Navegamos al norte
El lunes día 20 de mayo me pongo en marcha de nuevo, temprano, tengo unos días de bonanza y no se pueden desaprovechar, tengo mucho interés en visitar las islas Skellig con sus colonias de frailecillos
Navego con un buen viento del través de 12kt, ideal para hacer largas singladuras, pero antes de las Skelling, me encuentro con dos impresionantes islotes, el Toro y la vaca, sobre todo el primero no me ha dejado indiferente la cueva que lo traspasa de lado a lado y su rutilante faro tampoco. A lo lejos a quince millas ya se ven las Skelling, el viento ha caído a una brisa, navego tranquilo a motor y antes de llegar me preparo la comida, arrío velas que no hacen más que interferir la vista A pocas millas de la principal de las islas ya empiezo a ver frailecillos en el agua, son unas aves muy tímidas y no hay manera de fotografiarlas mínimamente de cerca, finalmente consigo alguna imagen aceptable y me doy por satisfecho.
Me acerco bastante a los pétreos farallones por el lado del faro, que caen verticalmente a las profundidades por ver las aves en sus posaderos, pero las distancias aún son lejanas y el equipo fotográfico que llevo no es el adecuado para ese tipo de istantáneas. Por los alrededores varias embarcaciones con turistas, merodean como lo hago yo y continúo la singladura acercándome a la pequeña Skellig, impresionante este peñón enteramente rocoso que desde la lejanía parece nevado, pero no, no es otra cosa que el blanco plumaje de una colonia de miles y miles de alcatraces que habitan apretujados hasta el último rincón del peñascal.
La brisa ha vuelto a aparecer, arriba velas y proa a la isla de Valéntia, la entrada al pueblito de Portmagie como si fuera por un rio, por su corriente de marea y por lo cerca que está de tierra, largo el ancla cerca del puertecillo, en un remanso y con la neumática me acerco a echar un vistazo. La parte central del puertecillo lo ocupa un pantalán donde están amarradas dos docenas de lanchas turísticas para las excursiones de visitantes a las islas de los pájaros y como no, visitar el llamativo escenario de Star Wars que fuera escenario de alguna de las entregas de las famosas películas, de ahí tanto turista.
Continúo mi singladura hacia el norte, con poco viento y del sur, pero como son pocas millas las que he planificado para hoy y no me espera nadie a cenar, me lo tomo con calma, no pienso gastar ni un litro de gasoil más de lo necesario y aunque navego a poco más de tres nudos, ajusto y trimo velas a cada role de la brisa, arañando esa décima de nudo, como si fuese una autentica regata. En esa tesitura me encuentro cuando casi sin enterarme ya es la una del medio día, hora de preparar la comida, dejo las espadas en alto de mi competición contra el GPS, conecto el piloto y me tomo el tiempo necesario para prepararme unas judías verdes con jamón, si, unas lonchitas de ese jamón al que Rufino no le quita ojo desde su cama y que sabe siempre le caerá algo.
He comido justo a tiempo para atravesar por el paso de las Blasket, un archipiélago de islas y peñotes, separadas de la península de Dingle por un pasillo de media milla en cuyo canal tengo una corriente favorable de dos nudos y medio, junto a que la brisa ha aumentado lo cruzo como una exhalación y pronto alcanzo la bahía de Smerwick, un encantador paraje rodeado de granjas y pequeñas comunidades, en cuyos aledaños he visto los primeros árboles de Irlanda ¡Alheluya! largo el ancla junto a la playa y tranquilidad.
Calculo los días para la llegada del cofrade Noruego que me acompañará unos días en mi ruta hacia el norte al que recogeré y me da bien para pasar noche en las islas Aran, aunque el viento no va a colaborar nada más que unas horas, pero hay que seguir haciendo millas, aunque sea a base de quemar gasoil.
Cill Ronain es la capital de las islas, situada al fondo de una protegida bahía bien protegida a los vientos y las mares del Atlántico, junto al puerto veo las frecuentes boyas para visitantes, esta vez no lo dudo, me amarro a una de ellas y bajo a echar un vistazo, que para ser la capital solo son unas pocas casas con algunos comercios para turistas y varias empresas de alquiler de bicis, la isla se presta a ello, no hay muchas alturas y tiene cierta extensión.
Al día siguiente diez millas a Rossaveel, puerto pesquero y de ferris que van a las Alan, con un nuevo náutico recién construido, esta vez amarro a pantalán y el Noruego llega puntual a la cita, por fin en compañía nos vamos a tomar una Guinness, pero la meteo manda y en dos días hacemos un salto de ciento cincuenta millas, eso sí, con buen viento portante aunque con lluvia y nieblas, Esta vez navegamos por una costa aún más solitaria y abrupta si cabe de la recorrida hasta ahora, ni un solo barco en el AIS, solo el helicóptero del SAR le vemos un par de veces patrullar la zona, además las malas condiciones no nos permite admirar los impresionantes acantilados que vemos entre la bruma. Otra parada en la zona, en el puerto pesquero de Killyberg que además dispone de otra nueva marina similar a la de Rossaveel, que además, como no son caras decidimos amarrar. Las borrascas atlánticas no nos lo está poniendo fácil para ir subiendo y el salto a Escocia deberá esperar.
Isla del Toro
Uno de los pocos frailecillos despistados que he podido fotografiar
Portmagee tiene esa imagen de pueblo de postal
Entrada en el puerto de Cill Ronain
Faro Slyne, uno de los más solitarios de la costa irlandesa
La tortuosa costa irlandesa obliga a veces a una navegación con tiralineas
Islas Stag en medio de la bruma
Salud