27-12-2018, 05:16 PM
¿ porque los ricos son más pesimistas que los pobres ?
https://www.elmundo.es/papel/historias/2...b4632.html
Las manifestaciones en Francia han influido en el estado de ánimo del país.
Para los que viajamos, no nos extraña que los paises pobres son más alegres que los desarrollados.
La explicación del artículo no corresponde con la interpretación que muchos hemos hecho. Los paises pobres vivien al día, disfrutan del momento - si resuelven - las necesidades del día, ya son felices. Los opulentos nunca ven saciadas sus necesidades.
Ha aparecido varias veces el - pesimismo-
Saramago, podría ser considerado como un pesimista utopico
—- sigue un artículo sobre su marcado pesimismo —-
Creador de uno de los universos literarios más personales y sólidos del siglo XX, José Saramago supo aunar su vocación de escritor con su faceta de hombre comprometido que nunca cesó de denunciar las injusticias que veía a su alrededor o de pronunciarse sobre los conflictos políticos de su tiempo.
Esa capacidad crítica le hizo ser absolutamente pesimista con el devenir del mundo, con raza humana y con las circunstancias que han ido creando la historia de nuestro mundo. Saramago tenía la convicción de que el ser humano era imperfecto por naturaleza y por ello cruel, desvalido e indefenso.
Y Dios, lejos de tener una imagen de padre bondasoso, se convierte en un ser alejado de su creación, incapaz de compadecerse de las penurias e injusticias que viven millones de personas.
Sin embargo, ese pesimismo no era pasivo. Saramago conocía los defectos del ser humano y meditaba sobre sus posibles salidas, sobre la solución a su existencia. En numerosas ocasiones, esa solución pasaba por la muerte, una muerte liberadora. Todo ese pensamiento fue el que irradió a lo largo de toda su obra. Una unión de pensamiento y escritura que desembocó en una de las literaturas más desgarradoras, coherentes y humanas de la historia.
'Saramago vive como escribe, tan lúcido e íntegro en sus libros como en los días de su vida', dijo en una ocasión la novelista colombiana Laura Restrepo al resumir 'la clara impronta de humanidad' que emanaba de la figura y de la obra del escritor portugués.
Persona de firmes convicciones, capaz de 'estar al lado de los que sufren y en contra de los que hacen sufrir'; 'hombre de una sola palabra, de una sola pieza', como lo definió su mujer, la periodista española Pilar del Río, cuando en 1998 le dieron el Premio Nobel, éste reconocía siempre que él no tenía poder para cambiar el mundo, pero sí para decir que era necesario cambiarlo.
Y lo decía en ese 'espacio literario enorme' que para él era la novela, en la que, con su habitual modestia, aseguraba no haber 'inventado nada'.
'Sólo soy alguien que, al escribir, se limita a levantar una piedra y a poner la vista en lo que hay debajo. No es culpa mía si de vez en cuando me salen monstruos', afirmó en el 97, con motivo de uno de sus múltiples doctorados 'honoris causa'.
Sus viajes por los cinco continentes le servían también para animar a los oyentes a reaccionar ante el mal funcionamiento del mundo, 'a indignarse, a no quedarse en esa especie de inercia de rebaño' que caracteriza al hombre actual.
'Es hora de aullar, porque si nos dejamos llevar por los poderes que nos gobiernan se puede decir que nos merecemos lo que tenemos', aseguraba Saramago en junio de 2007.
Militante comunista durante buena parte de su vida también criticó con dureza a la izquierda: 'Antes, caíamos en el tópico de decir que la derecha era estúpida, pero hoy día no conozco nada más estúpido que la izquierda'.
En innumerables ocasiones Saramago había pedido un debate en profundidad sobre el sistema democrático, convencido como estaba de que el verdadero poder no reside en los gobiernos sino en las multinacionales. 'Hablar de democracia es una falacia', solía decir.
