07-05-2019, 09:55 PM
SEGUNDA PARTE DE LA ENTREVISTA TRADUCIDA (DE AQUELLA MANERA), QUE HICIERON A ANDRÉE-PIERRE HUGLO EN VOILES ET VOILIERS. OTROS ASPECTOS DEL VIAJE.
La largura de este viaje ha comenzado a hacerse pesada a partir de Hornos. Al pasar Hornos piensas que está cerca el final, pero aún faltan 8.000 millas. Hay que asumir la soledad, aunque muchas veces se necesita compartir con alguien tanto los buenos como los malos momentos. La primera vez que tuve un sentimiento negativo se soledad fue en el océano Índico. Soñé que estaba charlando tranquilamente con mi mujer en la bañera y cuando desperté, dije: “Mierda, estoy ciertamente solo”.
He llevado un solo libro de filosofía “Power” de Bertrand Russell que trata sobre las relaciones de poder (político, económico, ideológico) y era paradójico estar tan lejos de los hombres y al mismo tiempo reflexionar sobre las relaciones que estructuran la vida social, con la situación en que me encontraba. Cuando podía, leía 10 ó 15 minutos al día, no más pues tenía una necesidad vital de estar siempre escuchando el barco. Nada de podcast, nada de películas ni de música. Tenía algunas canciones en la mente y me bastaba cantar o silbar de vez en cuando.
No he tenido alucinaciones por falta de sueño ni fatiga. He cuidado de reposar siempre que podía quedando a la escucha del barco. Uno se puede permitir no dormir, o dormir poco en una etapa corta, pero no en una vuelta al mundo. Hay que tener en cuenta la distancia y descansar regularmente.
Cuando se navega solo, uno se entrega a si mismo. Y si una emoción se adelanta a un análisis racional, puede llegar a ser difícil resistir y comenzar el desequilibrio.
¿Hace falta ser fuerte mentalmente para este tipo de navegación? Yo diría que sí. Porque se viven momentos muy duros de fatiga y desaliento. Llegué a llorar porque era demasiado duro, demasiado agotador, porque tenía demasiado frío, porque estaba demasiado solo. Lo que es duro es que no para nunca. No se puede decir “stop”.
¿Hacer la vuelta al mundo sin escalas y volver al punto de partida, no es dar la vuelta alrededor de uno mismo? Yo diría que no hice la vuelta al mundo, sino una vuelta al mundo, por lo que he dado una vuelta alrededor de mi mismo, no la vuelta. Siempre queda mucho por el mundo y por uno mismo. He pasado al lado de mil cosas que ignoré. Cuando uno se enfrenta al océano, o sea, a la naturaleza uno se encara a si mismo. No te puedes tomar por otro. Estas obligado a tomarte como eres con tus fortalezas y tus debilidades. Pero hace falta tener confianza en uno mismo para poder llegar al final.
¿La filosofía te ayuda? La filosofía se hacía presente cuando leía el libro de B. Russell. Era un momento de esparcimiento a causa de la constante demanda de atención al barco y a la navegación. Claro, cuando contemplas el cielo estrellado, la belleza del alba, de una tempestad que al mismo tiempo te produce miedo, llegas a preguntarte: “porqué esta belleza, porqué este universo, porqué este orden o este caos de la naturaleza…” Y claro, no tienes respuesta. Pero no es la filosofía la que me ha ayudado a aguantar el momento. Lo que te ayuda entonces, o te hace sucumbir, es la fuerza de tu motivación, la fe en la posibilidad de continuar y eso no tiene nada que ver con la filosofía. Es debido al resorte de la emoción y de la pasión.
¿El recorrido, tiene diferentes fases, o es un canal tranquilo? No es un río tranquilo. El recorrido está acompasado por los grandes sistemas meteorológicos que lo jalonan: variables, alisios del NE, calmas ecuatoriales, alisios del SE, variables. Secuencias de depresiones y encalmadas en el océano austral, hasta el Cabo de Hornos, después de nuevo variables, alisios, los temporales de SW a la llegada. En el Gran Sur incluso con buen tiempo uno no está seguro pues las condiciones pueden cambiar y degradarse muy rápidamente. Es sobretodo en los alisios que he encontrado cierta monotonía descendiendo en portantes y subiendo en ceñida, no hay opciones a tomar o maniobras a realizar.
