece que el calor tropical me sienta bien!.
Con José y Vladimir muy bien. Charlamos a ratos, entre siestas, lecturas y otros entretenimientos. Hemos estado bromeando sobre hacer mañana ejercicios para movernos un poco, ya te contaré si conseguimos hacerlo...
Bueno, es una pena tener que escribir con el móvil, se me hace muy cansado y pesado, aunque por la cabeza me gustaría escribirte más cosas...
Te quiero mucho a ti y a esos dos que tienes por allí, también al perrillo que seguro que tienes bajo las sábanas...jejeje.
Papi, desde el GOA6, rumbo al Caribe.
Hola, mi amor:
Continuamos con un relato diario más, para que te tomes ese café mañanero un poco más acompañada.
-lunes 27/11/2017: cuando comienzo mi guardia, estamos en los quince grados de latitud norte y veintinueve de longitud oeste, o lo que es casi lo mismo, en un puntito del Atlántico Norte, entre Cabo Verde y Brasil.
Me encuentro una noche nublada, de nuevo oscura a pesar de que la luna está ya casi media. El viento ha subido un pelín y el barco navega algo más alegre, definitivamente los Alisios están aquí y han llegado para quedarse, o eso espero.
Hoy me acompaña durante un rato de guardia Jose, lo cual no es muy habitual pues suele aparecer en la segunda guardia, ya para quedarse despierto toda la mañana. Estamos charlando en el salón, cuando nos sobresalta un golpe y un pez volador aparece dando coletazos y saltos en la bañera. Ayer por la mañana ya vimos uno en la red y durante el día los vemos constantemente salir del agua y volar, a veces muchos metros, a poca distancia de la superficie. Me hace recordar una noche contigo, en el TXO, en la que si no es por la capota nos hubiera caído uno sobre nuestras cabezas, después de rebotar en la mayor. Es increíble lo alto que pueden llegar a volar.
Lo devolvemos al agua después de observar lo bellos que son, a pesar de su extravagancia (¡ Un pez que vuela!) y riéndonos de lo tontos que son, pues huyen sin mirar hacia donde.
Ya amaneciendo, bajo un cielo nublado y un mar gris, el viento sube un poco más. Es hora de pescar y hacer correr el barco, así que echamos las trainas por popa e izamos el código 0 y empezamos a ir mar rápidos de inmediato, tanto que un par de peces que se enganchan se nos escapan al no poder trabajarlos bien. Ayer no pescamos nada y a partir de hoy será difícil, pues aunque piquen, subirlos a bordo no será nada facil. Ya no vamos a motor y no es posible parar el barco con este viento de popa y está velocidad.
Incluso antes de comer, el viento sigue subiendo y el barco empieza a desbocarse, por lo que tenemos que arriar el código 0 (vaya nombre feo) y desenrollar foque. La velocidad se mantiene en buenas cifras, alrededor de los ocho nudos.
Llega el mediodía y durante la mañana ha despejado, pero seguimos sin pescar.
La comida será hoy poco elaborada: chili con carne de lata y fajitas precocinadas. No están mal, aunque un poco duras aún para mi boca nueva.
A lo largo de la tarde el viento se mantiene en casi veinte nudos, así que seguimos comiendo millas rápidamente. ¿Será así todo lo que nos queda? Inshalá.
Otro pez volador cae en cubierta, está vez en la banda, tras chocar contra los cristales de la cabina. De nuevo lo devolvemos al mar, pero pienso que será el último: a partir de ahora los iré juntando, viendo que puede que sea nuestra única manera de conseguir pescado fresco. Estoy pensando en eso cuando el carrete suena y el nudo corredizo de la traina salta. Con mucho cuidado, conseguimos subirlos a bordo y resultan ser un pequeño dorado en la traina y una buena barracuda en la caña. ¡Tenemos cena!. Rápidamente los limpio para asegurarnos que no tienen anisakis y los fileteo para pasar a la plancha, aunque al final llega la hora de cenar y no tenemos ganas de una cena copiosa, así que los reservaremos para mañana.
La tarde ha transcurrido entre esas anécdotas, lectura, siesta y sudokus, y la noche cae de nuevo sobre nosotros. Hoy sí que hay una buena luna y no hay apenas nubes. Con la luz del atardecer, la superficie del mar está espectacular ahora, con una mar que empieza a formarse y bastantes borreguillos que salpican de blanco el fondo gris azulado del agua.
De nuevo hoy no hemos visto ningún barco a nuestro alrededor, ni el AIS no ha mostrado ninguno. Tampoco han venido a visitarnos los delfines...¿Tan lejos estamos ya de todo? Me da la sensación que sí, pero después miro la carta y me doy cuenta de que no es así. Lejos de verdad estaremos en unos días, lo más lejos de cualquier costa que se puede estar en esta ruta.
Continuará....
Ains, como os hecho de menos....
Mil besos y achuchones.
Papi, desde el GOA6 rumbo a América
Hola mi amor:
Para cuando leas esto, ¡buenos días! Para mí, son poco más de las doce de la noche, es decir, empiezo un nuevo día con mi primera guardia, como siempre. Los días se suceden rutinarios, así que no sé muy bien que contarte, pero bueno, algo se me ocurrirá:
-martes 28/11/2017: empiezo mi guardia y con ella este nuevo día por delante, el undécimo desde que salimos de Lanzarote. La noche está clara, la luna creciente cada vez se hace más de notar y con ella la superficie del mar toma un cariz especialmente bello y misterioso, con su superficie ondulada por el viento y reflejos plateados. Las fluorescencias del agua siguen apareciendo, pero parece que cada noche son más débiles.
Justo al acabar mi guardia, aparece un barco en la pantalla del Plotter a través del AIS: se trata de un gran de velero de 26m de eslora llamado M'Bolo. Está justo a nuestra popa y lleva nuestro mismo rumbo, aunque va algo más rápido que nosotros. Al amanecer ya lo vemos por el horizonte, y será nuestro compañero de travesía por hoy. Al mediodía ya lo tenemos por el través de estribor y entonces lo llamamos por radio para charlar un rato, pero resultan ser unos ingleses que no dan mucha conversación. Nos dicen que van a Santa Lucía y poco más; nos deseamos buena travesía mutuamente. Para cuando anochece ya solo es un puntito en el horizonte por nuestra amura de estribor.
Hoy la pesca es un desastre: solo un dorado pequeño que conseguimos subir a duras penas, llendo a más de 8 nudos como vamos después de izar el código 0 al amanecer. Otros dos se nos escapan y ni siquiera los peces voladores caen a bordo. Pero al menos comemos pescado, el de ayer está preparado para poner a la plancha y lo acompañamos con un poco de arroz al curry. El de hoy será para salar.
Después de comer me despierta de la siesta el carrete de la caña: ¡un pescado grande está sacando hilo a velocidad de vértigo! Corro hacia ella pero justo cuando llego se suelta....en la traina de la otra banda ha pasado lo mismo, y para nuestro asombro no solo se han soltado, sino que han partido el sedal en ambas bandas y hemos perdido nuestros dos mejores señuelos. Mañana veré qué nuevos pongo, ahora no estoy de humor para volver a montar las líneas. Además, si es un banco de grandes atunes lo que ha atacado las trainas, pueden seguir cerca y volver a romperlas.
