Iba a contestar a Caribdis, pero entonces volvemos a entrar en bucle.
En fin a lo que vamos, la guerra.
Del segundo vídeo que has puesto, el del recorrido por las zonas rurales, me han llamado la atención 2 cosas.
La primera, al igual que tu comentas, es el tema de animales domésticos. La verdad es que me ha sorprendido de manera "grata" si puede decirse así, pues me lleva a pensar que al menos en esas zonas no están pasando hambre, al menos no demasiada.
Por otra parte, y sin saber las circunstancias, me ha llamado la atención la despreocupación y tranquilidad con que la familia en su pueblo/casa y mas tarde el periodista se mueven toqueteando en las que han sido zona de combate. Como digo desconozco la situación, pero es habitual que se dejen "regalitos" cuando se abandona la zona, aunque haya sido en desbandada, no hace falta mucho tiempo, ni ser artificiero para dejar una granada sin seguro bajo algo llamativo.
Batallita.
Por septiembre del 96, estaba a punto de finalizar mi primer despliegue en Bosnia, la guerra oficialmente había terminado en diciembre del 95, sobre el terreno la situación era más que tensa.
Vivíamos en una casa alquilada en un pueblo llamado Trebinje, a pocos kilómetros de la frontera con Croacia, allí, al otro lado de la frontera se encontraba Dubrovnik tras descender las montañas desde donde los serbios bombardeaban la ciudad unos meses antes, a donde íbamos alguna que otra vez ya que estaba muchisimo más tranquilo y nos permitía relajarnos tomando algo en algún chiringo de la ciudad vieja o la playa. Cada vez que hacíamos ese trayecto por la única carretera asfaltada que había, pasábamos por encima de un tramo de tierra de unos 10 metros de ancho bajo el que había 3000kgs de explosivo que estaban preparados para volar la vía de comunicación más importante de la zona en esa parte del país, se la conocía por la "mina de Ivanica" por la población cercana, ese explosivo, sería retirado tres años más tarde por una unidad de zapadores de la Brigada Paracaidista.
El caso es que al ser una zona fronteriza, había sido escenario de duros combates, entre unidades serbias (los serbios eran mayoría en la zona) y coaliciones de combatientes croata-musulmanes. La zona, fue también victima de limpiezas étnicas por parte de los serbios, y ahora, finalizada la guerra, comenzaban a volver vecinos musulmanes, a los llamados reasentamientos, en los reasentamientos, vivían aquellos que se habían quedado sin sus casas, ocupadas ahora por serbios, los que no se atrevían a volver a lado de sus vecinos y aquellos que habían escapado de pequeñas aldeas perdidas donde se habían llevado operaciones de limpieza, y ahora esas zonas estaban llenas de campos de minas sin identificar y los pueblos abandonados llenos de trampas explosivas.
En uno de esos reasentamientos hicimos amistad con algunas familias, y cuando iba a finalizar el despliegue, fuimos a despedirnos y a presentarles al jefe del equipo que venía a relevarnos, era un equipo francés.
Pues bien, uno de estos amigos, nos pidió si por favor, antes de irnos, podríamos llevarle a el y a su padre, que era ya muy anciano a visitar la aldea donde habían vivido toda la vida, que posiblemente no tuviese otra oportunidad si no era con nosotros. En principio nos negamos, en primer lugar era muy peligroso, había muchas zonas minadas y trampeadas no reconocidas, eran habitual en esas fechas víctimas por esos artefactos precisamente entre gente que volvía a sus antiguas viviendas, además, aunque teníamos libertad para movernos por prácticamente todo el territorio no podíamos llevar civiles a título personal pues crearía precedentes que de negarnos posteriormente, podía estropear las relaciones conseguidas.
Volvimos a casa dándole vueltas al tema, Esa noche, cuando iba a acostarme, entra en la habitación un cabo del equipo (yo también era cabo), un leonés, con un plano en las manos, me dice -He estado mirando el plano y creo que no hay mucho riesgo, hay carretera asfaltada hasta prácticamente la entrada del pueblo y hay campos de minas marcados en los alrededores, así que al menos ha habido un mínimo reconocimiento de la zona, son apenas 40 km tenemos tiempo de sobra- dicho y hecho, que coño, éramos jóvenes, avispados y temerarios, después de 6 meses de despliegue estábamos alerta y nos creíamos preparados para cualquier cosa.
Al día siguiente nos presentamos en el reasentamiento, los dos cabos solos, sin intérprete - os vamos a llevar- le dijimos, -¿cuando?, ahora-, pero, no os movéis sin que lo digamos, no tocáis nada y no se lo decís a nadie. los montamos en el Nissan y salimos.
Recuerdo el día gris, amenazaba tormenta de finales de verano, la carretera era mala de cojones, pero el asfalto nos proporcionaba seguridad, por los bordes de la carretera, se veían a tramos zonas de alambrada con los carteles metálicos con calavera y dos tibias cruzadas y la palabra MINA escrita, en inglés y en cirílico, ya no nos llamaban la atención, llevabamos meses viéndolos, era peor cuando no los veias.
