Esa idea estandarizada del velero, aguas turquesas, baños, puestas de sol, las fotos de instagram repetidas hasta la saciedad, todo eso es publicidad. Todos los anuncios de barcos son con mar plana y diez nudos de viento. Los biquinis, las pieles brillantes tostadas al sol canceroso... En nuestro Mediterráneo, esto son dos meses al año, no todos los días, siempre pagando el precio de una enorme masificación y costos desorbitados vayas dónde vayas.
Y si, es navegar también, tiene su valor y esta bien que haya quién sepa disfrutarlo.
De octubre a mayo es otra forma, abrigaditos, calefacción, vientos frescos, largas esperas de ventanas favorables, muelles solitarios, calas vacias, servicios cerrados, precios contenidos, silencio, noches largas. También es navegar, viajar, descubrir lugares. Ocho meses de libertad.
Vivir fondeado, al ancla, en boya, demanda autonomía y ponerse la ropa de agua para saltar a tierra con el dingy cuando soplan 25 nudos o quedarse a bordo cuando son 50, se mueve, es ruidoso y ahorras, porqué bajar a tierra es gastar dinero. Vivir al ancla significa estar atento y dispuesto a cambiar el fondeo buscando el resguardo más apropiado, esa es la prioridad, hay que olvidarse de estar mas cerca del muelle o del bar abierto y debes anticiparte.
Finalmente cada cual elige, dentro de sus posibilidades y prioridades, nosotros de final de junio a primeros de setiembre, este año que podemos elegir libremente, vamos a 'desaparecer' de la nautica de recreo en Baleares.
El capità no és el capità, el capità es la mar. (Jesús Lizano)