15-11-2020, 08:33 PM
Permitidme que me presente,
Me llamo Miquel. Creedme si os digo que crecí y pasé mi adolescencia sentado en un rincón de una antigua taberna. Era un lugar oscuro y olía a brea y a ron. Siempre se podían encontrar allí a los habituales del lugar. Viejos lobos de mar que compartían una pasión. De vez en cuando volaba alguna silla sobre las cabezas, pero en general era un lugar tranquilo y con mucha camaradería. Allí podían escucharse desde bellos relatos, a conversas del día a día, pasando por opiniones y consejos dados desde la experiencia. Siempre estuve callado pero con los oídos bien abiertos. Tenía la necesidad de absorber todo lo que allí se decía. Lo que escuchaba se mezclaba con mis propios pensamientos y a menudo soñaba lugares, estelas, aparejos o astilleros.
Los años 2000 quedaron atrás y no sé por qué, pero dejé de frecuentar aquel lugar. Supongo que empecé un nuevo periodo, alcancé una edad en que empiezas a ser dueño de tu vida. El día a día se come los ratos de soñar despierto.
Hace no mucho, ya acabando mi veintena y siendo propietario de un bonito Puma 350, volví a recordar esa vieja taberna. Sentí curiosidad. La visité de nuevo. Todavía recordaba el nombre y seña para que me dejaran pasar. Al poco de estar allí, me vinieron con pesar a la cabeza las palabras con las que Alfredo advirtió a Totó en Cinema Paradiso. "Esta tierra está maldita, mientras permaneces en ella te sientes en el centro del mundo. Te parece que nunca cambia nada, luego te vas, y cuando vuelves todo ha cambiado. Se rompe el hilo conductor, no encuentras a quien querías encontrar, tus cosas ya no están".
Hoy quería contaros que encontré un nuevo lugar. Es algo más moderno y luminoso, pero creo que se respira algo de lo que allí se perdió. Algunos de aquellos viejos habituales nos dejaron para siempre y, con mucho pesar, no podremos volver a escucharles de nuevo. Pero con una sonrisa, veo caras conocidas, personas con ganas de seguir compartiendo y dando guerra durante mucho tiempo. Así que si me lo permitís, volveré a coger un asiento en el rincón y volveré sentarme a escuchar.
Me llamo Miquel. Creedme si os digo que crecí y pasé mi adolescencia sentado en un rincón de una antigua taberna. Era un lugar oscuro y olía a brea y a ron. Siempre se podían encontrar allí a los habituales del lugar. Viejos lobos de mar que compartían una pasión. De vez en cuando volaba alguna silla sobre las cabezas, pero en general era un lugar tranquilo y con mucha camaradería. Allí podían escucharse desde bellos relatos, a conversas del día a día, pasando por opiniones y consejos dados desde la experiencia. Siempre estuve callado pero con los oídos bien abiertos. Tenía la necesidad de absorber todo lo que allí se decía. Lo que escuchaba se mezclaba con mis propios pensamientos y a menudo soñaba lugares, estelas, aparejos o astilleros.
Los años 2000 quedaron atrás y no sé por qué, pero dejé de frecuentar aquel lugar. Supongo que empecé un nuevo periodo, alcancé una edad en que empiezas a ser dueño de tu vida. El día a día se come los ratos de soñar despierto.
Hace no mucho, ya acabando mi veintena y siendo propietario de un bonito Puma 350, volví a recordar esa vieja taberna. Sentí curiosidad. La visité de nuevo. Todavía recordaba el nombre y seña para que me dejaran pasar. Al poco de estar allí, me vinieron con pesar a la cabeza las palabras con las que Alfredo advirtió a Totó en Cinema Paradiso. "Esta tierra está maldita, mientras permaneces en ella te sientes en el centro del mundo. Te parece que nunca cambia nada, luego te vas, y cuando vuelves todo ha cambiado. Se rompe el hilo conductor, no encuentras a quien querías encontrar, tus cosas ya no están".
Hoy quería contaros que encontré un nuevo lugar. Es algo más moderno y luminoso, pero creo que se respira algo de lo que allí se perdió. Algunos de aquellos viejos habituales nos dejaron para siempre y, con mucho pesar, no podremos volver a escucharles de nuevo. Pero con una sonrisa, veo caras conocidas, personas con ganas de seguir compartiendo y dando guerra durante mucho tiempo. Así que si me lo permitís, volveré a coger un asiento en el rincón y volveré sentarme a escuchar.