Viernes 3 de enero del 25, Sanlúcar de Barrameda.
El motor se para de repente cuando el velero de 11m inicia la remontada del Guadalquivir. Corriente a favor muy poco viento. El patrón echa un vistazo a la cámara de maquinas, la sentina está llena de aceite. Con la mayor suavemente salen del canal principal y fondean. La marea sigue entrante. La revisión muestra el problema de inmediato, un manguito del refrigerador de aceite externo ha reventado por el collarín, la alarma de presión de aceite no ha sonado, hay un reloj de presión pero los ojos no pueden estar siempre allí.
Se resuelve, tiene manguitos, abrazaderas y aceite, vamos a ver si arranca. Si, arranca, pero hay un ruido, clac clac, no muy fuerte pero no es normal, por falta de aceite puede haber fallado un aro, un cojinete, bielas, cigüeñal, el motor es un viejo Mercedes marinizado y con un refit reciente, 40cv, pero los elementos del entorno pueden tener 30 o 35 años, como ese refrigerador de aceite exterior. Me llama y buscamos a través de los contactos un mecánico en la zona, viernes y vienen reyes. Los contactos responden y habrá asistencia si logra llegar a Chipiona, habrá que esperar la marea vaciante.
En Chipiona tienen amarre, no hay viento, con el cambio de marea motor arrancado y rumbo sw, son cinco millas, suave, suave, la marea sigue bajando el motor aguanta. Ya es de noche, en la bocana hay arena acumulada, cuando siente el toque con el fondo ya es demasiado tarde, son 11 Ton de barco, por suerte es de acero, el motor no se puede forzar y se pide ayuda por vhf. Alguien viene con una auxiliar y intenta ayudar, falta potencia y el barco no se mueve, sigue bajando la marea y el barco empieza a tener una escora bien incómoda. Se evacúa a la poca tripulación queda el patrón sólo a bordo. El barco del piloto de Chipiona intenta el remolque, es barco con potencia pero hay poca agua y el barco está muy escorado. Las amarras rompen pero las cornamusas de proa aguantan el embate sin inmutarse, buena noticia. Noche, 50° de escora, sube la marea, el agua ya está en cubierta por encima de la regala, hay dos lumbreras en las bandas del casco, siguen estancas. Un barco escorado en estas condiciones corre un gran peligro al subir la marea, si ceden lumbreras o portillos, incluso el agua puede inundar la bañera y colarse dentro del barco antes de que se adrice, no sería el primero que se pierde por esta causa.
De madrugada con la marea alta puede entrar en puerto, todo el mundo ha sido amable y a colaborado, el patrón está muy satisfecho con la resistencia de su barco, a superado una prueba muy dura que difícilmente puedes hacer de forma voluntaria. Habrá que esperar al mecánico para valorar la avería y decidir como proceder y descansar, hay que descansar después de la entrada de año.
És un patrón experimentado, diría que muy experimentado y aún así un cúmulo de circunstancias lo han llevado a casi un naufragio, está es la moraleja de este cuento, hasta el más sabio tropieza y la humildad de mi amigo me da la confianza de compartir esta historia.
El motor se para de repente cuando el velero de 11m inicia la remontada del Guadalquivir. Corriente a favor muy poco viento. El patrón echa un vistazo a la cámara de maquinas, la sentina está llena de aceite. Con la mayor suavemente salen del canal principal y fondean. La marea sigue entrante. La revisión muestra el problema de inmediato, un manguito del refrigerador de aceite externo ha reventado por el collarín, la alarma de presión de aceite no ha sonado, hay un reloj de presión pero los ojos no pueden estar siempre allí.
Se resuelve, tiene manguitos, abrazaderas y aceite, vamos a ver si arranca. Si, arranca, pero hay un ruido, clac clac, no muy fuerte pero no es normal, por falta de aceite puede haber fallado un aro, un cojinete, bielas, cigüeñal, el motor es un viejo Mercedes marinizado y con un refit reciente, 40cv, pero los elementos del entorno pueden tener 30 o 35 años, como ese refrigerador de aceite exterior. Me llama y buscamos a través de los contactos un mecánico en la zona, viernes y vienen reyes. Los contactos responden y habrá asistencia si logra llegar a Chipiona, habrá que esperar la marea vaciante.
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En Chipiona tienen amarre, no hay viento, con el cambio de marea motor arrancado y rumbo sw, son cinco millas, suave, suave, la marea sigue bajando el motor aguanta. Ya es de noche, en la bocana hay arena acumulada, cuando siente el toque con el fondo ya es demasiado tarde, son 11 Ton de barco, por suerte es de acero, el motor no se puede forzar y se pide ayuda por vhf. Alguien viene con una auxiliar y intenta ayudar, falta potencia y el barco no se mueve, sigue bajando la marea y el barco empieza a tener una escora bien incómoda. Se evacúa a la poca tripulación queda el patrón sólo a bordo. El barco del piloto de Chipiona intenta el remolque, es barco con potencia pero hay poca agua y el barco está muy escorado. Las amarras rompen pero las cornamusas de proa aguantan el embate sin inmutarse, buena noticia. Noche, 50° de escora, sube la marea, el agua ya está en cubierta por encima de la regala, hay dos lumbreras en las bandas del casco, siguen estancas. Un barco escorado en estas condiciones corre un gran peligro al subir la marea, si ceden lumbreras o portillos, incluso el agua puede inundar la bañera y colarse dentro del barco antes de que se adrice, no sería el primero que se pierde por esta causa.
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De madrugada con la marea alta puede entrar en puerto, todo el mundo ha sido amable y a colaborado, el patrón está muy satisfecho con la resistencia de su barco, a superado una prueba muy dura que difícilmente puedes hacer de forma voluntaria. Habrá que esperar al mecánico para valorar la avería y decidir como proceder y descansar, hay que descansar después de la entrada de año.
És un patrón experimentado, diría que muy experimentado y aún así un cúmulo de circunstancias lo han llevado a casi un naufragio, está es la moraleja de este cuento, hasta el más sabio tropieza y la humildad de mi amigo me da la confianza de compartir esta historia.
El capità no és el capità, el capità es la mar. (Jesús Lizano)