Tras tres o cuatro horas de trayecto vimos la aldea, no nos cruzamos con nadie en todo el trayecto me recordó a cualquier aldea de piedra de las que había por Galicia, la carretera terminaba a unos 200 mtrs del pueblo y esos 200 mtrs eran de grava, el suelo entre las primeras casas era de una especie de adoquinado, paramos el coche en el final del asfalto.
No hay problema, nos dijeron, no hay que entrar en el pueblo, su casa era la primera, de hecho el muro de piedra que había a nuestra derecha a lo largo de la carretera, pertenecía a la casa, era su antiguo huerto.
El pueblo, si no fuese por que no había ventanas y las puerta abiertas, parecía en perfecto estado, el tramo de grava no nos pareció seguro, no había señales de rodadas y crecía la hierba, por allí no había pasado nadie en mucho tiempo.
Justo al otro lado del muro y pegado a este, había una especie de acequia de hormigón, que iba a lo largo del muro y daba bajo una ventana de la casa, ayudamos al padre a pasar el muro y por la acequia llegamos hasta la ventana, echamos un vistazo al interior, y de allí pasamos a una especie de explanada de lajas de piedra que bordeaba la parte posterior de la casa, nos asomamos a la puerta trasera y entramos a lo que en su día fuera el salón y cocina, enfrente estaba la otra puerta que daba a la "calle principal", alli estuvimos unos minutos, en silencio, parados en mitad del cuarto, girándonos para mirar alrededor, la casa se veía en relativo buen estado, sólo el paso del tiempo, unas sillas por el suelo, cajones abiertos, cosas desperdigadas, como si hubiese habido un registro rápido, ellos lloraban.
Nos asomamos a la puerta delantera y salimos a los adoquines de la calle principal, subimos un poco por la calle y empezaron a aparecer vainas de munición por el suelo, cada vez más, montones en las esquinas, acompañadas de eslabones de cintas de ametralladora, había cientos o miles, ni vehiculos, ni chatarra, ni cajas de ningún tipo, solo las casas de piedra gris sin puertas ni ventanas, el cielo con nubes negras de tormenta, las montañas de piedra caliza, con arbustos bajos y duros y algunos grupos de árboles, y los casquillos, el suelo literalmente cubierto de ellos, el silencio me dejó impresionado, ni pájaros, ni aire, hasta en silencio lloraban padre e hijo.
Decidimos que ya era hora de volver, recorrimos el mismo camino de vuelta hasta la acequia, y cuando llegamos a la atura del vehículo, padre e hijo nos señalaron al final del muro, nos dieron a entender que querían ir hasta el final, dijimos que no, insistieron, a unos 10 metros, la acequia se perdía entre unas zarzas y parecía atravesar el muro, me acerqué primero, no ví nada, quisieron acercarse y les dejamos, querían mirar entre las zarzas, saqué una linterna y enfoqué entre ellas, se veía lo que parecía una vieja caja de munición de mortero con un asa metálica, querían sacarla, dijimos que de ninguna manera, nos dijeron que era suya, que ellos la habían puesto allí. Joder!!! a ver si la liamos ahora, pense.
Volvimos todos al coche, mi compañero sacó una cuerda del coche, fue hasta la caja y enganchó el asa con un mosquetón, pasó la cuerda por un arbol que había al borde de la pista y lo amarró al Nissan, le di al coche marcha atrás, estaba ahora a unos 50 metros de la caja y protegido por el muro, acelere poco a poco marcha atrás y salió la caja, la arrastré un poco y se deshizo de podrida que estaba.
Nos acercamos y había restos de lo que parecían documentos, fotografías, en fin, recuerdos familiares y... ¡una botella de Jack Daniels sin abrir!
El caso es que cuando se enteraron dos años antes, de que se acercaba un grupo paramilitar, escaparon con lo puesto, quisieron llevarse los recuerdos familiares,pero la caja era demasiado pesada y decidieron esconderla.
Allí mismo nos bebimos la botella entre los cuatro, contentos como si hubiésemos ganado nosotros la guerra.
Regresamos algo más que contentos, rompio a llover como si no hubiera un mañana,los dejamos en el reasentamiento, nos despedimos entre agradecimientos mutuos y ya no volveríamos a vernos.
Cuando llegamos a casa, nuestro jefe de equipo todavía no había vuelto, llegó bien entrada la noche, había estado en el destacamento de Trebinje, al cargo de la Infantería de Marina, y donde estaba también nuestra base de transmisiones, le informaron de que esa tarde un equipo nuestro destacado en Nevesinje, abría camino a un vehículo pesado por una pista de tierra, por la que habían pasado en varias ocasiones y constaba como reconocida, tras pasar ellos, le explotó una mina contracarro al vehículo que iba detrás matando a conductor y acompañante.
Aquella noche celebramos nuestra aventura con unas cuantas cervezas celebrando nuestra "proeza" no había sido más peligroso que cualquier movimiento que realizáramos a diario, pero había sido "nuestra misión" pensábamos que al menos alguien si recordaría que estuvimos allí, cuatro días después termino la misión y nos fuimos a Mostar para coger el vuelo de regreso a España, así termino mi primer despliegue, tenía 21 años.
Moraleja: No se toca nada, ni se anda por cualquier lado.
Valla rollo, se nota que no tengo hijos ni nietos a quien contarles batallitas, y mi mujer quedó harta ya en su día.
Saludos.