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La personalidad de los Cabos de la Costa da Morte
#1

El texto que sigue,  lo publiqué hace tiempo en LTP, lo he revisado  animado por la Maga (me abruma porque la admiro tanto como navegante como escritora ) . 

Trata  de la personalidad de los Cabos de la Costa da Morte. Os preguntaréis cómo se puede sostener que los Cabos tengan  una condición tan humana como la personalidad, pero para los gallegos que antropoligicamente somos panteistas, esto no resulta tan extraño,

[Imagen: Adamastor-DSCN2938.JPG]
La personalidad de los Cabos da Costa da Morte,

Navegando  La Costa da Morte, entrenas el cuerpo y  la mente al tiempo  que preparas tu embarcación para enfrentarte a uno de los puntos más duros del Atlantico. Los Cabos se suceden, pero si te rindes agotado, las rías te otorgan abrigo y descanso para volver a intentarlo. Es allí donde rompen   las olas que acompañan a las borrascas que llegan desde Canadá enganchadas unas a otras como cuentas de un rosario. Los marineros de allí te hablan de   la personalidad de los cabos, cada uno con su orografía,  cada uno con sus historias y  sus vientos,  con  sus particulares penachos de brezal y pedernal. 

Todos muestran un temperamento particular que les ha hecho protagonizar muchas historias, tantas que son imposibles de contar, pues se han cobrado infinitas vidas entregadas a la mar, sembradas unas encima de otras, la mayoría anónimas y pedidas en la  memoria.

Finisterre es redondo y barrigudo. En suave caída se descuelga encima de la peña do Cintolo. Está tan cerca que se funde con el cantil cuando se ve desde el mar con suficiente respeto. Entre el Cintolo y el Cabo se puede pasar si el tiempo es bueno.  El cabo no se merece el título de ser el fin del mundo, porque no es el más occidental. 

El que sale más a poniente es  Touriñan, que se esconde agazapado. Se percibe como una pequeña lengua de roca  adentrándose escurridizo, Maquiavélico y traidor, cuando lo conoces se presienten sus malas intenciones   como un depredador en la foresta. Paciente  espera como una araña a que su presa caiga en  la trampa del bajo del Farelo. Solo vela en bajamar y a media milla. Cuando  el navegante ya se siente libre del Cabo,  lo atrapa la roca. Los que han buceado allí aseguran que los pecios se acumulan  unos encima de otros, por generaciones, por estratos...

El Roncudo se deja caer al sur.  Protege  la ría  doblegado sobre si mismo. Apartándose prudentemente, avergonzado parece buscar el socaire de Trece y Cabo Laxe. No hay que confiare pues  esconde  en sus barbas el peligro de los bajos de” la avería “

El Villano es una daga que se adentra en el Océano al que  desafía con la Cara del Vilan de fora. Un inmenso Mohai con forma  de  cabeza humana oteando el horizonte. Esa cabeza es la del mítico Adamastor que enamorado de la Ninfa Tetis se convirtió en roca. Vigila desde su promontorio las playas de Reira y el cementerio de los ingleses, enfrentado a  las olas más grandes, defendiendo su bastión de las tempestades atlánticas.


Pero el Villano es noble, no se esconde acurrucado como Touriñan, se eleva recio y desafiante, a pecho desnudo, sin vegetación que en él pueda aposentarse , coronado por el faro mas potente, el que más se adentra en el mar  para presumir soberbio de su imponente presencia. En medio de la niebla su  sirena suena como el bramido  de un toro herido . Sus fauces son las Baleas responsables de la destrucción del Serpent y de la muerte de sus ciento cincuenta tripulantes. El Bufardo es su colmillo que solo se esquiva pegándonos al cantil. Los bajos del Corno (del Cuerno ) con las  Quebrantas  se cierran como unas pinzas  sobre el canal norte. Entrando por este, viramos el Cabo encarando la Virgen del monte. El viento se viene al través y se encañona. El velero vuela vibrando en la rompiente, levantando bigotes de espuma blanca. Hay que seguir hasta descubrir las luces de la aldea de Merexo, dejando por la aleta la Virgen solitaria en su propia montaña. ,  Es un lugar sagrado a donde acudían a rezar las mujeres moviendo las tejas para que cambiara el viento. También es  enfilación marcando el canal norte usando su capilla sobre su  montaña a modo de pedestal . Los nombres de los escuderos del Vilan describen su fiereza, Moedór, Quebrántas, Corno, o Bufardo... son su panteón   de ángeles infernales dispuestos a servir a su líder. Arrogantes se exhiben ante las  tripulaciones que asustadas se acercan al Xanboy que suele romper de imprevisto. Como un felino salta sobre su presa y se la entrega  al Moedor  que la remata entregándola como un sacrifico a la píes de la Virxen da Barca. Allí es donde reposa su barca y su vela de piedra, que sus  devotos romeros  consiguen  mover a pesar de pesar varias toneladas, 