Saramago hace tiempo que se convirtió en referencia imprescindible de la narrativa europea, y así lo reconoció la Academia Sueca cuando le otorgó el Nobel por haber creado una obra en la que 'mediante parábolas sustentadas con imaginación, compasión e ironía, nos permite continuamente captar una realidad fugitiva'. Publicado en Público.es
Sigue un extratacto de una entrevista a su exmujer y traductora:
-¿Por qué se ha difundido casi mundialmente una percepción de Saramago como pesimista?
-Cada vez que me hablan del pesimismo de Sarmago, me quedo perpleja. Se me abren los ojos, esté donde esté, no puedo controlar ni disimular. Alguien escribió alguna vez que Saramago era pesimista y la gente lleva años repitiéndolo. Y sin tener en cuenta la realidad. Vamos a ver… el hombre que escribe Ensayo sobre la ceguera, y que describe el mundo y que acaba diciendo “la ciudad aún estaba allí”… ¿dónde está el pesimismo? Saramago era un tipo muy lúcido, muy lúcido, que sabía que las cosas estaban mal pero también decía que hay dos superpotencias en el mundo. Una es Estados Unidos, y la otra eres tú. ¿Dónde está el pesimismo? En Memorial del convento la suma de voluntades pone la máquina a volar… ¡vamos! Saramago no era bobo. Decía “esto está mal, hay que cambiarlo”, no hay señal más grande de fe y de confianza que eso. Y la palabra optimismo, que la utilicen los necios. Yo no la utilizo.
Gramsci decía: frente al pesimismo de la inteligencia, el optimismo de la voluntad.
Creo que quien tiene motivos para ser pesimista porque está informado, pero aún así actúa - con lo que demuestra que se pueden cambiar las cosas- es doblemente optimista, porque supera los preceptos negativos y actúa en positivo.
Cuando decía que las dos superpotenfias mundiales son EEUU y la otra tú, está diciendo:
- ! Esto está mal , hay que cambiarlo: tú puedes, no te resignes a pensar que no puedes hacer nada.
https://www.elmundo.es/papel/historias/2...b4632.html
Las manifestaciones en Francia han influido en el estado de ánimo del país.
Para los que viajamos, no nos extraña que los paises pobres son más alegres que los desarrollados.
La explicación del artículo no corresponde con la interpretación que muchos hemos hecho. Los paises pobres vivien al día, disfrutan del momento - si resuelven - las necesidades del día, ya son felices. Los opulentos nunca ven saciadas sus necesidades.
Ha aparecido varias veces el - pesimismo-
Saramago, podría ser considerado como un pesimista utopico
—- sigue un artículo sobre su marcado pesimismo —-
Creador de uno de los universos literarios más personales y sólidos del siglo XX, José Saramago supo aunar su vocación de escritor con su faceta de hombre comprometido que nunca cesó de denunciar las injusticias que veía a su alrededor o de pronunciarse sobre los conflictos políticos de su tiempo.
Esa capacidad crítica le hizo ser absolutamente pesimista con el devenir del mundo, con raza humana y con las circunstancias que han ido creando la historia de nuestro mundo. Saramago tenía la convicción de que el ser humano era imperfecto por naturaleza y por ello cruel, desvalido e indefenso.
Y Dios, lejos de tener una imagen de padre bondasoso, se convierte en un ser alejado de su creación, incapaz de compadecerse de las penurias e injusticias que viven millones de personas.
Sin embargo, ese pesimismo no era pasivo. Saramago conocía los defectos del ser humano y meditaba sobre sus posibles salidas, sobre la solución a su existencia. En numerosas ocasiones, esa solución pasaba por la muerte, una muerte liberadora. Todo ese pensamiento fue el que irradió a lo largo de toda su obra. Una unión de pensamiento y escritura que desembocó en una de las literaturas más desgarradoras, coherentes y humanas de la historia.
'Saramago vive como escribe, tan lúcido e íntegro en sus libros como en los días de su vida', dijo en una ocasión la novelista colombiana Laura Restrepo al resumir 'la clara impronta de humanidad' que emanaba de la figura y de la obra del escritor portugués.