El resto de la tarde lo paso un poco malhumorado, aquí cualquier cosa tiene más peso del que tendría en otro lugar.
Anochece y hace rato que hemos vuelto a cambiar la vela de proa, desenrollando el foque para pasar la noche tranquilos. Aún así hacemos por encima de 6 nudos de velocidad. Es increíble lo constante que es el viento por aquí, durante todo el día de hoy y ayer sigue igual en dirección e intensidad.
Jose y yo hemos iniciado una guerra: hemos empezado a jugar al chinchón a dos (Vladimir dice que no le gustan las cartas, siguiendo acorde con su carácter soso...) Me ha retado diciendo que él era campeón mundial de piscina y yo le he respondido con mi título de campeón de fondeos, así que tras tres partidas, he salido victorioso y he podido llamarlo "jugador de agua dulce". Mañana habrá revancha seguro.
Y así ha acabado el día, pues no hemos cenado nada, ya que comimos mucho al mediodía y me acuesto pronto para descansar para las guardias.
Continuará....
Bueno guapa, voy a ver si como algo que ahora sí que tengo hambre! Os quiero y os hecho muchísimo de menos...
Papi, desde el GOA6, rumbo al W en mitad del Atlántico.
Hola, mi amor:
Comienzo otro nuevo día navegando y escribiéndote sobre el día pasado:
-miercoles 29/11/2017: es una noche clara bien iluminada por la luna, las olas son algo más pequeñas que el día anterior y el viento también ha amainado un poco, aunque sigue siendo suficiente como para hacernos avanzar a un ritmo aceptable.
Hoy será un día entretenido en cuanto a tráfico de barcos a nuestro alrededor. El primero que vemos a través del AIS es un pesquero japones que está por la zona pescando, un poco al sur de nosotros. Al rato, aún de noche, otro pesquero de la misma nacionalidad hace lo propio, pero ésta vez unas pocas millas al norte. Japón tiene la mayor flota pesquera del mundo y se pueden encontrar sus barcos en cualquier océano del planeta, desde las gélidas aguas de la Antártida hasta las cálidas aguas tropicales del Atlántico, en plena ruta de los Alisios. Son barcos grandes y todos contienes la palabra "Maru" en su nombre.
A lo largo del día veremos también tres veleros, dos de ellos en nuestra ruta hacia al oeste y el tercero rumbo al sur, directo a Brasil. Ninguno saluda por radio, a pesar de que yo sí lo hago...me siento un poco estúpido hablando solo con el aparato, pero me da igual.
El día llega poco a poco, como siempre en estas latitudes. Pero cada día lo hace más tarde, debido a nuestro avance sobre los husos horarios hacia el sol poniente. De hecho, he calculado que mañana tendremos que atrasar de nuevo nuestros relojes una hora, ya que hemos recorrido otras 900 millas hacia el oeste desde que atrasamos el reloj por última vez, hace ahora una semana.
Y con el día sale Jose de su camarote, exclamando que un pez volador le ha dado un susto de muerte. Se lo ha encontrado en el baño, tras meterse por la pequeña escotilla superior. Fuera encontramos otros dos, uno de ellos apenas del tamaño de un dedo. Los tiramos al mar, de tan poca cosa que son.
La otra distracción del día, aparte de los barcos a nuestro alrededor (llegamos a estar tres en un radio de diez millas), son los nudos: Jose ha decidido que no puede cruzar el Atlántico sin saber ni siquiera hacer un as de guía, así que le enseñamos ese y otros nudos y se pasa el día enredando con cabos y cordinos. No se le da muy mal...para ser de Madrid.
Durante el día el viento ha ido a menos conforme avanzamos hacia el oeste, pues llevamos un rumbo que además nos hace ganar un poco de norte, donde sabemos que hay menos viento. No nos queda más remedio que trasluchar hacia el sur para ir en busca de viento. Aunque con este bordo casi no ganamos oeste, le dedicamos toda la tarde hasta que, antes del anochecer volvemos a trasluchar para de nuevo ir hacia el WNW, casi a rumbo directo a Tórtola, nuestro destino aún lejano.
Durante la tarde empiezo a leer un nuevo libro, pues el anterior lo terminé ayer, y entre lectura, charlas y sudokus, pasó lo que queda de día.
La noche cae sobre nosotros igual que se fue, poco a poco. La luna está más alta y brillante que ayer, hay pocas nubes y la temperatura es cálida...es hora de dormir para descansar de cara a mi próxima guardia, con la cual empezaré un nuevo día.
Continuará....
Bueno, guapa, en lo que a mí respecta, estoy bien, tanto física como psicológicamente. Me anima ver qué avanzamos día a día y lo que esto supone: falta menos para volver a tu lado.
Mil besos y achuchones, os quiero! Que tengáis un buen día a bordo.
Papi, desde el GOA6 rumbo al oeste.
Hola mi amor:
Acabo de darme cuenta de que hay dos fallos en los relatos anteriores, dos fallos en la fecha...¡para que veas el descontrol mental que llevo ya! El caso es que en el relato 10 pone martes 29 y debería de poner martes 28. En el relato 11 pone viernes 29 y en realidad es miércoles 29. ¿Te has dado cuenta o no?
En fin, espero que hoy sea la fecha que creo que es. Vamos a allá:
-jueves 30/11/2017: cuando me levanto para comenzar la guardia, y con ella el nuevo día, me llama la atención la claridad que hay. Por un momento pienso que me he quedado dormido y ha empezado a amanecer, pero simplemente es la luna, que sigue creciendo y su brillo robado al sol sigue ganando en intensidad noche tras noche.
Empiezo el día de bricolaje: después de la ya infusión diaria, saco la Dremel y le doy otro retoque a mi dentadura, pues en una zona me están provocando una llaga de nuevo.
La noche es apacible y pasa rápido, me entretengo escribiéndote, leyendo y mirando el mar y las estrellas.
Al amanecer, como siempre, pongo las trainas a trabajar, pero al poco tiempo tenemos que recogerlas, pues han aparecido muchas algas flotando que se enganchan constantemente en ellas. Cuando subo una buena mata a bordo, me doy cuenta de que son sargazos. ¡Los famosos sargazos! Aunque a ti no te suenen de nada, son muy famosos por constituir el "mar de los sargazos", pues, según he leído y visto en documentales, llegan a ser tan abundantes en una zona del océano que tapizan por completo la superficie del mar, llegando a ser un verdadero problema para la navegación. Según recuerdo la zona del mar de los sargazos está por aquí cerca, pero no recuerdo si al norte o al sur....si tú investigas un poco en Google me cuentas, que tengo mucha curiosidad por recordarlo.
Pasa la mañana sin ningún sobresalto ni cosa que destacar. Hace buen tiempo (demasiado), el viento está flojo y la superficie del mar está calmada, solo rizada por la brisa del Este. Las nubes salpican el cielo, y me doy cuenta de que cada día que pasa son algo más espesas, empezando a pasar de ser cúmulos a ser cumulonimbos. Los chubascos tropicales empezarán muy pronto a hacer acto de presencia, tendremos que estar atentos.
