Subir la costa portuguesa en verano siempre es complicado porque el anticiclón de Azores suele bloquear las borrascas atlánticas y los vientos del norte son los predominantes, pero tenemos la meteo bastante clara, al menos la ventana de tres días por la pequeña depresión que se está formando al noroeste peninsular y es la que nos permitirá subir del tirón hasta las rías bajas.
Salimos de Peniche a las 8 de la mañana, con poco viento aún del noroeste, hacemos millas a motor al nornoroeste, mi ruta favorita para llegar al anochecer a veriles por encima de los mil metros y ya navegar de noche sin preocuparte con las artes de pesca, que los portugueses suelen calar incluso a más de quinientos metros de profundidad a muchas millas de la costa y que es una pesadilla si te enganchas en uno de ellos.
El role como estaba previsto a medio día pero con poco viento, desplegamos velas aunque no paro el motor, no quiero que el frente previsto que nos entre para el día siguiente nos pille de noche si se adelanta.
Noche tranquila, con el run run del motor a pocas revoluciones y salvo un par de pesqueros en la lejanía no hay nada más, cielo encapotado que impide la luz de la luna ya en cuarto creciente.
Me releva Elliot y puedo dormir un rato y ya de amanecida, la llegada del frente se anuncia sobre todo porque la mar va creciendo y los nubarrones por el oeste se hacen más espesos.
A medio día, ya con horario español, entra puntual, como un tren suizo, el frente borrascoso, caen las primeras gotas a la vez que el viento va rolando al suroeste, momento de atangonar a orejas de burro y tomar un rizo a la mayor. En media hora ya llueve torrencialmente y el viento va subiendo hasta los 20 kt, la mar empieza a ser considerable, las olas pronto crecen hasta los tres metros, algunas rachas se acercan a los 25kt, momento que meto el segundo rizo, navegamos rápido, pero el viento sigue rolando al sur, y como ya tengo que ir cayendo al nornoreste, el viento lo tengo en popa redonda.
Aquí me surge un dilema, una situación de navegación nueva para mí, no tengo ningún problema en trasluchar la mayor y navegar con las dos velas a la misma banda, pero para que el foque porte atangonado necesito mantener un angulo muy concreto, en torno a los 120º pero ese rumbo me lleva muy hacia la costa y no me apetece estar trasluchando cada cierto tiempo, con el maretón que se está formando, así que la solución ha sido, cazar la mayor fuerte a la línea de crujía y que sea el foque quien tire del barco, como digo nunca había hecho ésta maniobra y ha funcionado, con la vela como una tabla no interfiere para que el foque reciba todo el viento navegando en popa redonda, eso si, poca sustentación y bandazos considerables.
Solo han sido unas horas y para las cinco de la tarde arribamos sin ningún incidente a la ría de Arousa, han sido 204 millas en 32 horas hasta Ribeira, de nuevo pensaba entrar en puerto, pero como aún sigue soplando fuerte, al menos sin lluvia ya, decido largar el ancla en la bocana de la marina y esperar a la mañana siguiente, osea hoy, sin viento para amarrar en un pantalán.
Miguel Piñeiro (mi mecánico de cabecera) ya me ha dado la buena noticia, acaba de llegar ésta misma tarde, el nuevo motor Volvo D2-50 y allí voy a su taller para abrir el embalaje de la criatura, con muchas ganas de tenerlo a bordo, pero ese será otro cantar porque el varadero está saturado, ya contaré en "nuestros barcos" como se desarrollan los acontecimientos.