Vega fue la estrella Polar hace unos 14.000 años, un importante faro para los navegantes y caminantes de aquellos tiempos. Vega está situada en la constelación de la Lira, concretamente en su mango. La lira no es fácilmente identificable en el cielo debido al poco brillo de sus componentes, pero sí que facilitamos su situación si localizamos a Vega, una de las más luminosas del cielo del estío y que forma con Altair, en la constelación del Cisne, y Denebola, en la constelación del águila, el famoso triángulo de verano.
Para localizar bien este triangulo hay un truco: situarse mirando hacia el Este y extender la palma de la mano izquierda. Sabiendo que la mano extendida puede abarcar unos 25 grados del firmamento, cubrir a Vega con el pulgar y siguiendo el arco que forman los dedos, encontraremos en el meñique a Deneb, la más discreta. Para encontrar Altair, deberemos buscar bajo nuestro antebrazo, a medio camino del codo a la muñeca.
Este año 2021 recién estrenado, comienza para mí con mucho mejor pie que el pasado año y aunque no haya acontecido ninguna desgarradora historia de la mar, ni grandes navegaciones en este arranque del nuevo año, si que tengo para contar una pequeña historia épica de lucha por la vida, en la que el mar, lo presiento, desempeñará un papel importante.
Este es uno de esos aconteceres que te sorprenden, de esos que te dejan una marca imperecedera de esperanza, de esas pequeñas historias que te hacen creer en que hay gente con valores, incluso muy por encima de los tuyos.
Por preservar la intimidad me presto a no divulgar los auténticos nombres de los protagonistas, lo cual tampoco tiene gran relevancia.
Antonio llevaba un tiempo siguiendo mis pasos en mis idas y venidas por el golfo de Cádiz y por fin, una tarde en Sevilla, nos encontramos. Tras los primeros cambios de impresiones, me percaté al instante que tenía en mí presencia, una de esas personas que no te dejan indiferente y cuando grosso modo conocí su historia reciente, tuve el presentimiento de algunos cambios en mis percepciones personales que trascenderían más allá de conceptos existenciales circunscritos a mi entorno cercano y que te recuerdan lo efímeras y precarias que son nuestras vidas.
Antonio me contaba, cómo el verano pasado, en una playa gaditana, trataba de mejorar la movilidad de su anciano padre ayudándolo a darse unos baños de mar, hasta que reparó en dos señoras de las que una de ellas, también con problemas de movilidad, necesitaba de su ayuda para desatascar la silla de ruedas trabada en la arena. Cuando se acercó quedó sorprendido al descubrir la postración de una mujer a un paso de la madurez, escondida en si misma, estando sin querer estar, con un desánimo antinatural, como esperando impasible que la parca se la llevara.
Impresionado por la belleza de sus ojos verdes, según me confesó Antonio y en un arranque de atrevimiento, la dijo al oído para que no lo oyera la cuidadora y las personas que estaban a su alrededor “A que esperas para sanar tu alma”
Esa frase según expresó posteriormente Ana, a la que tres años antes la habían diagnosticado ELA, fue como accionar un interruptor, lo que la hizo encender en su interior una luz a esperanza
Antonio, vinculado desde hace años a la ortodoxia medica vigente, la misma que no hacía mucho ya había desahuciado a la muchacha, es también ferviente defensor de otros alternativos modos de curación, en los que la mente y la ilusión por la vida tienen mucho que decir.
Este hombre, en el corto periodo de menos de un año ha conseguido que Ana haya recuperado las ganas de vivir y no solo eso, de verse confinada en una silla de ruedas sin movilidad, a mantenerse en pie y dar unos pasitos con la inestimable ayuda de Antonio, además de lograr modular la voz, recuperando parcialmente el habla.
Todo ello, porque mi amigo, ha sido capaz, con enorme paciencia y cariño, ilusionar a Ana con historias de la mar, con relatos de cuando anteriormente navegaba en su propio velero, transmitiendola esa sensación de libertar que aún atesora el ancho mar y con el no menos ilusionado propósito de hacerse con otro velero adaptándolo a la discapacidad de la chica, para navegar juntos y hacerla vivir con entusiasmo esas sensaciones en su propia piel, ayudándola a mitigar y retrasar todo lo posible su deterioro funcional.
Pero esta historia de abnegación quedaría a medias si no fuera por mi propia vivencia, la cual quiero compartir, desde un punto de vista ajeno.