No vemos barcos ni otros animales que no sean peces voladores y pájaros. Siempre hay pájaros. Estamos en la zona más alejada de tierra de esta ruta, a más de mil millas de cualquier continente y ochocientas de Cabo Verde y seguimos viendo pájaros. Hecho de menos nuestra guía para identificarlos, pues hay varias especies que no reconozco. Hoy he visto uno que tiene una larguísima y fina pluma en la cola, muy característica. Si miras la guía y encuentras algo al respecto, de nuevo cuéntame...
Sobre el medio día he vuelto a tirar una botella con mensaje al mar. Lo llevo haciendo desde que salimos de Canarias, cada vez que vaciamos una botella de vino. No pongo nada especial, solo el nombre del barco, posición, fecha y una dirección de correo electrónico por si alguien alguna vez encontrara una y quisiera ponerse en contacto con quién la lanzó.
También al medio día cruzamos el meridiano correspondiente a un nuevo huso horario. Atrasamos los relojes otra hora, por lo que hoy tenemos una hora más de siesta.
La tarde transcurre lentamente, el viento ha amainado aún más y apenas hacemos los cinco nudos de velocidad. Hemos trasluchado de nuevo hacia el sur, en busca del viento. Lo encontramos ya anocheciendo, por debajo del paralelo 15, así que trasluchamos de nuevo rumbo al oeste, que es donde está nuestro destino. Aprovechamos la maniobra para arriar el código 0 y desenrollar el foque, de cara a la noche. Como el viento ha subido hasta los 15-18 nudos, hacemos una buena velocidad incluso con esta pequeña vela de proa y la mayor con un rizo, que llevamos metido desde ya ni me acuerdo cuando.
Es la hora de cervezita y tapa, para irme a dormir para acabar el día y despertarme con el comienzo de otro...uno menos para verte.
Continuará....
Pues nada mi amor, echo de menos que me digas algo, aunque sea un buenas noches o buenos días por mensaje...lo miro mil veces al día, pero nunca hay nada. Ya tienes la excusa para hacerlo, con lo de los sargazos y el pájaro cola larga, aunque no confío mucho en que lo hagas, la verdad.
Bueno, mil besos y achuchones para ti y para los niños...ains, como os echo de menos!
Papi, desde el GOA6, en mitad del Atlántico.
Hola amor:
Gracias por la información sobre las Sargazos, efectivamente el mar con ese nombre se encuentra a unas seiscientas millas al noroeste de nuestra posición, y las borrascas deben de arrastrar algunas algas hasta aquí.
Vamos allá con un pequeño resumen de lo pasado el día de ayer, que no es mucho, la verdad...
-viernes 01/12/2017: con mi primera guardia de hoy empiezo un nuevo día, pero también un nuevo mes. Ya estamos en diciembre, y casi estamos a mitad de camino entre Cabo Verde y nuestro destino en el Caribe. Bajo la luz de la luna y con un viento moderado y poca mar, escribo el diario. Pienso mucho en tí y en lo mucho que te gustaría estar aquí, sobre todo por la temperatura tan suave, incluso de noche.
Las guardias las paso observando el mar y leyendo. Y así, cuando me vengo a dar cuenta, empieza a amanecer. Las primeras luces del día traen consigo un aumento ligero del viento y, como todos los días, ponemos el modo regata con el código 0. Navegamos hoy de popa cerrada, a orejas de burro, y también la ola nos entra justo por la popa, lo cual ayuda mucho a avanzar haciendo la racha en ellas y además el barco se mueve menos.
También, como no, con el día empieza la pesca. Al poco un dorado de buen tamaño tiene suerte de que aún estemos saturados de su especie, y lo dejamos ir tras subirlo a bordo. Pero será el único del día, el resto de la jornada las sargazos no paran de engancharse en las trainas. Hay momentos que hay auténticas islitas de ellas, de unos cuantos metros cuadrados.
La mañana está muy nublada, y nos caen la primeras gotas de toda la travesía desde que salimos de Garrucha, aunque son pocas y al rato se despeja casi del todo.
Seguimos sin ver delfines, pero sobre el medio día vuelvo a ver una pareja de esos pájaros con la cola cual látigo. Son de tamaño medio, más bien pequeños, y blancos por completo por debajo.
Tampoco hoy vemos ningún barco, ayer al menos llevamos un compañero de AIS. Se trataba de un velero que navegaba unas diez o quince millas al norte en nuestro mismo rumbo. A pesar de estar cerca, no nos vemos, pues la visibilidad por estas latitudes es bastante mala, debido a la humedad del aire.
Nada destacable ocurre en todo día, solo el mar y el viento cambian a nuestro alrededor. Paso largos ratos ensimismado mirando las olas. También leo a ratos y duermo un par de cortas siestas. Esto forma parte del ritmo de sueño que he adquirido: por la noche, me acuesto pronto, a eso de las ocho y media para levantarme a las doce para mi primera guardia, que dura hasta las tres. Después vuelvo a dormir casi tres horas hasta las seis, cuando empiezo la segunda guardia. El resto de la mañana no suelo dormir más, a veces una cabezada de media hora antes de comer en la bañera o el salón, que es donde por la tarde, después de comer, suelo dormirme otro tanto.
La verdad es que me encuentro bien. Físicamente sólo la boca me molesta un poco, pero ni problemas en la piel de la cara ni ataques de lucecitas en los ojos (bueno, el otro día me dió un poco...). Psicológicamente estoy a gusto, solo un poco ansioso por llegar para estar con vosotros.
La noche cae y tras el cambio de velas y una cena ligera, me acuesto de nuevo. Mañana será un gran día, pasaremos por la mitad del recorrido, lo cual igual celebramos.
Continuará....
Bueno guapa, espero que os haya ido bien con las actividades y eso, y que estéis bien, felices y contentos. Os quiero.
Hola mi amor:
De nuevo aquí me tienes, en mi primera guardia, dispuesto a contarte el día de ayer. Son casi las una (hora local), la luna está casi llena y navegamos a buen ritmo bajo un Alisio moderado que nos lleva en volandas hacia el oeste. Pero vamos a lo que vamos, al día de ayer:
-sabado 02/12/2017: la noche está tranquila cuando me levanto. Se ve perfectamente gracias al estado tan crecido de la luna y hace un viento suave que, sin embargo, nos empuja a una buena velocidad.
Antes de amanecer aparece un barco en la pantalla del AIS. Esta justo a nuestra proa y va más despacio que nosotros. Aparece y desaparece, y la información que nos muestra al principio el AIS es escasa.Ya de día, vemos que le vamos dando alcance y que se llama Viktoria. No lo tendremos a la vista hasta que está a solo 5 millas. Se trata de un queche aparejado con vela mayor cangreja y sobre el medio día le hemos dado alcance y lo pasamos, dejándolo por estribor a poco más de media milla. Lo llamamos por radio para saludar pero no contesta nadie. Con los prismáticos vemos que es bandera inglesa, lo cual explica el silencio. La simpatía parece que no es lo suyo. Al atardecer ya sólo es un puntito blanco en el horizonte hacia el este, por nuestra popa.
