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Paz para Ucrania, paz para el mundo.

[Imagen: 432371755_122134381562149871_72366782255...e=65FED4A1]

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No sé como poner este video de manera que de vea aquí. En el vídeo este general alemán retirado explica lo que la prensa europea no quiere mostrar, aunque sí se publique en Foreign Affairs, Responsible Statecraft y otros medios elitistas en los USA.

https://youtu.be/U21-RrB8E6Q?si=bzs2f-kSuVIfzlJR
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Cagoento 
Prepararse para la guerra

https://blogs.publico.es/dominiopublico/...ile-medium

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https://secure.avaaz.org/campaign/es/raf.../?whatsapp
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Loco

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Interesante análisis:

https://www.publico.es/internacional/ota...mobile-big

...

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Sip

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Buenas noticias, parecen.

Pero la máquina registradora bélica europea se resiste, que codicia!

Increíble que tenga que amenazar con ganar un loco como Trump para que pase esto.. cordura sin él tampoco se ve mucha..

https://www.publico.es/internacional/ucr...mobile-big

Bravo

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Muy preocupante el uso que se está haciendo de la IA en Gaza.

https://www.elsaltodiario.com/analisis/i...precedente

...

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Una muy buena noticia y un gran alivio!!

Bravo Bravo Bravo

https://www.publico.es/internacional/per...mobile-big

Bier

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La próxima escalada rusa con Occidente

A juzgar por las páginas editoriales y las corrientes del Capitolio que conforman y reflejan la percepción que Washington tiene del mundo, se ha demostrado que los agoreros que hacían sonar las alarmas sobre el riesgo de un conflicto militar directo entre Estados Unidos y Rusia a causa de Ucrania estaban equivocados. A pesar de las numerosas advertencias rusas y del ruido de sables nuclear, Estados Unidos ha conseguido suministrar a Ucrania sistemas avanzados de artillería, tanques, aviones de combate y misiles de largo alcance sin que se produjera una contienda existencial, ni siquiera represalias rusas significativas.

Para el coro de halcones de Washington, los beneficios de proporcionar una letalidad cada vez mayor a Ucrania superan los peligros de provocar un ataque ruso directo contra Occidente. Insisten en que Estados Unidos no permita que el temor a un improbable Armagedón bloquee la tan necesaria ayuda a la defensa de Ucrania, especialmente ahora que el impulso del campo de batalla se ha inclinado hacia Rusia. De ahí la reciente decisión de la Casa Blanca de dar luz verde al uso por parte de Ucrania de armas estadounidenses para atacar en territorio ruso reconocido internacionalmente y sus supuestas deliberaciones sobre la colocación de contratistas militares estadounidenses sobre el terreno en Ucrania.


Este razonamiento plantea varios problemas. El primero es que considera que las líneas rojas de Rusia -límites que si se cruzan provocarán represalias contra Estados Unidos o la OTAN- son fijas y no móviles. De hecho, su trazado depende de un solo hombre, Vladimir Putin. Sus juicios sobre lo que Rusia debe tolerar pueden variar según su percepción de la dinámica del campo de batalla, las intenciones occidentales, el sentimiento dentro de Rusia y las posibles reacciones en el resto del mundo.

Es cierto que Putin se ha mostrado bastante reacio a atacar directamente a Occidente en respuesta a su ayuda militar a Ucrania. Pero lo que Putin puede soportar hoy puede convertirse en un casus belli mañana. El mundo sólo sabrá dónde están realmente sus líneas rojas una vez que se hayan cruzado y Estados Unidos se vea obligado a responder a las represalias rusas.

El segundo problema es que, al centrarse estrictamente en cómo podría reaccionar Moscú ante cada una de las ayudas estadounidenses a Ucrania, este enfoque subestima el impacto acumulativo en los cálculos de Putin y el Kremlin. Los expertos rusos están convencidos de que Estados Unidos ha perdido el miedo a la guerra nuclear, un temor que consideran fundamental para la estabilidad durante la mayor parte de la Guerra Fría, cuando disuadía a ambas superpotencias de emprender acciones que pudieran amenazar los intereses esenciales de la otra.