Hace un par de días Antonio me propuso navegar con Ana en el Bahía de las Islas, para que experimentase en propia persona, esas sensaciones, que llevaba tiempo transmitiendola. En buena lógica, sin pensármelo dos veces acepté el reto de cumplir la ilusión de ambos por sentirse a flote, aunque solo fuese un corto periodo de tiempo.
Determinamos el día y puntualmente allí se presentaron en el puerto que acordamos, Antonio empujando la silla de ruedas con Ana bien abrigada, expectante a su nueva experiencia, silenciosa, inmóvil, con la sonrisa reflejada en la cara cuando me la presentó y esos ojos verdes de largas pestañas y mirada lánguida que también a mí me deslumbraron.
Estas situaciones me superan un poco, a pesar de que no haya sido la primera vez que que he tenido contacto con personas afectadas por tan ignominiosa enfermedad degenerativa.
El primer inconveniente que afrontar, era subir a Ana al barco, sin ninguna adaptación previa desde su silla de ruedas, pero con la actitud de Antonio, en todo momento tranquilizadora me dejé ir. Afortunadamente el Bahía tiene puerta entre los candeleros laterales lo que facilitaba poder sentarla en la regala, para seguidamente incorporarla subiéndola a pulso y con torpes pasitos recorrer el pasillo hasta la bañera donde la instalamos con unos cojines.
En esos momentos me vino a la mente aquella célebre frase cuando se pisó la Luna por primera vez, "Un pequeño paso para un hombre, un gran salto para la humanidad" aquí puedo afirmar “ Unos pequeños pasos para una mujer, un gran salto para luchar contra su enfermedad”
Ana en su postración se la veía feliz, expectante ante la nueva experiencia por hacerse a la mar en un velero y en aquellas circunstancias. Dado el primer paso, de nuevo otra pequeña prueba para introducirla en el interior y sentarla en el sofá de la cámara, con su sonrisa como único estímulo de aceptación y participación, comimos y sin demora soltamos amarras para dar tan deseado paseo.
Ana, observaba atentamente discurrir la cercana costa, sin más movimientos autónomos que ligeras rotaciones de cabeza a un lado y otro para no perderse detalle o confirmar su confort cuando Antonio se interesaba por su bienestar. Imaginé por un momento qué pasaba por la mente de la chica, cuando percibí que de sus bellos ojos verdes escaparon unas lágrimas de emoción, acto del que Antonio no fue ajeno, lo que provocó que a él también se humedecieran los suyos, colmado de cariño hacia la desvalida mujer, incluso yo tuve que centrar mi atención en la navegación, como si hiciera algo importante, para no sucumbir al embrujo de la emoción reinante.
En menos de dos horas estábamos retornando al puerto, contentos, por el sueño cumplido, pero de nuevo a la realidad de la precariedad para el desembarco. Antonio se le notaba más feliz incluso que antes de partir por la asignatura aprobada y de nuevo con mucho mimo, la depositamos en la silla de ruedas y vuelta a la cruda realidad de la postración.
Después de la marcha de mis amigos, el bajón, cuando te pones a pensar qué injusta e ingrata es la vida, por eso y por otras varias razones, desde tiempos atrás, llevo por bandera, Carpe Diem, porque si dejes para mañana quizás no puedas volver a disfrutar las pequeñas historias de la vida.
Si es que eres un crack ...Vales para todo. 2000likes no vaya a ser que te enfades por no comentar tus post
Fuera de bromas estas pequena cosas que a nosotros por cotidianeidad nos parecen poca cosa para otros supone un gran paso .
Eso no es una pequeña historia, Angel, eso es un Historión. Comparto tu filosofía de vida: " mientras hablamos, fluye el tiempo envidioso, agarra el momento (carpe diem) no seas demasiado crédulo en el día de mañana"
En estos días, en los que la humanidad cada vez es un bien más escaso, te felicito por tu vivencia de poder hacer feliz a una persona.
Yo hoy vengo de pelearme en el banco
, por las obscenas comisiones que le cobran a los pensionistas, y tu historieta me ha alegrado el día.
(13-01-2021, 04:49 PM)La Maga escribió: [ -> ]Eso no es una pequeña historia, Angel, eso es un Historión. Comparto tu filosofía de vida: " mientras hablamos, fluye el tiempo envidioso, agarra el momento (carpe diem) no seas demasiado crédulo en el día de mañana"
En estos días, en los que la humanidad cada vez es un bien más escaso, te felicito por tu vivencia de poder hacer feliz a una persona.
Yo hoy vengo de pelearme en el banco , por las obscenas comisiones que le cobran a los pensionistas, y tu historieta me ha alegrado el día.