Mientras tanto, a eso de las nueve, el carrete salta y algún pez saca casi todo el hilo en un instante. ¡Este es grande y no parece un dorado! Tras una hora de pelea y tener que poner el barco al pairo, conseguimos subirlo a bordo: es una hermosa barracuda de casi 20kg y dedico el resto de la mañana a limpiarla y trocearla de distintas maneras. Tendremos pescado para varios días: unas rodajas las congelamos, otras las dejamos para mañana, la parte de la cola la pongo en sal y el resto lo troceo en taquitos para hacerlo hoy mismo en encebollado, al estilo de como hacen en Cádiz con el atún. La receta la tengo guardada desde que salimos y me sale de rechupete.
Antes de todo ese trajín del pescado, hemos probado una configuración de velas que va perfecto para ir de popa cerrada y con vientos medios. Ponemos la mayor rizada y el foque a una banda, y el código 0 por la otra. El barco así navega muy estable y rápido.
Ya por la tarde nos visita un grupo muy grande de pequeños delfines mulares. Vienen a decenas y saltan y surfean las olas a nuestro alrededor un buen rato. Siempre es una alegría verlos y llevábamos al menos 6 días sin que nos visitaran.
Por supuesto seguimos viendo, constantemente, cientos de peces voladores. También pájaros, que da igual lo lejos que estemos de la costa que aparecen diariamente de la nada. Hoy no he visto los de la cola de látigo, pero si uno que no había visto antes: es muy grande y planea sin aletear bien alto en contra de los Alisios. Es oscuro por debajo y su silueta recuerda a la de un ave de presa. Los más abundantes, que vemos a diario, son unos pequeños, también oscuros, que parecen golondrinas y vuelan rápido a ras del agua.
La tarde pasa apaciblemente, leyendo la mayor parte del tiempo. Jose está enganchado a Maldito karma que le he proporcionado yo, y yo leo uno suyo, llamado Omertà, de Mario Puzo, que habla de la mafia italiana. Hace poco acabé Una columna de fuego, de Ken Follet.
Ya atardeciendo, pasamos el meridiano 44, lo cual significa que ya estamos a más de la mitad del trayecto entre Cabo Verde y el Caribe. Lo celebramos bebiendo una botella de buen tinto riojano mientras picamos algo y charlamos hasta tarde...¡tanto que me quedado dormido para mi guardia y Vladimir me ha tenido que despertar!
Estamos a mil millas de la isla de Antigua, que será nuestra parada de descanso antes de seguir hasta Tórtola, y llevamos hoy recorridas más de cuatro mil desde que salimos de Garrucha.
Continuará...
Bueno guapa, hoy estoy contento de más porque ya veo, aunque lejano, el momento de volver a veros, de abrazarte y besarte...cuéntame cosas de vez en cuando, anda, no me seas sosa.
Dale besos a los niños y al chucho un pescozón. Te quiero.
Papi, desde el GOA6 rumbo a poniente.
Hola mi amor:
Hoy comienza la semana en la que deberíamos ver tierra. Ahora mil millas ya nos parecen poca cosa, y eso es lo que nos queda para llegar. Por lo pronto, las jornadas se suceden tranquilamente, y sólo los pequeños detalles hacen que unos días sean diferentes a otros. Es como la superficie del mar sobre la que navegamos: es siempre lo mismo pero nunca es igual.
-domingo 03/12/2017: anoche, para celebrar nuestro Ecuador particular, nos bebimos una botella de vino y estuvimos hablando hasta tarde. Cómo resultado, me he quedado dormido y Vladimir me ha tenido que despertar. Cuando salgo, me dice que ha estado acojonado, pues un catamarán de 18m que va muy rápido nos ha cruzado la proa a menos de un cuarto de milla. Aún distingo su luz de alcance por estribor, rumbo al noroeste. Al poco tiempo, veo en el AIS que ha trasluchado y nos vuelve a pasar por proa, está vez ya a casi cinco millas.
La noche está muy despejada y la luna casi llena, por lo que se distingue todo muy bien y la superficie del océano brilla con fuerza bajo su luz. Casi no me doy cuenta de que empieza a amanecer, ya en mi segunda guardia.
Vuelvo a tirar una botella (la que nos bebimos anoche) con un mensaje, alguna llegará a manos de alguien, seguro. En este planeta, cada vez más poblado es solo cuestión de tiempo.
La mañana la ocupamos en temas culinarios. La verdad es que la cocina se ha convertido en el lugar más frecuentado. Cocinar nos sirve para entretenernos.
Para empezar, nos desayunamos unas tortitas cuya masa viene ya preparada en sobres, en forma de polvos que solo hay que mezclar con agua. Están muy buenas aunque tienen ese regustillo a bolleria industrial tan típico.
A continuación realizamos un intento de hacer pan, pero no amasamos bien los ingredientes y no conseguimos que suba la masa y fermente en condiciones. Mañana lo intentaremos de nuevo, pero no tendremos muchas oportunidades más, pues aunque tenemos mucha cantidad de harina y leche, los huevos comienzan a escasear y no podemos permitirnos desperdiciarlos.
Para desquitarnos de ese fracaso, hacemos humus, pero ésta vez de lentejas en vez de garbanzos. Lo hacemos así para gastar lentejas y probar, y el resultado es mejor de lo esperado, pues está mejor que el original.
La comida del mediodía la solucionamos rápido: al encebollado que sobró ayer le añadimos patatas fritas en taquitos, que yo mismo cocino, y lo recalentamos todo junto enlace cazuela. ¡Buenísimo!
La tarde transcurre apaciblemente, con una siesta corta, algo de lectura y sudokus. Lo único destacable es que vemos un barco en el AIS al norte de nuestra posición a unas doce millas. No nos aparecen muchos datos pero por su número mmsi sabemos que es español. Mientras espero a que parezcan más datos, sobre todo el nombre, para llamarlos por vhf y charlar con ellos, observo que cambia bruscamente de rumbo varias veces, así que decido llamarlos aludiendo a su posición, por si tienen algún problema de alguna clase. Resulta ser un pesquero gallego que está a la marrajera...no salimos de nuestro asombro al ver lo lejos que está de casa. Nosotros también, pero no trabajando pescando. Charlamos un rato y nos deseamos suerte mutuamente, ojalá les vaya bien a esos hombres.
Atardece y recogemos el código 0, corregimos un poco el rumbo para ponernos de aleta, pues hemos estado dos días en popa cerrada, y nos disponemos para pasar otra noche navegando, siempre navegando sin parar.
Y con eso, el día acaba, la noche cae sobre nosotros aunque casi no se nota, pues la luna llena está a nuestra popa e ilumina nuestra estela arrancando infinidad de destellos plateados.
Continuará....
Papi, desde el GOA6 rumbo a poniente.
Hola mi amor:
Dieciséis "capítulos" van ya, dieciocho días desde que salimos de Canarias y veinticinco que no os veo. Pero por eso mismo ya queda menos de una semana para llegar a nuestro destino. Unos días más y volveremos a estar juntos.