Si el marino supera todas las trampas, el río Grande le acoge y le conduce al viejo puerto de Ponte do Porto. De allí  partió encaje para las mesas más distinguidas, allí se armaron muchos pataches de vela para cargar madera desde el río Negro para el Puerto de Santa María volviendo con sal de san  Pedro del Pinatar. Atracaban en el  Curbeiro, el  puerto de Camariñas construido  con las piedras del viejo castillo, con sus almenas convertidas en cara maestra, con   sus cañones haciendo de noray.

 Muy cerca los percebeiros de Santa Mariña escudriñan las grietas y las rompientes de Sabadelle, de Cabo trece, Arou y Camelle.  Se mueven respetuosos bajo la cabeza del gigante, sigilosos  como los pajaros que limpian la boca de un caimán . Ante la inmensidad de la roca se perciben diminutos y frágiles. Son una metáfora de la vida humana. Las piedras serán las mismas por toda la eternidad,   pero serán otros los percebeiros. El mar será el mismo desde Terranova a  Cabo de Hornos y   los hombres que trepan al gigante serán diferentes  pero igual de duros que  el pedernal de donde arrancan su sustento: 

 Mar bravo, terra bravía.
forte un, i outra mais forte;
falades coa valentía
dos que rin diante da morte

Lopez Abente.

El problema que aqueja al mundo es que los necios y los fanáticos siempre están seguros de sí mismos, mientras que los sabios siempre están llenos de dudas.                           Bertrand A. W. Russell


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#2

Bravo Bravo Bravo
Cuando publiques avisa !!
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#3

Precioso Prometeo

Soy una enamorada de Galicia desde bien pequeña, de sus rías, de sus playas, de sus faros, de la bravura de sus aguas. Conozco sus tierras mejor que muchos lugareños, me encanta perderme por sus Montes, por sus playas y por sus rocas.

Con tu narración me has transportado a esos lugares que tanto me gustan, aquellos que desde lejos siento cuando cierro los ojos, ese viento frío, húmedo, ese olor a sal y a eucalipto.

Ya solo me queda conocer la Costa desde fuera navegando, y lo haré en algún momento.

Brindo por ti!!
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Agradecido por:
#4

Tremendo... 

Esa vision de que los  cabos tiene personalidad me gusta, al igual que tantas cosas en la mar, no solo personalidad, tienen nombres propios, para diferenciarse entre ellos y darnos mas miedo unos que otros en una extraña competicion para ver cual nos aterroriza y nos sorprende mas, en una noche boca de lobo, nosotros los perseguimos para alcanzarlos, doblarlos o dejarlos por popa, ellos nos ven pasar insignificantes.

Marcos
Www.soltaramarras.com

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http://www.youtube.com/soltaramarras
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#5

Lo que esta claro es que la orografía condiciona la personalidad. Los isleños - sobre todo cuando no había buenas comunicaciones- tienen actitudes comunes ante la vida. Aunque hay muchos tópicos, nadie niega el carácter diferente de una persona que padece inviernos fríos a otra que vive en climas tropicales. 

El caso de Japón es muy interesante. Al parecer la causa de que tengan tantos rituales y ceremonias se debe a que viven en una zona sismica, por ese motivo sus casas eran muy ligeras, de papel y madera. Para levantarse tenían que hacerlo de forma pautada porque si dejas un niño occidental allí, sale por el otro lado de la pared. Otro tanto para cocinar - de ahí la ceremonia del té- . Si te mueves mal y enciende el fuego, del papel y la madera no queda nada. Es decir, si vives en una zona sísmica acabas siendo meticuloso y preciso.

La teoría biofilica también ha demostrado la influencia del paisaje en nuestro estado de ánimo, es normal que la sensación que nos provocan la asociemos a un determinado estado de ánimo. Se convierte así la propia personalidad, el dramatismo o serenidad que transmite acaben actuando como el  resorte que activa o desactiva todas las personalidades que hay en el observador. Eso nos debe hacer más sensibles y humildes, porque no se sabe que es el espejo y el original.

El problema que aqueja al mundo es que los necios y los fanáticos siempre están seguros de sí mismos, mientras que los sabios siempre están llenos de dudas.                           Bertrand A. W. Russell


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Agradecido por: La Maga
#6

Gracias Prometeo, por tus elogios, pero viendo como relatas tu personal costa da morte, creo que tu también pones mucha pasión y sensibilidad a tus escritos , lo he leído embelesada, hasta deseando pasar con un barco por delante de los cabos en algún temporal, no muy duro por favor, para deleitarme con las descripciones . 