BBVA on line, funciona de miedo y no cuesta nada, desde que la tengo no he pisado un banco, esto es literal ’no he pisado un banco" lo ideal sería poder prescindir de ellos, pero ya que es imposible ... Ah! Yo no encontré otro medio de cobrar la pensión que a través de un banco, en teoría si se puede pero en la práctica imposible
No debería darnos miedo pensar en nuestra propia muerte, esa que nunca llegaremos a experimentar en sentido estricto. Pero sí que deberíamos reflexionar a menudo sobre no haber " vivido" cuando ese momento llegue. La muerte da sentido a la vida, pero pocas veces somos conscientes de ello. Sólo cuando circunstancias personales nos enfrentan a ella o cuando relatos como este nos lo recuerdan. "A qué esperas para sanar tu alma" , a qué esperas para vivir el resto de tu vida, tan eterna para ti como la de cualquiera para sí mismo.
Gracias, Ángel, por compartir esa experiencia y recordarnos lo ricos que somos algunos.
(13-01-2021, 03:19 PM)Kaia escribió: [ -> ]Este año 2021 recién estrenado, comienza para mí con mucho mejor pie que el pasado año y aunque no haya acontecido ninguna desgarradora historia de la mar, ni grandes navegaciones en este arranque del nuevo año, si que tengo para contar una pequeña historia épica de lucha por la vida, en la que el mar, lo presiento, desempeñará un papel importante.
Este es uno de esos aconteceres que te sorprenden, de esos que te dejan una marca imperecedera de esperanza, de esas pequeñas historias que te hacen creer en que hay gente con valores, incluso muy por encima de los tuyos.
Por preservar la intimidad me presto a no divulgar los auténticos nombres de los protagonistas, lo cual tampoco tiene gran relevancia.
Antonio llevaba un tiempo siguiendo mis pasos en mis idas y venidas por el golfo de Cádiz y por fin, una tarde en Sevilla, nos encontramos. Tras los primeros cambios de impresiones, me percaté al instante que tenía en mí presencia, una de esas personas que no te dejan indiferente y cuando grosso modo conocí su historia reciente, tuve el presentimiento de algunos cambios en mis percepciones personales que trascenderían más allá de conceptos existenciales circunscritos a mi entorno cercano y que te recuerdan lo efímeras y precarias que son nuestras vidas.
Antonio me contaba, cómo el verano pasado, en una playa gaditana, trataba de mejorar la movilidad de su anciano padre ayudándolo a darse unos baños de mar, hasta que reparó en dos señoras de las que una de ellas, también con problemas de movilidad, necesitaba de su ayuda para desatascar la silla de ruedas trabada en la arena. Cuando se acercó quedó sorprendido al descubrir la postración de una mujer a un paso de la madurez, escondida en si misma, estando sin querer estar, con un desánimo antinatural, como esperando impasible que la parca se la llevara.
Impresionado por la belleza de sus ojos verdes, según me confesó Antonio y en un arranque de atrevimiento, la dijo al oído para que no lo oyera la cuidadora y las personas que estaban a su alrededor “A que esperas para sanar tu alma”
Esa frase según expresó posteriormente Ana, a la que tres años antes la habían diagnosticado ELA, fue como accionar un interruptor, lo que la hizo encender en su interior una luz a esperanza
Antonio, vinculado desde hace años a la ortodoxia medica vigente, la misma que no hacía mucho ya había desahuciado a la muchacha, es también ferviente defensor de otros alternativos modos de curación, en los que la mente y la ilusión por la vida tienen mucho que decir.
Este hombre, en el corto periodo de menos de un año ha conseguido que Ana haya recuperado las ganas de vivir y no solo eso, de verse confinada en una silla de ruedas sin movilidad, a mantenerse en pie y dar unos pasitos con la inestimable ayuda de Antonio, además de lograr modular la voz, recuperando parcialmente el habla.
Todo ello, porque mi amigo, ha sido capaz, con enorme paciencia y cariño, ilusionar a Ana con historias de la mar, con relatos de cuando anteriormente navegaba en su propio velero, transmitiendola esa sensación de libertar que aún atesora el ancho mar y con el no menos ilusionado propósito de hacerse con otro velero adaptándolo a la discapacidad de la chica, para navegar juntos y hacerla vivir con entusiasmo esas sensaciones en su propia piel, ayudándola a mitigar y retrasar todo lo posible su deterioro funcional.