Vamos con el día pasado:
-lunes 04/12/2017: la noche hoy está oscura, pues un manto de nubes cubre la luna llena. Son altas pero espesas, y también las hay bajas del tipo cúmulo y cumuloninbo, que son las temidas nubes de chubascos, que a veces pueden traer, aparte de lluvias, vientos muy fuertes de más de treinta nudos. Por estas nubes vamos muy atentos al radar, que nos va marcando donde se forman chubascos a nuestro alrededor. En el caso de ver venir uno en nuestra dirección, podemos saberlo de antemano y nos daría la oportunidad de arriar todo el trapo y dejarnos zarandear hasta que pase. También por esas nubes vamos muy cortos de trapo y algo mas despacio. Por suerte la noche pasa y ninguno se forma cerca nuestra.
El amanecer hoy es lento (más de lo normal hasta ahora) y pesado, y nos deja un día gris y un mar ya picado de color plomizo. Estará así todo el día, aunque el sol asoma un par de ratos entre los claros.
Ni delfines ni pájaros nos visitan hoy, solo los eternos y abundantes peces voladores dan algo de vida al paisaje tan salvaje que es el océano, más aún en un día así. También hoy han vuelto las grandes manchas de sargazos.
Al mediodía, antes de comer, pasamos a menos de cincuenta metros de un tronco de un árbol muy grande, casi tiene un metro de diámetro y no quiero ni pensar lo que hubiera pasado si le pasamos por encima a la velocidad que vamos ahora, tras desplegar el código 0...todos nos quedamos mudos unos minutos.
Además, llevamos hoy otro compañero de viaje: un velero de dieciocho metros llamado Jimjams nos alcanza y pasa a unas diez millas por estribor, al norte de nuestra posición. Por supuesto, no se ve a simple vista, pues si la visibilidad por estas latitudes es bastante mala ya de por sí, hoy es peor al estar nublado. No nos llama por radio ni nosotros a el, hoy los ánimos están como el día, gris.
Comemos, como no, pescado. Esta vez con pisto.
La tarde transcurre tranquilamente, sin novedad y casi no nos hablamos, cada uno estamos ensimismados en nuestros pensamientos, parece que el día nos invita a ello. En mi caso, he pensado mucho en ti, te echo tanto de menos que me duele. He hecho un repaso de nuestras vidas juntos, de todos los malos y buenos momentos vividos, desde cuando viajabamos sin preocupaciones ni medios por toda Europa y Marruecos hasta ahora, en el TXO, pasando por cuando los niños se unieron a nuestras vidas, a nuestro viaje por ella... está mereciendo la pena, me alegro de estar haciendo esta vida contigo.
Al fin, la noche cae y con la oscuridad el viento sube y nos obliga a arriar el código 0, seguiremos de noche con el foque, más tranquilos pero más seguros, hasta que mañana, con las primeras luces, ya veremos como se presenta el día...
Continuará....
Buenos días, mi amor. Os quiero.
Papi desde el GOA6 navegando por el Atlántico rumbo al Caribe.
Hola mi amor:
Seguimos navegando, incesantemente, hacia el oeste, sobre la superficie de un océano que parece infinito. Es un tópico decir que uno se siente muy pequeño aquí, pero es la pura verdad, es casi sobrecogedora la sensación de soledad a estas alturas de la travesía.
Los días se suceden, a ratos con la sensación de que pasan rápido y otras veces parecen no acabar nunca. Ahí va el día de ayer:
-martes 05/12/2017: al comenzar mi primera guardia, y con ella un nuevo día, observo que la luna llena lucha por hacerse un paso entre las nubes. Al poco rato lo consigue, las nubes parecen huir de ella y se impone la claridad plateada sobre la superficie del mar. El viento es suave y la ola cada vez más pequeña. Después de una noche muy tranquila, amanece y está despejado, a medida que avanza el día hace más calor, y el viento es cada vez más flojo.
En todo el día no veremos ni otros barcos, ni pájaros, ni otra cosa que no sea agua y peces voladores.
A bordo aprovechamos para ducharnos y poner un poco de orden y limpieza en nuestros camarotes.
Seguimos sin pescar, de manera voluntaria, pues aún tenemos unas buenas rodajas de barracuda en el congelador, y hemos estado comiendo de ella hasta ayer mismo. Hoy toca carne y le toca el turno a la última que llevamos a bordo (latas a parte): costillas con salsa barcacoa.
Haciendo un recuento de comida nos damos cuenta de que tenemos como para cruzar otra vez. Al salir la compra se hizo pensando en más tripulación, y aunque Vladimir come como tres, nos va a sobrar mucha comida. No sé muy bien que haré con ella una vez allí, quizás esconda lo que no caduque en algún rincón de la sentina, nunca se sabe cuando me hará falta.
La tarde pasa sin más, está siendo un día aburrido en general. Como el mar está cada vez más en calma, intento divisar alguna ballena o algo, pero es en vano.
A eso de las seis el viento ya casi no nos mueve, y no me importaría quedar incluso al pairo en otras circunstancias (contigo a bordo, por ejemplo), pero no nos podemos retrasar mucho más en la entrega del barco y arranco motores. Esta noche tendremos el runrún de fondo, pero así, de paso, cargaremos baterías a tope y rellenaremos los depósitos de agua dulce con la desaladora.
Para mí el día acaba con el atardecer, tras el cual me acuesto, pues hoy no he dormido ningún rato durante la jornada y estoy cansado.
Nos quedan unas 650 millas, pero el ritmo de ayer y de hoy ha sido muy bajo, así que calculo que tardaremos un día más de lo que esperábamos hace poco. Que se le va a hacer, aquí el que manda es Eolo y Neptuno....
Continuará....
Pues nada, guapa, ya ves que el relato de hoy es cortito y no tiene nada especial, pero ha sido un día soso y yo no estoy inspirado para enrollarme...lo siento. Mañana será otro día y quién sabe lo que nos deparará.
Aguanta el frío que en nada estoy contigo....te quiero.
Papi, desde el GOA6 rumbo a poniente.
Hola mi amor:
Seguimos de travesía, un día más. Como de costumbre ya, estoy recién levantado, es media noche, empiezo guardia y nuevo día escribiéndote estás lineas para contarte la ocurrido el día anterior:
-miércoles 06/12/2017: seguimos a motor desde ayer a las seis de la tarde, aunque ahora sopla un ligero Alisio y me propongo observarlo por si se establece, no vaya a ser algo momentáneo y el trabajo de izar velas no sirva para nada. Bajo un cielo medio nublado pero iluminado por la luna pasan las primeras horas, hasta que a las tres es el turno de Vladimir y antes de irme a acostarme otro rato, entre los dos, izamos el código 0 y paramos motor. No vamos muy rápido pero avanzamos, es suficiente.
En mi segunda guardia, antes del amanecer, observo que el viento sigue igual, flojo pero constante. Confío en que suba a lo largo del día o que al menos no desaparezca.
El amanecer hoy es espectacular. Hay una capa de nubes altas formadas por pequeños cúmulos, a modo de trozitos de algodón cuya parte inferior está aplanada, y la luz anaranjada del sol saliente las alumbra y colorea de manera increíble. Las nubes, a su vez, reflejan está luz hacia la superficie del mar, que adquiere un aspecto sedoso, como si estuviera pintada al óleo. Hago fotos, aunque sé que esta es una de esas imágenes que será bonita, pero nunca podrá reflejar las sensaciones que en uno provoca al formar parte del momento.
