La forma de financiación evolucionó con el tiempo.
Cuando muchos y (muy) jóvenes se lanzaron a la autoconstrucción naval, el precio del acero estaba tirado incluso para el nivel adquisitivo de la época. Incluso el de electrodos y las maderas (estas, eso si, no muy buenas).
Un joven, sin ahorros, sin apoyo familiar (¡qué horror!) para esta empresa, cuyas exigencias de dedicación a la construcción y a la búsqueda de materiales con los métodos mas creativos imaginables... no tenía si quiera tiempo para trabajar y ganar algo de dinero.
Los que empezaron, empeñaron sus vidas.
A medida que subían los precios de los materiales posibles en relación de los ingresos medios del país, disminuyeron los autoconstructores o cambió su perfil.
Los últimos barcos en los que eché una mano eran de principios de los 80 y ya se los hacían personas con disponibilidad económica.
Por aquella misma época, los jóvenes sin pasta se las empezaron a arregla para conseguir que revistas y diarios les publicaran algún (o muchos) artículos, pero eso ya a posteriori de estar navegando.
Los mas echaos pa'lante consiguieron liar (casi estafar) a alguna publicación no-náutica para que les financiara el viaje... esto me empezó a no gustar, pero los de la generación anterior también se habían dedicado para sobrevivir al "petit commerce" y, bueno, que remedio... Otros partieron dejando, intencionadamente, deudas sin pagar. Entre jóvenes franceses se extendió la costumbre de saquear barcos en marinas secas o puertos de paso (sobre todo fuera de temporada) llegando a llevarse los winches con un soplete..
Mas tarde ¡en el mismo salón náutico (hace un par o tres años)! una gente (muy joven) aceptaban donaciones para algo así como construirse o adquirir un barco para denunciar el cambio climático o el trabajo infantil o... ni recuerdo que causa noble. Una cosa es engañar a un redactor jefe, saltarse las leyes de aduanas o ves a saber que, otra es usar una causa noble para estafar a multitud de incautos y que te financien tu viaje a islas con palmeras ¡¡¡!!!
Por eso, un simple trato comercial, ni siquiera de patrocinio, solo de cobrar por llevar publicidad, me parece magnífico para quien lo consiga. Y ético. Y pocos pueden tirar la primera piedra...