Pero esta historia de abnegación quedaría a medias si no fuera por mi propia vivencia, la cual quiero compartir, desde un punto de vista ajeno.
Hace un par de días Antonio me propuso navegar con Ana en el Bahía de las Islas, para que experimentase en propia persona, esas sensaciones, que llevaba tiempo transmitiendola. En buena lógica, sin pensármelo dos veces acepté el reto de cumplir la ilusión de ambos por sentirse a flote, aunque solo fuese un corto periodo de tiempo.
Determinamos el día y puntualmente allí se presentaron en el puerto que acordamos, Antonio empujando la silla de ruedas con Ana bien abrigada, expectante a su nueva experiencia, silenciosa, inmóvil, con la sonrisa reflejada en la cara cuando me la presentó y esos ojos verdes de largas pestañas y mirada lánguida que también a mí me deslumbraron.
Estas situaciones me superan un poco, a pesar de que no haya sido la primera vez que que he tenido contacto con personas afectadas por tan ignominiosa enfermedad degenerativa.
El primer inconveniente que afrontar, era subir a Ana al barco, sin ninguna adaptación previa desde su silla de ruedas, pero con la actitud de Antonio, en todo momento tranquilizadora me dejé ir. Afortunadamente el Bahía tiene puerta entre los candeleros laterales lo que facilitaba poder sentarla en la regala, para seguidamente incorporarla subiéndola a pulso y con torpes pasitos recorrer el pasillo hasta la bañera donde la instalamos con unos cojines.
En esos momentos me vino a la mente aquella célebre frase cuando se pisó la Luna por primera vez, "Un pequeño paso para un hombre, un gran salto para la humanidad" aquí puedo afirmar “ Unos pequeños pasos para una mujer, un gran salto para luchar contra su enfermedad”
Ana en su postración se la veía feliz, expectante ante la nueva experiencia por hacerse a la mar en un velero y en aquellas circunstancias. Dado el primer paso, de nuevo otra pequeña prueba para introducirla en el interior y sentarla en el sofá de la cámara, con su sonrisa como único estímulo de aceptación y participación, comimos y sin demora soltamos amarras para dar tan deseado paseo.
Ana, observaba atentamente discurrir la cercana costa, sin más movimientos autónomos que ligeras rotaciones de cabeza a un lado y otro para no perderse detalle o confirmar su confort cuando Antonio se interesaba por su bienestar. Imaginé por un momento qué pasaba por la mente de la chica, cuando percibí que de sus bellos ojos verdes escaparon unas lágrimas de emoción, acto del que Antonio no fue ajeno, lo que provocó que a él también se humedecieran los suyos, colmado de cariño hacia la desvalida mujer, incluso yo tuve que centrar mi atención en la navegación, como si hiciera algo importante, para no sucumbir al embrujo de la emoción reinante.
En menos de dos horas estábamos retornando al puerto, contentos, por el sueño cumplido, pero de nuevo a la realidad de la precariedad para el desembarco. Antonio se le notaba más feliz incluso que antes de partir por la asignatura aprobada y de nuevo con mucho mimo, la depositamos en la silla de ruedas y vuelta a la cruda realidad de la postración.
Después de la marcha de mis amigos, el bajón, cuando te pones a pensar qué injusta e ingrata es la vida, por eso y por otras varias razones, desde tiempos atrás, llevo por bandera, Carpe Diem, porque si dejes para mañana quizás no puedas volver a disfrutar las pequeñas historias de la vida.
Vaya por delante que el amor al mar no está reñido con lo blandito del corazón... Y que se es capaz de aunar en un solo "pellejo" a un lobo de mar, con buenos colmillos de millas y millas náuticas, y un cordero tierno capaz de ver esos detalles que son los que cambian al mundo!! Un gran abrazo, Kaia!!?
Tan elogioso es el relato de Ángel como el reconocimiento del quién lo aprecia.
Vaya por delante mi admiración y respeto.
Y... por supuesto, CARPE DIEM
(13-01-2021, 06:34 PM)Velero Simbad escribió: [ -> ]BBVA on line, funciona de miedo y no cuesta nada, desde que la tengo no he pisado un banco, esto es literal ’no he pisado un banco" lo ideal sería poder prescindir de ellos, pero ya que es imposible ... Ah! Yo no encontré otro medio de cobrar la pensión que a través de un banco, en teoría si se puede pero en la práctica imposible
No era por mi, Enrique. Yo, aunque me pese, creo que tendré que seguir trabajando encima de un barco hasta que sea como el Capitán Ahab, con una pata de hueso de ballena; por ahí van los tiros. Me peleaba por un familiar, que no tiene ningún acceso a Internet. Les han reducido el horario de ventanilla, a 2 horas al día, con lo cual tienen que hacer cola en la calle. Les cobran unas comisiones desorbitadas. Y me daban como solución que suscribiera un pequeño crédito o que pusiera algún seguro mío a su nombre. Es decir: si hace algunos años les timaron con las preferentes, ahora nos quieren hacer cómplices a los familiares. Y lo que me indigna es que la tipa me ha dicho: Todos lo están haciendo.