La mañana transcurre apaciblemente. Nos movemos a unos cinco nudos y el océano está prácticamente en calma, solo hay una pequeña mar de fondo del sureste que nos va dando empujoncitos de vez en cuando, como si quisiera ayudarnos a ir más rápido.
Nos entretenemos buscando la mejor combinación de velas para este rumbo, de popa cerrada, y este viento que no pasa de los doce nudos de real. La encontramos en lo que Cocua Ripoll llamaba "alas de paloma" en su Archivald. Esto es, con dos velas de proa una por cada banda. Por babor llevamos el foque, abierto todo lo que podemos mediante inventos, y por estribor el código 0. Ayer, además llevábamos la mayor rizada abierta por babor, en una combinación entre "orejas de burro" y "alas de paloma" que nosotros bautizamos entre bromas como "alas de burro" u "orejas de paloma", como se quiera.
Comemos unos macarrones con chorizo que cocina Jose, y hacemos recuento de comida y vemos que el menú diario se va complicando, pues las cosas frescas ya están en las últimas. ¡Se acerca el momento del lateo!
La tarde se hace larga, porque aparte del ritmo lento del navegar, que se contagia en nuestro estado de ánimo, hemos entrado en un nuevo huso horario y cambiamos la hora a otra hora menos, ya van tres.
Paso un rato en "la terraza", como le decimos a la parte de arriba de la cabina, observando el mar y buscando cualquier novedad en su superficie. Solo veo peces voladores, pero también a una pareja de pájaros de esos de cola larga, que como aún no me has dicho cómo se llaman, llamo "colilarga". Esta vez no están volando, sino que están apaciblemente posados sobre el agua, con su larguísima cola haciendo un arco y bien levantada, como para que no se le moje. Me hace gracia verlos, están muy juntitos el uno del otro y me los imagino ahí, charlando de sus cosillas mientras flotan en la inmensidad del océano.
Al atardecer, el viento casi desaparece a la par del sol, y de nuevo arrancamos motor, ya veremos hasta cuando.
Y así acaba el día, otro día tranquilo en el que no hemos visto otros barcos ni señales de vida casi. Otro puntito en la carta, este más cerca de nuestro destino que los anteriores, tan cerca que ya dan ganas de asomarse por proa y otear el horizonte en busca de tierra, pero aún quedan unas quinientas millas...¡son tantas y tan pocas a la vez!
Continuará...
Y ya está, poca cosa que contar a bordo, la verdad. Aquí una persona sin paciencia ya haría días que se habría tirado por la borda.
A ver qué nos depara el día de hoy, un día más vivido y un día menos que queda para estar contigo. Te quiero. Os quiero.
Papi desde el GOA6 navegando sin parar.
Hola mi amor:
Vamos allá con el día que ha acabado para mi hace muy poco, te adelanto que día movidito...
-jueves 07/12/2017: la noche la pasamos a motor, aunque empieza a levantarse algo de viento y el mar empieza a agitarse. La luna comienza a taparse entre nubes. En mi segunda guardia ya hay una brisa y con la primera luz del alba, izamos mayor y foque y paramos motor. Hay una mar de fondo de tres o cuatro metros que viene del norte, casi nos da de través y empieza a formarse mar de viento del noreste...¡comienza la coctelera! . El cielo está muy feo, y se ven nubes de chubascos por varios sitios a nuestro alrededor. Como adelanto, nos cae una fina lluvia durante unos minutos.
Al poco rato el viento sigue subiendo y se establece alrededor de los veinte nudos, pero nos pasa un chubasco por encima y las rachas se ponen de treinta. Al intentar enrollar el foque en una de esas subidas repentinas del viento, la polea del puño de escota salta en mil pedazos y tenemos que cambiarla por otra en medio de un infierno de lluvia y viento a partes iguales.
No será el único chubasco que nos pille hoy, algunos con auténticos aguaceros.
Entre uno y otro, vienen los delfines a saludarnos, y una pareja de colilargas (parece que siempre van en parejas) nos sobrevuelan varias veces bien cerca. Puedo observarlos perfectamente, son realmente bellos de plumaje y de un volar grácil: aletean y planean por igual en medio del fuerte viento que nos azota.
En un claro entre dos nubes, a unas dos millas por nuestro través de estribor, el sol se abre paso y de repente veo...¡Un velero! Esta cerquisima nuestra y no lleva AIS, pero ahí está, navegando más despacio que nosotros (que vamos realmente rápidos) con mayor y foque. Casi al instante nos llaman por radio. Un hombre con voz ronca nos habla en inglés con acento francés y al darse cuenta de que somos españoles nos pasa con una voz femenina que nos habla en español. Se trata de un barco francés de nombre Gulam (o algo así entendemos) cuya tripulación consta de tres franceses y ella, mitad francesa mitad dominicana. Van a Martinica y se alegran mucho de vernos, pues dicen que somos el primer velero que ven desde que salieron de Canarias...¡El día 11! Nos quedamos alucinando, nosotros salimos de Garrucha el 9 y los estamos pasando. Nos cuentan que han estado encalmados muchos días, pues no ganaron suficiente sur. Nos despedimos deseandonos mutuamente buena suerte
y les
damos ánimos, pues están ya muy cerca de su destino. Poco a poco va quedando por nuestra popa hasta que un chubasco se los traga a ellos primero y después viene a por nosotros.
La comida hoy está complicada de hacer, pues nos movemos mucho, pero eso no amilana a Jose, que se curra una tortilla de patatas, eso sí, con las patatas y la cebolla de bote.
Por la tarde el viento arrecia incluso un poco más y tenemos que rizar el foque (la mayor ya la izamos rizada).
Y así se nos hace de noche, cabalgando grandes olas y pasando chubascos, atentos a todo pero disfrutando del gran ritmo que llevamos, que nos acerca rápidamente a las Antillas....
Continuará
Bueno, pues son las 00:45 del viernes ya y seguimos con mucho viento y mar, pero navegando rápido. He dormido en el salón por si acaso un chubasco fuerte nos pilla y hay que maniobrar con las velas.
Hoy se cumplen 20 días desde que zarpamos de Canarias, 28 desde Garrucha...demasiados días sin verte.
Hasta mañana, guapa. Te quiero. Os quiero
Papi desde la coctelera GOA6 con el reflejo de la luna en la popa.
Hola mi amor:
Hoy te escribo por última vez desde el Océano Atlántico, el siguiente relato será ya, si nada se tuerce, desde el Mar del Caribe, seguramente desde la Isla de Guadalupe. Pero vamos primero a ver cómo ha pasado el día que acaba de terminar...
-viernes 08/11/2017: cuando me levanto para mi guardia el viento sigue igual, de una intensidad por encima de los veinte nudos y nos empuja con energía. Hoy haremos muchas millas. Pero lo que me llama la atención no es el viento, es la mar...el cielo está despejado y la luna, aunque ya está menguando, ilumina su superficie y deja ver las olas, rompientes muchas, y a la velocidad que se mueven con el viento. Las estrellas aparecen por millares y, a pesar de la luna, brillan con fuerza. Dedico un rato a observarlas e intentar identificar las que he aprendido durante la travesía: Sirius, Canopus, Castor y Póllux, el Can menor...