Persona de firmes convicciones, capaz de 'estar al lado de los que sufren y en contra de los que hacen sufrir'; 'hombre de una sola palabra, de una sola pieza', como lo definió su mujer, la periodista española Pilar del Río, cuando en 1998 le dieron el Premio Nobel, éste reconocía siempre que él no tenía poder para cambiar el mundo, pero sí para decir que era necesario cambiarlo.
Y lo decía en ese 'espacio literario enorme' que para él era la novela, en la que, con su habitual modestia, aseguraba no haber 'inventado nada'.
'Sólo soy alguien que, al escribir, se limita a levantar una piedra y a poner la vista en lo que hay debajo. No es culpa mía si de vez en cuando me salen monstruos', afirmó en el 97, con motivo de uno de sus múltiples doctorados 'honoris causa'.
Sus viajes por los cinco continentes le servían también para animar a los oyentes a reaccionar ante el mal funcionamiento del mundo, 'a indignarse, a no quedarse en esa especie de inercia de rebaño' que caracteriza al hombre actual.
'Es hora de aullar, porque si nos dejamos llevar por los poderes que nos gobiernan se puede decir que nos merecemos lo que tenemos', aseguraba Saramago en junio de 2007.
Militante comunista durante buena parte de su vida también criticó con dureza a la izquierda: 'Antes, caíamos en el tópico de decir que la derecha era estúpida, pero hoy día no conozco nada más estúpido que la izquierda'.
En innumerables ocasiones Saramago había pedido un debate en profundidad sobre el sistema democrático, convencido como estaba de que el verdadero poder no reside en los gobiernos sino en las multinacionales. 'Hablar de democracia es una falacia', solía decir.
Saramago hace tiempo que se convirtió en referencia imprescindible de la narrativa europea, y así lo reconoció la Academia Sueca cuando le otorgó el Nobel por haber creado una obra en la que 'mediante parábolas sustentadas con imaginación, compasión e ironía, nos permite continuamente captar una realidad fugitiva'. Publicado en Público.es
Sigue un extratacto de una entrevista a su exmujer y traductora:
-¿Por qué se ha difundido casi mundialmente una percepción de Saramago como pesimista?
-Cada vez que me hablan del pesimismo de Sarmago, me quedo perpleja. Se me abren los ojos, esté donde esté, no puedo controlar ni disimular. Alguien escribió alguna vez que Saramago era pesimista y la gente lleva años repitiéndolo. Y sin tener en cuenta la realidad. Vamos a ver… el hombre que escribe Ensayo sobre la ceguera, y que describe el mundo y que acaba diciendo “la ciudad aún estaba allí”… ¿dónde está el pesimismo? Saramago era un tipo muy lúcido, muy lúcido, que sabía que las cosas estaban mal pero también decía que hay dos superpotencias en el mundo. Una es Estados Unidos, y la otra eres tú. ¿Dónde está el pesimismo? En Memorial del convento la suma de voluntades pone la máquina a volar… ¡vamos! Saramago no era bobo. Decía “esto está mal, hay que cambiarlo”, no hay señal más grande de fe y de confianza que eso. Y la palabra optimismo, que la utilicen los necios. Yo no la utilizo.
Gramsci decía: frente al pesimismo de la inteligencia, el optimismo de la voluntad.
Creo que quien tiene motivos para ser pesimista porque está informado, pero aún así actúa - con lo que demuestra que se pueden cambiar las cosas- es doblemente optimista, porque supera los preceptos negativos y actúa en positivo.
Cuando decía que las dos superpotenfias mundiales son EEUU y la otra tú, está diciendo:
- ! Esto está mal , hay que cambiarlo: tú puedes, no te resignes a pensar que no puedes hacer nada.
El problema que aqueja al mundo es que los necios y los fanáticos siempre están seguros de sí mismos, mientras que los sabios siempre están llenos de dudas. Bertrand A. W. Russell