Si que es verdad, la costa imprime carácter a sus habitantes, pero también lo es que los nombres otorgan personalidad a las cosas. Creo que hablar de Fisterra, aunque no sea el final del mundo, te predispone a imaginar prodigios y monstruos que saldrán de las tempestades y las nieblas venidas de otros continentes. Por eso, las leyendas marinas son tan cautivadoras, pues están hechas a base del embate de infinitas olas, durante miles de años sobre las mismas piedras.

Pero por favor sigue, no quiero interrumpirte. Tomo asiento con una buena copa de vino.
Bier
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#7

Parece que alguien nos estaba leyendo el pensamiento. Esta mañana, abro el país y me encuentro el siguiente artículo sobre Maipica. Definitivamente, estas gentes, son de una raza especial. Los vivos, los muertos y los marineros.

https://elpais.com/politica/2018/12/22/a...20642.html
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#8

(23-12-2018, 10:13 AM)La Maga escribió:  Parece que alguien nos estaba leyendo el pensamiento. Esta mañana, abro el país y me encuentro el siguiente artículo sobre Maipica. Definitivamente, estas gentes, son de una raza especial. Los vivos, los muertos y los marineros.

https://elpais.com/politica/2018/12/22/a...20642.html

Volvemos a lo de siempre, no es la mar la que mata a estas pobres gentes, estos muertos tienen en muchos ( demasiados) casos responsables.
Que hace que un barco de madra de 12 metros  con un arqueo de 7 trb con tan solo un motor de 50 cv???
Si eso aqui montamos las chipironeras...
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#9

(23-12-2018, 10:26 AM)ostadar escribió:  Volvemos a lo de siempre, no es la mar la que mata a estas pobres gentes, estos muertos tienen en muchos ( demasiados) casos responsables.
Que hace que un barco de madra de 12 metros  con un arqueo de 7 trb con tan solo un motor de 50 cv???
Si eso aqui montamos las chipironeras...

Hombre, a los pescadores los mata la mar, cuando se salia a remo y vela los mataba igual, mas aun por la falta de tecnoligia.

Brindis
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#10

(22-12-2018, 08:50 PM)Prometeo escribió:  Lo que esta claro es que la orografía condiciona la personalidad. Los isleños - sobre todo cuando no había buenas comunicaciones- tienen actitudes comunes ante la vida. Aunque hay muchos tópicos, nadie niega el carácter diferente de una persona que padece inviernos fríos a otra que vive en climas tropicales. 

El caso de Japón es muy interesante. Al parecer la causa de que tengan tantos rituales y ceremonias se debe a que viven en una zona sismica, por ese motivo sus casas eran muy ligeras, de papel y madera. Para levantarse tenían que hacerlo de forma pautada porque si dejas un niño occidental allí, sale por el otro lado de la pared. Otro tanto para cocinar - de ahí la ceremonia del té- . Si te mueves mal y enciende el fuego, del papel y la madera no queda nada. Es decir, si vives en una zona sísmica acabas siendo meticuloso y preciso.

La teoría biofilica también ha demostrado la influencia del paisaje en nuestro estado de ánimo, es normal que la sensación que nos provocan la asociemos a un determinado estado de ánimo. Se convierte así la propia personalidad, el dramatismo o serenidad que transmite acaben actuando como el  resorte que activa o desactiva todas las personalidades que hay en el observador. Eso nos debe hacer más sensibles y humildes, porque no se sabe que es el espejo y el original.



Este año en Grecia, he leido de los isleños, entre los que me encuentro, que el caracter isleño al contrario de lo que pudiera pensarse, es muy abierto al extrangero, al de fuera, a lo nuevo, ya que el isleño no ve el mar como una frontera, como si lo ven los que habitan el continente, si no que vemos el mar como una oportunidad, el lugar por donde llegaban las posibilidades de negocio, donde empezaban todos los viajes, todo llegaba y se exportaba por mar, de modo que que el mar para los isleños es un aliado, no una barrera.

Marcos
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#11



Hay que conocer ese puerto. El barco volcó, al margen de la potencia del motor y la tecnología. Hace un tiempo circulaba un vídeo en donde impresionaba la corriente que se forma en la bocana. Saliendo de la dársena, el barco se atravesó, apoyó la proa y la popa en los dos lados de la compuerta y la fuerte corriente lo hizo girar al meter la regala en el mar. Fue un accidente en una maniobra muy peligrosa que hasta ahora se había limitado a algún rascazo. En Malpica he entrado alguna vez con el puerto cerrado y tener que pasar la noche abarloado a las tarrafas que fondean en muerto con cabos largados atravesando todo el muelle. Las olas suben por encima del espigón y llenan la dársena como si fuera una bañera.