Lo peor de las pandemias, como decía Camus, es que se corrompe el espíritu. Y yo añado: encima no se ocultan, se sientan detrás de una mesa en una sucursal bancaria.
(14-01-2021, 09:06 PM)La Maga escribió: [ -> ]No era por mi, Enrique. Yo, aunque me pese, creo que tendré que seguir trabajando encima de un barco hasta que sea como el Capitán Ahab, con una pata de hueso de ballena; por ahí van los tiros. Me peleaba por un familiar, que no tiene ningún acceso a Internet. Les han reducido el horario de ventanilla, a 2 horas al día, con lo cual tienen que hacer cola en la calle. Les cobran unas comisiones desorbitadas. Y me daban como solución que suscribiera un pequeño crédito o que pusiera algún seguro mío a su nombre. Es decir: si hace algunos años les timaron con las preferentes, ahora nos quieren hacer cómplices a los familiares. Y lo que me indigna es que la tipa me ha dicho: Todos lo están haciendo.
Lo peor de las pandemias, como decía Camus, es que se corrompe el espíritu. Y yo añado: encima no se ocultan, se sientan detrás de una mesa en una sucursal bancaria.
"Los poderes" piden sacrificio a la sociedad... solidaridad, esfuerzo, paciencia, eso, sacrificio... por el "bien de todos", bla, bla, bla
pero ellos, ni bancos, ni empresas de telefonia, ni empresas de transportes publicos, ni administraciones, etc, etc, etc... en fin... "todos esos", no se han sacrificado nada: los bancos siguen cobrando comisiones abusivas y ofreciendo trato abusivo, las telecos han subido precios este 2021, en las autopistas sigues pagando los mismos peajes que antes de la pandemia, las administraciones siguen cobrando sus tasas e impuestos como antes (IBI's, Imp de Circulacion, etc, etc, etc)
Le estan echando un morro que se lo pisan... y mientras tanto la sociedad, como siempre atontada (muchos porque no dan mas de si, otros porque ya se encargaron de no formarles, etc), eso... atontada y distraida con gilipolleces
Hala!! ya me he quedado a gusto!!
Anda que no le haría gracia a Descartes comprobar que hay mucha gente que existe y que no piensa!
una puntualizacion bill,las autopistas por lo menos en galicia si que an subido,somos los que mas pagamos en peajes de toda españa........saben que no hay otra manera de moverse para ir a trabajar o dende sea.....y no digo quien fue quien concedio otra prorroga cuando ya estaba mas que amortizada,galicia es diferente jujujujuju
Este nuevo año parece que va a ser el de las pequeñas historias, unas más interesantes que otras, seguro, el invierno siempre es propicio a esas pequeñas historias al amparo del puerto o del calor del hogar.
Hoy os traigo a este hombre con el que hemos tenido la oportunidad de charlar, gracias a Eugeni del Bel Ami, Pere Valera, un personaje peculiar que en su pasión por el mar le ha llevado a recorrer los océanos a bordo de diferentes barcos, participando con diversas fundaciones suizas en la reeducación de jóvenes con dificultades sociales y que a través de la mar se les enseña un mundo nuevo y diferente, apartandolos de los convencionalismos que no han servido en su desarrollo.
Pido disculpas por haber tergiversado su nombre en el vídeo de Valera a Varela, sorry
Salud
Pues siguiendo con historias, ahí va otra y ésta no es pequeña, ya que ha costado toda una vida realizarla y contarla no ha cabido en un solo vídeo.
Ahí va el último subido al canal de Youtube.
Salud
Ojalá se oyera en las consultas médicas de cada día ese dicho de tu relato "sin reparar en gastos", pues hablamos de gastos para invertir en la vida de uno mismo... Y es lo que haces tú en la vida en el mar. No son pocas las veces que nos olvidamos de nosotros mismos para atender otras cosas superfluas, innecesarias...
Sabéis una cosa??? Que no habría tantos enfermos!!