Me acuerdo del velero francés avistado ayer y me pregunto cómo estarán a bordo en este instante, quién estará de guardia y quién durmiendo. Somos pocos humanos los que estamos por aquí en este momento. Pienso en llamarlo para darle las buenas noches y desearles buenas guardias, pero hago un rápido calculo mental y creo que no estamos ya en cobertura de la VHF. Nosotros vamos dos nudos más rápido y después de tantas horas estarán lejos.
La noche transcurre tranquila, aparte del traqueteo debido al estado del mar y a la velocidad que llevamos.
El amanecer hace presentir lo que será hoy: un magnífico día de navegación, bajo un Alisio potente y sobre un mar poderoso de un color azul intenso y profundo, tachonado de pinceladas blancas de la espuma y de manchas de azul turquesa allí donde las olas rompen con más fuerza.
Por la mañana me dedico a mirar ensimismado el navegar del barco y el mar corriendo a nuestro alrededor, así como a hacer los apuntes y cálculos diarios con respecto a la navegación. La última singladura, desde las doce del mediodía de ayer hasta las doce de hoy, hemos batido nuestro propio récord:175 millas. Si seguimos así llegaríamos la noche del sábado al domingo a Antigua. No quiero llegar de noche, así que pienso que, si seguimos a este ritmo, pararemos mañana en Guadalupe, que está algo mas cerca y a la que llegaríamos por la tarde. Así se lo propongo a la tripu y sus caras reflejan la alegría que sienten por verse en tierra antes de lo esperado.
El menú de hoy ha sido de arroz con setas y curry por cortesía de Jose. Mañana yo cocinare un arroz con tomate y barracuda. Hay que comer arroz, tenemos mucho y si a los asiáticos les va tan bien comiendo todos los días arroz, no puede ser malo.
La tarde pasa sin novedades, el viento amaina un poco y sacamos el código 0, pero al cabo de tres horas vuelve a subir y tenemos que arriar lo a toda prisa.
La noche cae sobre nosotros y promete ser otra gran cabalgada nocturna como anoche, pero sin la amenaza de los chubascos como al principio de la noche de ayer.
Hago unas judías salteadas con patatas, cebolla y nuestros últimos dos huevos revueltos y, tras la cena, me dispongo a dormir antes de mi guardia, hoy en el camarote, nada de salón.
Me duermo pensando en si esta noche veremos ya los faros de alguna isla, creo que no, pero lo que si deberíamos es ver tierra lo largo de la mañana...¡ya veremos!
Continuará....
Pues sí, mi amor, estamos a poco más de 100 millas de Guadalupe, donde descansaremos el domingo para el lunes navegar rumbo a Tórtola, ya en el interior del Mar del Caribe. Llegaríamos allí a los largo del martes o miércoles de madrugada.
Estoy que aún no me creo que lo hayamos conseguido, y tengo una mezcla de sensaciones extraña; alegría por llegar, tristeza por dejar de navegar, emoción de conocer sitios nuevos, ansiedad por verte a ti y a los niños, remordimiento por haber hecho esto sin ti....y no se cuantas cosas más.
En fin, por encima de todo estoy deseando llegar a tu lado y contarte todo lo vivido, aunque ya tengas un adelanto a través de estos pequeños relatos.
Te quiero, os quiero.
Papi, a bordo del GOA6, cabalgando la luna hacia Guadalupe.
Hola mi amor:
El día de ayer, como sabes, fue el día que llegamos, y ahora son las 7:30 de la mañana y te escribo desde unas playa de blancas arenas y vegetación exuberante. Así es como llegamos hasta aqui:
-sabado 09/12/2017: durante las primeras horas de esta jornada, aún de noche, seguimos navegando a la vela a muy buen ritmo, y paso mis guardias observando las olas con la luz de la luna reflejada y las estrellas. La ansiedad por ver tierra se hace patente en nosotros durante la mañana, y la pasamos cambiando el rumbo y la configuración de las velas constantemente, para hacer correr el barco lo máximo que podamos, lo cual no es fácil, pues el viento rola unos grados y cambia de intensidad con hoy. Al final, después de comer, amaina y arrancamos motor, poniendo rumbo directo al norte de la isla Marie-Galante.
Elegimos esta isla porque es la que mejor nos pilla para nuestra arribada y posterior salida (tenemos que continuar hacia Tórtola), porque vemos que tiene un buen fondeo a sotavento y porque nunca antes habíamos oído hablar de ella...
Marie-Galante es una isla que pertenece a Francia, tiene un contorno redondeado y unas 10 millas de diámetro. Esta al sureste de Guadalupe, a tan solo quiere o veinte millas de distancia. No es muy alta ni montañosa, pero sí muy verde.
Comemos arroz con barracuda, y me sale exquisito.
Ya cerca de la isla, comenzamos a ver botas de pescadores y un gran pájaro pesca a nuestro alrededor.
El paisaje de la costa es agreste, muy acantilado y con la vegetación cubriéndolo todo, pero no vemos playas. Es normal pues está parte de la isla, de barlovento, está siempre azotada por los vientos Alisios y las grandes olas del Atlántico, que llegan aquí después de cientos de millas desde que se formaron.
Doblamos una pequeña punta que hay al norte de la isla y aparece el Caribe de verdad...lo primero que vemos es un islote con dos o tres palmeras encima, es de película, la típica isla de náufragos. También vemos un par de playas con arena blanca y nos dirigimos hacia una de ellas. El agua tiene un bello color turquesa, pero no está nada clara, no se ve el fondo. Suponemos que es debido a que hay algo de mar de fondo aún y la arena está revuelta.
Por fin, tras tantos días navegando, echamos el ancla, paramos motor y nos damos nuestro primer baño en aguas del Caribe.
El resto de la tarde, ya pocas horas, lo pasamos de celebración, charlando, bebiendo y fumando hasta que caemos rendidos y bastante "tocados".
Hemos decidido que mañana iremos a Guadalupe, a la civilización, pasar allí el domingo y el lunes zarpar hacia la última etapa del viaje.
Continuará....
Pues nada, guapa, voy a ver si desayuno y nos ponemos en movimiento. En un rato hablaremos, o eso espero...te quiero. Os quiero.
Papi, desde el GOA6, fondeados en Marie-Galante
Hola mi amor:
Tras el paréntesis de ayer, de nuevo te escribo esto mientras navegamos durante mi primera guardia, para contarte lo sucedido durante el día que acaba de terminar para nosotros:
-domingo 10/12/2017: hoy el día comienza para nosotros igual que para casi el resto del mundo, por la mañana. Son las siete cuando la claridad del nuevo día me despierta. He dormido de un tirón, tan profundamente que no me he enterado de que anoche llovió, mucho a ratos, según me cuentan. No parece haber resaca. Bien.
Desayunamos tranquilamente mientras observamos el nuevo entorno. Hay más olas que ayer en la playa, por lo que decidimos abortar el plan que teníamos de bajar a la playa con el dingy. Levantamos el fondeo y nos dirigimos a la isla de Guadalupe, con la intención de ver un nuevo sitio y a ser posible comprar alguna cosa que se nos acabó hace días, como los huevos.