Una cuestión clave que se debate ahora en la élite de la política exterior rusa es cómo restaurar el temor de Estados Unidos a una escalada nuclear, evitando al mismo tiempo un enfrentamiento militar directo que podría descontrolarse. Algunos moscovitas de línea dura abogan por el uso de armas nucleares tácticas contra objetivos bélicos para conmocionar a Occidente y devolverle la sobriedad. Expertos más moderados han planteado la idea de una prueba de demostración de una bomba nuclear, con la esperanza de que las imágenes televisadas del característico hongo nuclear despierten a la opinión pública occidental de los peligros de una confrontación militar. Otros abogan por atacar un satélite estadounidense que proporcione información sobre objetivos a Ucrania o por derribar un avión no tripulado de reconocimiento estadounidense Global Hawk que vigile Ucrania desde el espacio aéreo sobre el Mar Negro. Cualquiera de estas medidas podría desembocar en una crisis alarmante entre Washington y Moscú.

Bajo estos debates internos rusos subyace el consenso generalizado de que, a menos que el Kremlin trace pronto una línea dura, Estados Unidos y sus aliados de la OTAN no harán sino añadir armas más capaces al arsenal ucraniano, lo que acabará amenazando la capacidad de Moscú para detectar y responder a ataques contra sus fuerzas nucleares. Incluso la mera percepción de una creciente implicación occidental en Ucrania podría provocar una peligrosa reacción rusa.

Sin duda, estas preocupaciones influyeron en la decisión de Putin de visitar Corea del Norte y resucitar el tratado de defensa mutua que estuvo en vigor desde 1962 hasta la desaparición de la Unión Soviética. «Suministran armas a Ucrania, diciendo: Aquí no tenemos el control, así que la forma en que Ucrania las utilice no es asunto nuestro. ¿Por qué no podemos adoptar la misma postura y decir que suministramos algo a alguien pero no tenemos control sobre lo que ocurre después? Que se lo piensen», declaró Putin a los periodistas tras el viaje.



La semana pasada, tras un ataque ucraniano contra el puerto de Sebastopol, en Crimea, en el que municiones de racimo suministradas por Estados Unidos mataron al menos a cinco bañistas rusos e hirieron a más de 100, las autoridades rusas insistieron en que un ataque de ese tipo sólo era posible con la ayuda de la orientación por satélite de Estados Unidos a Ucrania. El Ministerio de Asuntos Exteriores convocó al embajador de EE.UU. en Moscú para acusarle formalmente de que EE.UU. «se ha convertido en parte del conflicto», prometiendo que «definitivamente seguirán medidas de represalia». El portavoz del Kremlin anunció que «la implicación de Estados Unidos, la implicación directa, a consecuencia de la cual mueren civiles rusos, no puede quedar sin consecuencias».

¿Van los rusos de farol, o se acercan a un punto en el que temen que las consecuencias de no trazar una línea dura superen los peligros de precipitar una confrontación militar directa? Argumentar que no podemos saberlo, y que por tanto deberíamos proceder a desplegar contratistas militares norteamericanos o instructores franceses en Ucrania hasta que las acciones de los rusos se correspondan con sus belicosas palabras, es ignorar los problemas muy reales a los que nos enfrentaríamos a la hora de gestionar una crisis bilateral.

A diferencia de 1962, cuando el Presidente John F. Kennedy y su homólogo ruso Nikita Khrushchev protagonizaron el famoso «cara a cara» durante la crisis de los misiles cubanos, ni Washington ni Moscú están bien posicionados para hacer frente a una perspectiva tan alarmante como la actual. En aquella época, el embajador soviético era un invitado habitual en el Despacho Oval y podía mantener un diálogo clandestino con Bobby Kennedy más allá de la mirada de los detectives de Internet y la televisión por cable. Hoy, el embajador ruso en Washington es un paria estrechamente vigilado. La diplomacia de crisis requeriría un intenso compromiso entre un despectivo Putin y un envejecido Biden, ya sobrecargado con la contención de una crisis en Gaza y la dirección de una campaña electoral cuya dinámica desalienta cualquier búsqueda de compromiso con Rusia. Los niveles de desconfianza mutua entre Estados Unidos y Rusia se han disparado. Dadas las circunstancias, los errores y las percepciones erróneas podrían resultar fatales, incluso si -como es probable- ninguna de las partes desea una confrontación.

Los momentos cruciales de la historia a menudo sólo se conocen en retrospectiva, después de que una serie de acontecimientos produzcan un resultado definitivo. Discernir esos puntos de inflexión mientras los acontecimientos están en marcha, y todavía tenemos cierta capacidad para influir en su curso, puede resultar enloquecedoramente difícil. Es posible que hoy estemos dando tumbos hacia un momento así.

