(06-01-2019, 06:19 AM)Captain Teach escribió: Estoy talmente de acuerdo con "Marcos Motesier". Y lo digo desde mis 74 años, que me llevan a ser en casi todas las reuniones de tardo-navegantes de los mas viejos en pasar largas temporadas viviendo en el barco.
Hoy raramente manejo los remos por muy palista del Sella que haya sido.
Cada vez son mas las pequeñas reparaciones de mantenimiento que encargo a terceros.
Cada vez son mas las horas navegando a motor por la pereza de no izar las velas.
Cada vez son mas los atraques en puerto en cuanto la meteo avisa de un poco de movimiento.
Pero hay un factor no menos despreciable en cuanto a lo que a mi, personalmente, me cuesta vivir a bordo y es la forma en que he llegado a ello.
Años de trabajo y de mantener un nivel de relaciones públicas, de vivir en una sociedad consumista, donde la única gratificación es tener cosas, cada vez mejores cosas. Probar cosas, cada vez mejores cosas. No es posible largar todo eso por la borda sin sentir una terrible frustración.
Cada año hago una lista muy detallada de todo lo que gastamos durante el medio año que navegamos y lo que cuesta el mantenimiento de nuestra embarcación y la cantidad resultante va incrementándose.
Y somos conscientes de que en esta competición contra la parca en que se transforma la vida en la tercera edad, si heredamos la longevidad de nuestros ancestros, perderemos la carrera.
Y hacemos equilibrios malabares para prolongar el punto final. Intentamos en diez ocasiones compartir los gastos con terceros y lo único que sacamos muchas veces fueron experiencias desagradables, donde se nos devolvía con humillaciones (no sirvas a quien sirvió) de personajes con los que nos volcábamos. Y además creando confrontación al creérsenos competencia con personas con la que de forma natural compartíamos muchas cosas.
Pero es que por mucho que intentemos reducir gastos, no somos capaces de renunciar a compartir una mesa con los amigos, a comer esa langosta que te ofrece el pescador o visitar ese restaurante que te han recomendado, a alquilar un coche para ver mejor una isla.
Se puede renunciar a muchas cosas, pero no a tantas como se supone sin perder tu propia identidad.
Y quiero recalcar que solo son mis apreciaciones personales y que estoy seguro de que si hubiera nacido en Kenia, en un poblado, mis aspiraciones serian otras. Pero no por ello me siento mal ni malo. simplemente me limito a vivir la vida que me ha tocado vivir sin hacer daño a nada ni nadie de lo que me rodea. y con mi aportación a este hilo solo quiero mostrar otra imagen del cubo de Rubic.
Capitán.
Se me antoja que esos malabares que citas, son parecidos a los que tienen que hacer muchas parejas que llevan vidas más convencionales. La diferencia es que vosotros sois un referente para muchas otras parejas más jóvenes que vosotros que aspiran algún día a emular la vida que lleváis.
otras parejas, más que referentes, procuran no estorbar ni llamar la atención.
Dicen que jubilarse viene del mismo régimen etimológico de jubileo, pero que esa plenitud no viene tanto de no tener que ganarse el pan con el sudor de la frente, sino de tirar la toalla, de poder decir:
-he hecho lo humanamente posible ( aré lo que pude - dice el jefe) - ahora que arreen otros.
Sorprende que esa rendición cause esa plenitud, pero la realidad es que más que el esfuerzo, pesa la responsabilidad y librarse de ella porque nos centramos - en el afán de cada día - supone un gran alivio para muchos.
Quizás en vuestro caso - perdona por el atrevimiento - no se acaba de apagar esa responsabilidad porque aunque las cosas os cuestan más esfuerzo, no dejáis de hacer cosas que no están al alcance de la mayoría de las personas. Eso os obliga a tomar decisiones, a optar por una cosa u otra - aunque eso sea entrar a puerto de arribada o seguir aguantando fuera.
Eso contrasta con las que tienen que tomar el resto de jubilados. : decidir al salir al portal si ese día se arrancan a la derecha o a la izquierda.
Hace años me comentaba un abuelo que después de una vida de trabajo en la que siempre sabía a donde tenía que ir porque la vida laboral o familiar le marcaba los destinos, lo que más le dejaba desconcertado era pararse en la puerta y tener que pensar su destino.
La vida está llena de paradojas y me pregunto si la mejor forma de esquivar la parca - el descanso eterno- es seguir ejerciendo esas responsabilidades, aunque sean tan pequeñas pero tan Grandes como tomar decisiones cada día para resolver situaciones novedosas e impredecibles, para adaptarnos a las sorpresas que nos depara cada recodo del camino, del advenir , a lo que está por venir y siempre es una aventura - aunque sea tan pequeña que ni siquiera merezca ser reflejada en vuestro blog.
Me gusta pararme a observar las manadas de herbívoros que viven en Libertad. Son presas, animales de huida y por eso han desarrollado una capacidad enorme para leer el lenguaje corporal tanto de los depredadores como de sus congéneres.
Me pregunto muchas veces si le vale la Pena al macho alfa pasarse la vida estresado, peleando para defender su liderazgo. Los que no alcanzan ese grado, asumen un papel anodino y apenas se estresan más allá de apartarse del camino del líder cuando este baja las orejas para mostrarse desafiante.
Obviamente el alfa es el que transmite sus genes, pero eso no deja de ser una pulsión de la que no es consciente, porque parece que ni siquiera reconoce a sus hijos. Otros dirán que disfrutan del placer de cubrir a las hembras jóvenes, pero también parece poca compensación para tanto trajín pues hay largas temporadas en las que las hembras no están en celo y durante ese tiempo, en menor grado, pero no puede relajar la tensión de defender su liderazgo. El que renuncia obtiene la paz, pero el alfa no consige el sosiego porque vive más intensamente que el otro..
Esa intensidad, es cansina, pero es la mejor muestra de que seguimos vivos.