Después de unas cuatro horas, estamos ya frente a la Marine de Riviere Sens, en el suroeste de esta isla montañosa con forma de mariposa. El paisaje es sobrecogedor, pues esta zona es muy montañosa, y entre todas las colinas sobresale el pico más alto, con la típica forma de cono volcánico. Pero a diferencia de Canarias aquí la vegetación cubre todo hasta la misma cima, a pesar de que mide más de mil quinientos metros.
Pero si el paisaje me gusta, lo que veo a pie de mar no. Son cientos de casas de estilo francés, carreteras, puentes, naves industriales y comercios, un pequeño puerto comercial y una marina....al acercarnos al fondeo que parece en la carta, oímos la sirena de una ambulancia y el repicar de las campanas de una iglesia. Encima el fondeo es muy malo, en mucho fondo y frente a una escollera por donde tendríamos que desembarcar. Miro la carta y solo a siete millas hacia el norte veo una pequeña cala bien protegida y tras una breve deliberación, decidimos comer y pasar la tarde allí, aunque no podamos comprar nada.
A eso de las dos y media fondeados en una ensenada que tiene una playa de negros chinorros al fondo y que está rodeada de espesa vegetación, entre la que destaca la más emblemática del Caribe: los cocoteros.
Pero el sitio no es perfecto, ya que una carretera pasa por allí y el tráfico es bastante intenso. Después de comer Vladimir quiere bajar a tierra y andar hasta un pueblo que hay a menos de un kilómetro. Jose se apunta sin muchas ganas. Yo me quedo a bordo. Me apetece mucho más descansar y pasar la tarde admirando el entorno que viendo casas, coches y gente y andando por una carretera.
Mientras estoy tumbado me fijo en la vegetación. Hay árboles de mil especies diferentes, con absolutamente todos los tonos de verdes. En una rama de uno hay un enorme pelícano, de casi un metro y medio de envergadura.
La cala está llena de barcos fondeados, en su mayoría en boyas con fondeo permanente, sin nadie a bordo. Y son casi todos pequeñas lanchas de pesca recreativa. También se ven restos del último huracán, en forma de trozos de barcos en algunos puntos de la orilla.
En tierra, la mayoría de gente que veo es de raza negra, que parece ser que es el 95% de la población de la isla.
A las siete y media, con las últimas luces del día, levantamos fondeados e iniciamos la que será nuestra última etapa de este viaje. Ponemos rumbo a Tórtola y poco a poco dejamos atrás la isla de Guadalupe y sus luces, mientras cenamos unas huevas a la plancha.
Antes de irme a dormir izamos mayor y foque y apagamos motor. Una ligera brisa por el través de estribor nos impulsa hacia nuestro destino a rumbo directo.
Continuará....
Y eso ha sido más o menos todo lo ocurrido en el día de ayer, dedicado a descansar casi por completo.
Que tengáis un buen día a pesar de la borrasca que parece ser que tenéis encima...mil besos a los tres. A ti por partida doble.
Papi, a bordo del GOA6 navegando por el mar del Caribe.
Hola mi amor:
Hoy ya es miércoles 13 de diciembre, y te escribo, después de un par de días, mientras navegamos a unas 25 millas de nuestro destino final, Tórtola. Hace una noche increíblemente buena, sin nada de luna y con el cielo más estrellado de toda la travesía. De vez en cuando una estrella fugaz rompe la quietud del firmamento. Vamos a motor, a muy bajas revoluciones para andar poco y llegar de día.
Pero vamos a ver cómo hemos llegado hasta aquí:
-lunes 11/12/2017: Desde que salimos del fondeo de Guadalupe el cielo está muy nublado, y durante mi guardia llueve mucho, a ratos con mucha fuerza. Ya de día vemos que estamos rodeados de islas, todas con la silueta inconfundible de su origen volcánico. La isla de Saba es el típico cono volcánico que emerge de las profundidades del océano. Pasamos lejos de casi todas, pero aún así se intuye el verdor de su exuberante vegetación.
Curiosamente no vemos otros barcos de recreo, solo mercantes, casi todos petroleros. Y es que una de esas islas es una auténtica refinería, con un largo dique en el que estos monstruos descargan el crudo. Es la isla de Sant Eustatus.
Ya por la tarde navegamos rumbo directo a St Martin, donde Vladimir se queda en tierra para volver a España desde allí. Su origen moldavo le impiden viajar desde algunos sitios sin visado.
Llegamos ya de noche a la bahía de Simpson, donde fondeamos entre decenas de veleros justo a la entrada del canal de acceso a un lagoon donde están las marinas.
Celebramos nuestra llegada y última noche juntos dando cuenta de una botella de champán y otra de ron, mientras charlamos sobre lo que ha sido esta aventura para cada uno. Evidentemente esta noche dormiremos bien, sin ruidos ni movimientos y cansados y bajo los efectos del alcohol como estamos...
-martes 12/12/2017: por la mañana podemos ver dónde nos encontramos: el fondeo en si no está mal, pero el paisaje deja mucho que desear. Hay muchas casas y construcciones de todo tipo y todo está muy destruido. El efecto del huracán Irma aún queda muy patente. La mayoría de las casas tienen desperfectos y muchos tejados han desaparecido.
Cuando bajamos a tierra, tras desayunar, vemos los destrozos más de cerca. Casi todos los coches van con algún cristal roto y las palmeras rotas y escombros están por todos lados. Realmente tuvo que ser una catástrofe.
Por fin nos deshacemos de la basura acumulada a bordo desde que salimos de Cabo Verde, y a continuación nos dirigimos a un bar en busca de wifi y , como no, una cerveza del lugar. Apenas estamos en tierra un par de horas, el tiempo de recibir y mandar mensajes, ir a comprar alguna cosa para el último día navegando y despedirnos de Vladimir, que se va en taxi hacia el norte de la isla, donde está el aeropuerto. ¡Adiós Vladi, ha sido un placer!
Volvemos a bordo Jose y yo, ya solo quedamos nosotros. Levamos ancla y de nuevo nos ponemos en marcha para afrontar las últimas 90 millas que nos separan de Tórtola.
La tarde pasa lentamente, hace muy buen tiempo y nos acompañan varias mariposas que revolotean alrededor del barco y después siguen su camino, en nuestra misma dirección.
Antes del atardecer vemos muchos pájaros dándose un festín, y desviamos el rumbo mientras echamos la caña. Queremos pescar el último pez de la travesía, y casi lo conseguimos: uno pica y tras un rato de trabajarlo, cuando ya está cerca del barco, se suelta y nos quedamos sin la última cena de pescado fresco...¡haremos una tortilla de patatas en su lugar!
Último atardecer del viaje, y es espectacular como siempre, aunque hoy tiene ese aura especial por ser el último. Lo contemplamos callados, sumidos en nuestros pensamientos, dando un repaso a tantos días a bordo.
La noche cae sobre nosotros y la oscuridad trae las estrellas, que hoy parecen ser más que nunca, como si todas hubieran querido estar presentes para despedirse de nosotros...
FIN
Pues eso ha sido todo, mi amor. Mañana desde Tórtola intentaré hablar con vosotros y espero contarte mi plan de vuelta.
Pase lo que pase, que sepas que te quiero, ahora más que nunca. Tantos días sin verte, y rodeado del océano, no han hecho más que aclarar más aún mis sentimientos hacia ti.
Papi, desde el GOA6, llegando a su destino en el Caribe.