George Beebe es director del programa Grand Strategy del Quincy Institute for Responsible Statecraft, un raro think tank de Washington independiente. Fue director de análisis sobre Rusia de la CIA.


Publicado en: The Coming Russian Escalation With the West – Quincy Institute for Responsible Statecraft )

https://time.com/6994227/russia-us-ukraine-crisis/



https://rafaelpoch.com/2024/07/14/la-pro...occidente/
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Cerco a las mayores reservas mundiales de petróleo. La jauría internacional huele sangre. Sistemas electorales en duda? Consejos vendo que para mi no tengo..

https://blogs.publico.es/otrasmiradas/86...ile-medium

Loco

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No hay suficientes misiles de largo alcance en Occidente para cambiar las cosas en Ucrania

(Pero dejar que Kiev ataque profundamente a Rusia podría llevarnos directamente a la guerra)


Nuevo artículo del ex director de análisis de Rusia de la CIA George Beebe, sobre la loca espiral occidental en Ucrania.
Autor: George Beebe

[b]George Beebe pasó más de dos décadas en el gobierno como analista de inteligencia, diplomático y asesor político, incluyendo como director del análisis de Rusia de la CIA y como asesor de personal en asuntos de Rusia para el vicepresidente Cheney.[/b]

Rusia y Occidente se están quedando rápidamente sin margen de maniobra para evitar una colisión militar frontal.

A raíz de los informes de que Estados Unidos y el Reino Unido están a punto de aprobar el uso de misiles occidentales para atacar en el interior de Rusia, el presidente ruso Putin hizo ayer sus comentarios más agudos hasta la fecha al afirmar que la medida «cambiaría la naturaleza misma del conflicto» y significaría que la OTAN y Rusia estaban «en guerra». Advirtió que Rusia tomaría «las decisiones apropiadas».

En respuesta, el Primer Ministro del Reino Unido, Keir Starmer, declaró: «Rusia empezó este conflicto. Rusia invadió ilegalmente Ucrania. Rusia puede poner fin a este conflicto de inmediato. Ucrania tiene derecho a la autodefensa».

La lógica militar para poner a prueba la determinación de Rusia en este asunto no está clara. Hay pocas razones para creer que el uso de misiles de crucero lanzados desde el aire aumentará significativamente las posibilidades de Ucrania de ganar lo que se ha convertido en una guerra de desgaste, en la que los rusos tienen enormes ventajas sobre Ucrania en población y fabricación militar. Los rusos están desgastando la capacidad de los ucranianos para poner en combate fuerzas bien entrenadas y equipadas, y los misiles de crucero lanzados desde el aire no cambiarán eso.

En segundo lugar, los rusos pueden adaptarse a las capacidades de ataque ucranianas de mayor alcance, pues ya se han adaptado al suministro de artillería HIMARS y misiles lanzados desde tierra ATACMS. Han trasladado depósitos de suministros, por ejemplo, y se han vuelto más eficaces en el uso de contramedidas de guerra electrónica para neutralizar el armamento occidental avanzado.

En tercer lugar, para tener un impacto real sobre la capacidad de Ucrania de dañar el territorio ruso, Occidente tendría que suministrar grandes cantidades de misiles de muy largo alcance, mucho más que las pequeñas cantidades de modelos de alcance básico que, según parece, se están considerando. Pero Occidente tiene una capacidad limitada para suministrar tales cantidades, y su suministro provocaría casi inevitablemente represalias rusas directas.

La lógica política que subyace a la autorización de ataques profundos contra Rusia tampoco está clara. Hay pocos motivos para ser optimistas respecto a que tales ataques puedan presionar a Putin para que ponga fin a la guerra o le lleven a la mesa de negociaciones, pero hay buenas razones para temer que amplifiquen sus afirmaciones de que Rusia está luchando contra la OTAN y no contra el pueblo ucraniano. Hay muchos ejemplos en la historia de campañas de bombardeos a gran escala que han galvanizado la resistencia pública, y hasta ahora ha sido así con los propios ataques de Rusia contra Ucrania, que han avivado el patriotismo ucraniano y las actitudes antirrusas.

