(11-01-2024, 08:39 PM)Hippie escribió: [ -> ]lo ultimo que digo de politica,ni galeano ni ostias,xoansocrates,mientras el pueblo mundial no se levante,el mundo seguirá siendo igual,los ricos trabajan para los ricos y para que el pueblo trabaje para ellos,no hay más,sea aqui o en pelotas,por si alguien no sabe donde está pelotas? que lo busque en san gopogle-----
Simplemente, era un tipo que tenía las cosas claras, no es tan fácil:
Ojalá podamos tener el coraje de estar solos, y la valentía de arriesgarnos a estar juntos.
Al fin y al cabo, somos lo que hacemos para cambiar lo que somos.
El automóvil, el televisor, el vídeo, la computadora personal, el teléfono celular y demás contraseñas de la felicidad, máquinas nacidas para «ganar tiempo» o para «pasar el tiempo», se apoderan del tiempo.
Para no ser mudos, hay que empezar por no ser sordos.
El mundo se divide, sobre todo, entre indignos e indignados, y ya sabrá cada quien de qué lado quiere o puede estar…
Estamos en plena cultura del envase. El contrato de matrimonio importa más que el amor, el funeral más que el muerto, la ropa más que el cuerpo y la misa más que Dios.
Mirá pibe. Si Beethoven hubiera nacido en Tacuarembó, hubiera llegado a ser director de la banda del pueblo
Nunca hubo tanta concentración de recursos económicos y de conocimientos científicos y tecnológicos dedicados a la producción de muerte.
Cuanto más codiciado por el mercado mundial, mayor es la desgracia que un producto trae consigo al pueblo latinoamericano que, con su sacrificio, lo crea
Los científicos dicen que estamos hechos de átomos, pero a mí un pajarito me contó que estamos hechos de historias.
La utopía está en el horizonte. Camino dos pasos, ella se aleja dos pasos. Camino diez pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá. Por mucho que camine nunca la alcanzaré. ¿Entonces para qué sirve la utopía? Para eso, sirve para caminar.
En el proyecto de una sociedad de sonámbulos, cada ciudadano debe ser el policía de sí mismo y de los demás.
Mercado. Lugar donde se fija el precio de la gente y otras mercancías
El código moral del fin del milenio no condena la injusticia, sino el fracaso.
El hambre desayuna miedo. El miedo al silencio aturde las calles. El miedo amenaza: Si usted ama, tendrá sida. Si fuma, tendrá cáncer. Si respira, tendrá contaminación. Si bebe, tendrá accidentes. Si come, tendrá colesterol. Si habla, tendrá desempleo. Si camina, tendrá violencia. Si piensa, tendrá angustia. Si duda, tendrá locura. Si siente, tendrá soledad.
Los delincuentes pobres son los villanos de la película; los delincuentes ricos escriben el guión y dirigen a los actores.
Triste signo de los tiempos, el siglo XXI sacraliza la mediocridad en nombre de la eficiencia y sacrifica la libertad en los altares del éxito.
Pobres contra pobres, como de costumbre: la pobreza es una manta demasiado corta, y cada cual tira para su lado
Lucidez..