Hay una vela más con la que hay que contar, al menos en travesías de altura: el tormentín.
Pasar un temporal con un génova muy enrollado es una situación no demasiado agradable, no tienes control sobre la tensión de gratil de la vela, va a embolsar mucho y el empuje va a estar muy alto.
Hacer de la trinqueta un tormentín es una posibilidad, pero nos quedamos sin una vela de proa autovirante que creo que aquel que la ha probado la va a querer siempre. Es la configuración más usual ahora mismo en cruceros de altura y se puede complementar con una vela ligera sobre almacenador en bauprés, pero las viradas del génova de trabajo son una lata con el stay de trinqueta. Una variante es el stay largable, pero tener que montarlo precisamente cuando te hace falta el tormentín no es una maniobra agradable.
Y el stay de trinqueta, largable o no precisa de burdas (a no ser que lo arraiguemos un poco por debajo del stay principal), otra complicación.
Es posible que haya que complementar esto con un tangón, otra complicación más. Relegarlo al pasado sería una dádiva divina..
Yo propongo una alternativa:
-vela principal de proa, autovirante, en stay ligeramente retrasado.
-stay para tormentín en la roda
-vela volante a un bauprés/botalón para poco viento
Tendremos una vela de proa todo terreno eficiente desde 10 a 30 nudos, autovirante, y si lleva botavara ya está resuelto el tema del tangón, ya podemos hacer popas cerradas o aletas con el barco equilibrado, mayor a una banda y foque a otra.
A partir de 30 nudos, tormentín de verdad en el mejor sitio donde puede ir, tanto para correr un temporal como para ceñir y escapar de una costa a sotavento.
La vela volante de proa puede mover el barco con poco viento desde los 45º hasta los 120º de real, supone acostumbrarse a hacer aletas en vez de popas cerradas, pero desterramos el tangón, y a la que suba un poco el viento ya podemos abrir el autovirante y hacer popas cerradas o lo que queramos "atangonándolo" con su botavara..