29-12-2019, 11:28 AM
Transcribo la parte náutica de un reportaje del diario El País sobre errores judiciales:
Dos años sin amarre en el puerto de Palma.
Christian Ludwig no ha podido, durante casi dos años, atracar ningún yate en el amarre que posee en el punto 588 del puerto de Mallorca. A la Guardia Civil, con orden del Juzgado Central 6 de la Audiencia Nacional, se le ocurrió ubicar allí, precintada, una lancha de 10,5 metros de eslora y 2,5 de manga decomisada a una organización criminal. Cuando, en enero de 2015, el dueño quiso utilizar su amarre vio que no podía. Estaba ocupado por otra embarcación desconocida. La Guardia Civil le explicó que era cosa del juzgado y que no se podía tocar. Durante meses, Ludwig se dirigió al juzgado “en innumerables” ocasiones para pedirle que se llevara de allí el barco, que necesitaba el amarre y que además se acercaba la campaña de verano. Entró en un laberinto judicial.
El juzgado se limitó a decirle que se dirigiera a la 17.ª Zona de Guardia Civil de Baleares. Esta le dijo que carecía de medios para realizar ese traslado y que acudiera al juzgado. Pasaron los meses, y hasta dos campañas estivales más, y el barco seguía allí desde 2014, cuando fue requisado. En noviembre de 2015 envió otro escrito de queja al juzgado, pero este volvió a remitirle a la Guardia Civil. Y lo hizo, pero el barco no se movía de allí.
El 7 de marzo de 2016, el juzgado le indicó que, dadas las dimensiones del barco, “no era posible trasladarlo a través de los medios oficiales”. Y le adjuntó un presupuesto de 1.050 euros de la empresa Miron Climent para que esta, que sí disponía de medios, se lo llevase “a un dique seco de zona pública”. El dinero debía abonarlo un tal Riepenhausen, el dueño de la barca okupa.
En 2017, harto de enviar escritos estériles, Ludwig presentó una demanda al Ministerio de Justicia en la que se quejaba de que seguía sin poder utilizar su punto de atraque y pedía 50.054 euros por los perjuicios ocasionados. El Consejo del Poder Judicial le ha dado la razón: no está obligado a soportar en su amarre un barco de otro.
País de locos.
Dos años sin amarre en el puerto de Palma.
Christian Ludwig no ha podido, durante casi dos años, atracar ningún yate en el amarre que posee en el punto 588 del puerto de Mallorca. A la Guardia Civil, con orden del Juzgado Central 6 de la Audiencia Nacional, se le ocurrió ubicar allí, precintada, una lancha de 10,5 metros de eslora y 2,5 de manga decomisada a una organización criminal. Cuando, en enero de 2015, el dueño quiso utilizar su amarre vio que no podía. Estaba ocupado por otra embarcación desconocida. La Guardia Civil le explicó que era cosa del juzgado y que no se podía tocar. Durante meses, Ludwig se dirigió al juzgado “en innumerables” ocasiones para pedirle que se llevara de allí el barco, que necesitaba el amarre y que además se acercaba la campaña de verano. Entró en un laberinto judicial.
El juzgado se limitó a decirle que se dirigiera a la 17.ª Zona de Guardia Civil de Baleares. Esta le dijo que carecía de medios para realizar ese traslado y que acudiera al juzgado. Pasaron los meses, y hasta dos campañas estivales más, y el barco seguía allí desde 2014, cuando fue requisado. En noviembre de 2015 envió otro escrito de queja al juzgado, pero este volvió a remitirle a la Guardia Civil. Y lo hizo, pero el barco no se movía de allí.
El 7 de marzo de 2016, el juzgado le indicó que, dadas las dimensiones del barco, “no era posible trasladarlo a través de los medios oficiales”. Y le adjuntó un presupuesto de 1.050 euros de la empresa Miron Climent para que esta, que sí disponía de medios, se lo llevase “a un dique seco de zona pública”. El dinero debía abonarlo un tal Riepenhausen, el dueño de la barca okupa.
En 2017, harto de enviar escritos estériles, Ludwig presentó una demanda al Ministerio de Justicia en la que se quejaba de que seguía sin poder utilizar su punto de atraque y pedía 50.054 euros por los perjuicios ocasionados. El Consejo del Poder Judicial le ha dado la razón: no está obligado a soportar en su amarre un barco de otro.
País de locos.