Otra posible consecuencia imprevista es que la creciente letalidad del apoyo militar occidental endurecerá las exigencias rusas en cualquier mesa de negociación futura. Cuanto más demuestre Occidente que está dispuesto a utilizar a Ucrania para golpear a Rusia, más insistirán los rusos en una amplia desmilitarización ucraniana como condición para llegar a un acuerdo.

Los riesgos, por otra parte, son bastante significativos en comparación con las escasas recompensas. El mayor peligro es que Rusia se sienta obligada a «restaurar la disuasión», a demostrar a Occidente que no puede aumentar sin cesar la letalidad y el alcance de las armas que proporciona a Ucrania sin alguna respuesta directa de Rusia. Putin se verá presionado en su propio país para trazar una línea dura con algún golpe claro sobre un objetivo occidental, no sea que Occidente siga profundizando su implicación hasta que a Rusia le queden pocas opciones aparte de una guerra a gran escala con la OTAN, algo que Putin claramente quiere evitar.

¿Qué «medidas apropiadas» podría tomar Putin? Es muy poco probable que Rusia reaccione inmediatamente con una escalada nuclear. En su lugar, podría aumentar enormemente sus actuales actos de sabotaje en Europa (que hasta ahora han sido más bien disparos de advertencia que grandes ataques); proporcionar misiles e inteligencia por satélite a Hezbolá o a los Houthis; o, si siente la necesidad de ir más lejos, atacar satélites occidentales, que son clave para apuntar y guiar los ataques ucranianos.

Cualquiera de estas acciones podría causar graves daños a Occidente y provocar respuestas occidentales que impulsarían aún más un ciclo extremadamente peligroso de escalada mutua, cuyo final no se puede prever.

Sólo Putin sabe dónde podría trazar una línea dura. Pero dados los peligros de una guerra directa entre las mayores potencias nucleares del mundo, es bastante arriesgado que sigamos presionando para descubrir dónde podría estar esa línea.

Rusia no puede ganar esta guerra incondicionalmente. No puede conquistar, ocupar y gobernar todo el vasto territorio ucraniano, lo que requeriría una fuerza invasora y ocupante varias veces superior al tamaño del ejército ruso actual. Pero puede destrozar Ucrania, dejándola en tal estado de disfunción que no pueda reconstruirse ni aliarse con nadie.

No redunda en interés de Occidente ni de Ucrania dificultar el logro de un acuerdo que preserve la independencia de Ucrania y ofrezca oportunidades para un futuro próspero.

Lo que Ucrania necesita desesperadamente en estos momentos no son armas de largo alcance. Es un plan viable para lograr un final negociado de esta guerra que dé a Ucrania una oportunidad realista de reconstruirse y prosperar.





https://braveneweurope.com/george-beebe-...or-ukraine

https://rafaelpoch.com/2024/09/16/no-hay...n-ucrania/
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El problema de una salida negociada es que ucrania perderia el donbas y crimea y sería darle la razón a Putin de que puede invadir un estado soberano con la excusa de que se defiende de la Otan. Y no sólo eso sería asentarse para que lo siga haciendo. Y eso lo saben muy bien los findlandeses.

Yo no creo que so ucrania manda misiles a Rusia se va a empeorar todo. La idea es , de que la población de Rusia sienta la guerra para que presione a Putin. También deja a Ucrania en una mejor posición de negociar.
Probablemente existe otra razón,  por ejemplo decide no sean tan precisas.
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Perder el Dombass y Crimea? Las perdieron cuando tras el Maidan comenzaron a hostigar a los rusoparlantes en ellas.

   

Esta es una guerra instigada por EEUU para hostigar y entretener a Rusia, para vender armas y para alejar a Europa de un vecino con el que había y hay fuertes lazos económicos.

Rusia entró en Ucrania para detener el hostigamiento e impedir tener baterias de misiles a la puerta de Moscú. No le dejaron mucha más opción. EEUU consiguió su objetivo y llegó a fantasear con continuar el trabajo con China, para lo que sigue moviendo peones.

Como la derrota de Ucrania es cercana, se trata de subir la apuesta con enorme riesgo de desencadenar una guerra generalizada, que tampoco verian con malos ojos.

Putin no es un monstruo, ni lo fue Gadafi, ni Castro ni Chávez, ni Hassan Hussein, los verdaderos monstruos están en un país que se llena la boca de palabras grandiosas y actúa de forma rastrera

Loco

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