En la preparación y ejecución del viaje he trabajado mucho el trazado de mi ruta. He buscado siempre hacer el camino más directo, el más corto. Con 26.943 millas entre los puntos medidos, no creo haber hecho ruta de más. Para preparar mi ruta, he estudiado la de los barcos de la última Vendée Globe, la más corta era de de Jéremie Beyou y Jean Le Cam alrededor de 27.100 millas. Estoy satisfecho de mi recorrido, mis decisiones estaban claras desde la salida y han dado sus frutos, incluso teniendo sorpresas como una larga fase de ventolinas por los 50º Sur después de Nueva Zelanda, allí donde yo esperaba vientos portantes sostenidos.
¿Puesto que lo has conseguido, crees que la misma vuelta al mundo pero a la inversa sería posible con tu barco? Es posible, pues el Contessa 32 es muy buen barco de ceñida pero no conmigo a bordo. He hecho mucha ceñida con viento fresco a bordo de todos mis barcos. Cuando se sale del Canal de la Mancha para ir hacia el oeste en el Atlántico, se remonta viento y corriente a través de depresiones, el barco trabaja mucho y yo noto los esfuerzos del casco y la jarcia… si hay que hacerlo, se hace, pero no lo escogería para hacerlo de forma deliberada en una vuelta al mundo en sentido contrario.
¿Ver o no ver tierra es importante? Para este viaje no he tenido una motivación especial por ver tierra, aunque no me ha faltado. No he visto más de Tristan da Cunha que señalaba mi entrada en las altas latitudes y la isla Antípodas que marca el medio del recorrido. Si puedo, me gustaría hacer otra vuelta al mundo pero con escalas. Me gustaría conocer Tasmania, Nueva Zelanda… pero la Longue Route era otro proyecto.
¿En este recorrido, los navegantes tienen una meta simple, acabar el primero, y tú, cuales han sido tus motivaciones? Yo quería primeramente acabar, llegar al final sin escalas y sin asistencia y a partir de ahí, si es posible hacerlo en un tiempo corto y eso es lo que me ha motivado para conseguirlo. Con ventolinas cuando el piloto de viento no iba bien o con spi simétrico o asimétrico, he tenido muchas “secuencias Fígaro” que quiere decir timonear y reglar velas constantemente para conseguir avanzar lo mejor posible. Fue importante para mi salir de las calmas, pues contrariamente a otros participantes de la Golden Globe Race, yo no tenía a mi disposición el motor, por haberlo desembarcado para ganar peso y capacidad, y porque para mí la vela es sin motor. En los temporales yo no reducía vela más que en el último momento y volvía a izar desde que era posible con largos períodos en stand by en traje de aguas para el caso en que fuese necesaria una maniobra rápida. Mi mujer me decía que VDH iba rápido y entonces yo me ponía a la caña diciéndome “voy a VDHzar esta mañana”, pero yo no soy una fuerza de la naturaleza como él y sin duda timoneé menos que él. No soportaba que el barco fuese corto o pasado de vela, por eso estaba a menudo maniobrando para ajustar el velamen. Adoraba en los temporales sentir el barco “avionar” en la gran mar de fondo bajo pequeño velamen.
¿A nivel de alimentación has sentido falta de gusto, alimentos frescos…? Nada de falta de gusto, solamente problemas cuantitativos. Para no sobrecargar el barco, no embarqué más que 245 días de víveres y mis raciones diarias no sobrepasaron nunca las 2.500 calorías, lo que es poco en las altas latitudes. Tenía hambre y al final de cada comida me decía que ¡muy bueno!, pero no era bastante.
¿Si lo volvieras a hacer que modificarías en términos de confort, equipamiento, autonomía, y de preparación física y mental? No cambiaría gran cosa. Llevaría una vela mayor de repuesto, la mía ha resistido pero la relinga ha sufrido mucho y hubiese sido un percance tener que acabar sin vela mayor. Y también llevaría más mermelada.