Las corrientes chocan unas con otras e incluso dentro del espigón, parece que hierve el mar.        

El problema que aqueja al mundo es que los necios y los fanáticos siempre están seguros de sí mismos, mientras que los sabios siempre están llenos de dudas.                           Bertrand A. W. Russell


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#12

(23-12-2018, 03:58 PM)Marcos Montesier escribió:  Este año en Grecia, he leido de los isleños, entre los que me encuentro, que el caracter isleño al contrario de lo que pudiera pensarse, es muy abierto al extrangero, al de fuera, a lo nuevo, ya que el isleño no ve el mar como una frontera, como si lo ven los que habitan el continente, si no que vemos el mar como una oportunidad, el lugar por donde llegaban las posibilidades de negocio, donde empezaban todos los viajes, todo llegaba y se exportaba por mar, de modo que que el mar para los isleños es un aliado, no una barrera.

Es así como dices. Los lugares en los que vivimos afectan a nuestro carácter. Decía mi padre que había dos pueblos vecinos en distintas laderas de la misma  montaña. Uno al norte y otro al sur. El carácter de la gente era distinto, ni mejor ni peor, pero sensiblemente diferentes.

El problema que aqueja al mundo es que los necios y los fanáticos siempre están seguros de sí mismos, mientras que los sabios siempre están llenos de dudas.                           Bertrand A. W. Russell


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#13

(23-12-2018, 03:58 PM)Marcos Montesier escribió:  Este año en Grecia, he leido de los isleños, entre los que me encuentro, que el caracter isleño al contrario de lo que pudiera pensarse, es muy abierto al extrangero, al de fuera, a lo nuevo, ya que el isleño no ve el mar como una frontera, como si lo ven los que habitan el continente, si no que vemos el mar como una oportunidad, el lugar por donde llegaban las posibilidades de negocio, donde empezaban todos los viajes, todo llegaba y se exportaba por mar, de modo que que el mar para los isleños es un aliado, no una barrera.

Bueno,  si hablamos de Mediterráneo, por el mar venían los piratas, por eso todos los pueblos  están subidos  a la montaña y alejados de la costa. De la mar venía el sustento pero también las pesadillas. Justamente en Grecia es donde más he constatado que cada isla es un mundo aparte, totalmente singular y desafectado del resto ; aunque disten unas pocas millas son mas bien viajes cósmicos que marinos. 
Tengo grandes amigos menorquines a los que quiero con locura, pero creo que intentar vivir en la isla e integrarse completamente, para un foráneo, es del todo imposible. Yo vivo en una isla griega, pero acepto mi condición de Xena; extranjera, perpetua. La verdad es que tiene sus ventajas, el mantener cierta distancia te da más visión.

Loco
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#14




Sobre todo en la parte final se aprecia lo “ agradable “ que resulta pasar una noche abarloado a uno de esos pesqueros.  Cunao 

Una forma de clasificar los paisajes es por su carácter.  la geologia, la geomorfología, la vegetación la orografía y el tipo de suelo bajo el ojo de la percepción humana condicionada por  la historia y  los usos tradicionales de igual modo que lo es por nuevas influencias y nuevos usos del territorio. Todo ello en  en interaciòn, compone el carácter de un paisaje.

No solo influye el tipo de paisaje, la orientación o las condiciones metereologicas, sino la diferente interacción que tienen con aquel, los que ocupan el territorio. 

Un hecho traumático, o al contrario, una pequeña oportunidad de  Economía de trueque, puede modificar la relación entre los distintos grupos humanos y de estos con los lugares que ocupan. 

En las islas caribeñas podemos ver perfectamente estas diferencias. El caso de la Española dividida por una frontera artificial entre Haití y República Dominicana. El territorio es el mismo, pero el paisaje ha cambiado porque el carácter de los dos grupos humanos tomaron caminos diferentes después de la independencia de Haití. Después de varias revoluciones repartieron los grandes latifundios en pequeñas parcelas que no eran capaces de abastecer a sus propietarios. Las diferencias culturales y etnicas de los origines de los exclavos, generaba continuas revueltas y cambios de dictarores.

En República Dominica no había tanta tensión social y poco a poco consiguieron un aceptable sistema democrático que a la vista de los haitianos es un auténtico paraíso. De hecho Millones de turistas del todo el mundo, visitan la parte oriental de la isla, mientras que Haití es uno de los paises más pobres del mundo y tiene un mediambiente debastado.

El problema que aqueja al mundo es que los necios y los fanáticos siempre están seguros de sí mismos, mientras que los sabios siempre están llenos de dudas.                           Bertrand A. W. Russell


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